Capítulo XXXI

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—¿Qué haces aquí, Jooha?

No había muchas razones, pero la principal yacía justo sentado en medio del jardín, mirando a la nada, el frío del otoño ya presente en el aire. El niño se encogió, su expresión decaída, la sonrisa bonita siendo solo labios rectos y ojos semi opacos.

—Jiminnie está muy triste, no ha querido comer para nada y lo vi llorar hace un momento —le dijo con la voz ronquita, sus piernas retraídas y abrazadas—. ¿Qué hago? Quiero ayudarlo, pero no sé cómo.

Si Taehyung dijera que no sintió el corazón arrugarse, sería una falsedad.

Miró hacia abajo, viendo al niño retraer las piernas y colocó el mentón sobre sus rodillas, su suave mirada puesta en el omega más allá de donde estaba.

—A veces, cuando alguien está triste, lo mejor que puedes hacer es estar ahí para él. A veces, solo necesitamos que alguien nos escuche o nos acompañe en esos momentos difíciles —le comentó con parsimonia, los ojitos bonitos del niño puestos en él como una comprensión hacia lo dicho—. ¿Quieres que hable con él? Podría animarlo un poco. ¿Qué dices? —le sugirió, y la propuesta fue tentadora, pues Jooha terminó por asentir antes de dejarlo ir hacia el exguardia.

El jardín olía a flores a pesar del otoño. El césped ahora era célebre por un verde muy claro, casi amarillo; las flores habían perdido su color, ya no demostraban ese brillo bonito; el rojo de los rosales fue reemplazado por un granate triste, y el aire era puro hielo.

Sus zapatos crujieron sobre el césped seco, pero el omega no lo miró, ni siquiera segundos después. Taehyung carraspeó para llamar su atención, quizás tratando de encontrar alguna estrategia para interrumpir sus pensamientos. Pero no obtuvo nada, no lo lograba. Jimin se encontraba sentado sobre sus talones, recolectando un diente que se desvaneció en el aire apenas lo arrancó.

¿Qué debía hacer? ¿Qué debía decir?

—Jim-

—E-estoy bien... yo... lo estoy... lo estoy. Tranquilo.

Debía ser sutil, no estaba atenuando. Jimin permanecía en un estado de evitación emocional. Pero la duda le carcomía por saber. El día anterior se veía mejor, estaba mejor. ¿Por qué decayó?

—¿Qué pasó? —preguntó con calma, tomando asiento a su par, y Jimin se tensó, mas no se alejó—. Quiero decir... habías mejorado, estás mejorando. ¿Qué sucedió para volver... a sentirte así?

Las manos del omega cayeron al césped, dejando las palmas vendadas a la vista. El tallo de la flor se camufló en el césped y sus vacíos ojos lo buscaron incluso si ya no lo veía.

—Hoseok ya no me quiere tocar —soltó bajito y Taehyung se congeló, el estómago estrujándose—. No me quiere hablar y menos ver. Escuché decirle a Dami que se le hace difícil acercarse a mí porque yo- y-yo...

—No es así, Jimin. Solo evita acercarse para no abrumarte —le persuadió, tratando de apaciguar la angustia evidenciada en esa esencia ácida—. Estás lastimado, y si se acerca no te podrás recuperar.

Pero el omega negó con la cabeza, sus ojos aguándose a pesar de intentar soportar la presión en su pecho que amenazaba con asfixiarlo.

—N-no es eso —le refutó, sus labios tiritando—. En la mañana lo saludé, pero se dio media vuelta y se marchó, lo seguí hasta la sala de tiro, y- me dijo que no lo siguiera ni trate de acercarme, sonó duro —explicó, con un nudo en la garganta—. N-no sé qué pasa. ¿Acaso...ya no me quiere? ¿Q-qué hice mal? ¿Qué hice?

—No hiciste nada malo —Taehyung lo persuadió, pero el omega solo meneó la cabeza, enterrando los dedos en su cabello para tirar con fuerza. Taehyung trató de retirarle las manos, algo inútil, pero lográndolo finalmente.

UN ESCLAVO PARA JEON | KTH&JJK [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora