Sexagésimo

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El mercenario simplemente lo observó por varios minutos los cuales a Kyungsoo se le hicieron eternos. De algún modo se sentía bastante nervioso respecto a retomar el entrenamiento que quedó inconcluso después de que fueran emboscados aquella vez. Pero ahora todo había cambiado y tenía bastante en claro las desventajas que presentaba el tener una relación con una persona como lo era el contrario. Era algo bastante complejo, sin embargo, a Kyungsoo no le parecía imposible.

                   
Por otro lado, JongIn esperaba cualquier cosa menos aquello. Cayendo en cuenta del trasfondo de esas simples palabras.

                   
Si el menor buscaba volver a ser entrenado era porque estaba bastante al tanto de la complicada situación que era el estar relacionado con un mercenario. Su línea de pensamientos cambió abruptamente al llegar a una simple conclusión que hasta ese entonces había ignorado casi por completo.

                   
La vida de Kyungsoo siempre correría peligro si éste decidía quedarse a su lado.

                   
JongIn sabía que el pelinegro, hasta antes de que sus caminos se cruzasen, vivía una vida común y tranquila junto con familiares y amigos que lo estimaban. En general era una persona normal con un futuro por delante.

                   
Algo que podía quedar truncado por un mal movimiento del mercenario y su letal profesión.

                   
JongIn maldijo por dentro. No quería llegar a tal punto de temer por la seguridad de alguien más aparte de la suya, pero con el simple hecho de visualizar al menor siendo dañado y que él no pudiese hacer nada al respecto lo hacía querer desaparecer.

                   
-...¿JongIn?- El nombrado reaccionó al mismo tiempo en el que una cálida mano se posó en su antebrazo por sobre la mesa. Había estado tan inmerso en sus propios pensamientos que no se había dado cuenta que el contrario lo había estado llamando un par de veces para captar su atención.

                   
Fijó su vista en los marrones ojos de Kyungsoo quien lo miraban algo extrañado.

                   
-Quiero que vuelvas a entrenarme.-El pelinegro volvió a hablar en un tono bajo pero que denotaba determinación.

                   
JongIn suspiró sabiendo que él no era quien tomaba la decisión definitiva. Ya no estaba en sus planes decidir por sobre el contrario.

                   
-¿Estás seguro?- No hablaba precisamente del entrenamiento y de algún modo Kyungsoo lo supo.

                   
-¿Por...por qué lo dices?-

                   
Viendo despejado su alrededor, JongIn se dispuso a clarificar la situación.

                   
-Literalmente soy un criminal. Tengo enemigos dispuestos a todo por verme caer, algo que ya ha quedado lo suficientemente claro. Nunca podré darte una vida normal, no tengo nada que ofrecerte a excepción de estar siempre en espera de que, por mi culpa, algo te ocurra...- Negó con la cabeza antes de continuar casi como un susurro. Pero era algo que ya no podía contener, no a esas alturas.- Posiblemente sea un egoísta de mierda, pero lo que realmente quiero es que...no te alejes de mí. Me niego a dejarte ir.-

                   
No decía nada más que la verdad. El mercenario ya estaba cansado de querer aparentar, de fingir que nada le afectaba porque claramente era una vil mentira. No quería que el pelinegro se alejara, no quería dejar de verlo, de sentirlo, de poder apreciar aquellos ojos que le trasmitían una tranquilidad y afecto que nadie más le había brindado. Él no quería perder aquello y acababa de demostrárselo abiertamente a la única persona que lo había hecho cambiar, de ser un poco más humano. Y esa persona era Kyungsoo. Quedando implícito el hecho de que haría lo que fuese para mantenerlo a salvo.

                   
El corazón de Kyungsoo se estremeció ante lo último pronunciado por el mayor. La manera en cómo el mercenario ha ido dejando fluir sus sentimientos ante él, solamente le provocaban una mayor determinación de hacerle ver lo dispuesto y decidido que estaba con su postura.

                           
         
               
-Yo tampoco quiero alejarme de ti...así que estoy dispuesto a correr el riesgo.- Mew pudo jurar que un brillo único recorrió la mirada de Kyungsoo

El mercenario simplemente quiso empotrarlo en la pared más cercana y besarlo como desquiciado. Aunque el desasosiego de que algo pudiese ocurrirle al pelinegro seguía latente en su sistema.

-De acuerdo.- Concluyó sin evitar esbozar una casi imperceptible sonrisa.

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-Avísales que hoy no llegaras a dormir.- Aquello sin duda hizo que las mejillas de Kyungsoo se enrojecieran levemente, pues era bastante obvio lo que ocurriría cuando ellos dos estuviesen solos dentro de cuatro paredes.

Algunos minutos atrás habían salido del restaurante subiéndose al auto del mercenario tomando un rumbo desconocido para el pelinegro.

-¿A...a donde iremos?- La ciudad se encontraba iluminada por cientos de luces impidiendo que la oscuridad de la noche se notase.

-Lo verás cuando lleguemos.- Fue la única respuesta del conductor.

Sin cuestionar más, Kyungsoo comenzó a observar, disimuladamente, el perfil impertérrito de JongIn, dándose cuenta de una diferencia que lo hizo sonreír bobamente.

El mercenario se notaba tranquilo, manejando sin ninguna señal de tensión o rigidez. Su lenguaje corporal demostraba que se encontraba cómodo y apacible con él. Como si el simple hecho de estar a su lado le brindase calma. Un cambio bastante notable desde el momento en que sus vidas se unieron hasta ese momento.

Sin ser consciente de su enorme sonrisa, Kyungsoo dirigió su mirada hacia la ventana, dándole bastante igual el lugar al que se dirigía, ya que lo único que le importaba era seguir estando con el mercenario. Sintiéndose irremediablemente feliz.

Después de un par de minutos Do notó como parecían seguir el camino de vuelta al departamento de Bright cosa que le extrañó. Hasta que se estacionaron a menos de una calle del conocido edificio.

-¿Pasaremos con Minho y Taemin?-

-No. Iremos a mi departamento.- El pelinegro algo sorprendido quiso hacer más preguntas, pero el mayor ya había bajado del auto. Estaba a punto de seguirlo cuando JongIn le abrió la puerta del copiloto. Un acto que los hombres realizaban en señal de caballerosidad. Una cálida sensación recorrió al menor.

-Gracias.- Agradeció la acción con sus mejillas teñidas mientras ambos ingresaban al nuevo edificio.

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Lo primero que Kyungsoo notó al entrar por aquella puerta doble, fue lo espacioso que era aquel salón, pues no parecía un departamento como tal.

La decoración era bastante modesta y no había mucho a excepción de un escritorio, una televisión de alta definición, un sofá y una cama. Inmobiliario que el mercenario había comprado antes de su última misión pensando únicamente en la comodidad del pelinegro cuando estuviese ahí.

-¿Aquí es donde te quedas cuando vienes a la ciudad?- Kyungsoo preguntó curioso comenzando a explorar el lugar.

-Sí, lo compré hace relativamente poco.- Aquello llamó la atención de Do, quien llegó hasta el enorme ventanal percatándose de algo.

-Oh, desde aquí se puede ver mi balcón.- Dijo más como comentario que por otra cosa. Un poco absorto de la razón por la cual el mayor había escogido aquel lugar en específico.

       

Adicto a Ti [Kaisoo]Where stories live. Discover now