Capítulo XXXIX

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—¡Lárguense!

Las mucamas se estremecieron ante la lámpara de mesa lanzada con violencia.

El silencio se extendió más allá de la habitación, y si tan solo tuviera la oportunidad de salir corriendo, lo haría ahora mismo sin siquiera dudarlo.

—Luna Kim, el jefe nos encargó traerle estas telas. Nuestro trabajo es atender sus órdenes, le pedimos que no nos culpe —dijo una de las mucamas, tratando de mantener la compostura.

—Luna Kim... —el omega farfulló mofado, tomando asiento en la mecedora con una vista preciosa del bosque más allá de la mansión—. Les prohibí llamarme por ese título. ¿Acaso no entienden?

—Lo sentimos, pero son órdenes, es... nuestro trabajo —la omega murmuró con miedo, siempre cabizbaja. Jungkook llevó los dedos a la curvatura de su nariz, suspirando profundamente.

—Llamen a Bogum.

—Señor-

—¡Solo llámenlo! No importa si el Comité o Namjoon se oponen. ¡Lo quiero a él!

Las omegas se miraron entre sí, pero terminaron reverenciando de todas formas antes de abandonar la habitación.

Sin embargo, la inseguridad lo llevó hacia el pasillo, sus ojos buscando desesperadamente al alfa que sí podría obedecer sus órdenes, incluso si eso significaba arriesgar su vida.

—¡Hoseok! —llamó en voz alta, avanzando por el pasillo que extrañamente estaba desierto, sin ningún guardia, sin ninguna mucama o mayordomo que normalmente estarían a su alrededor. ¿Qué está pasando?—. ¡Hoseok!

Se giró sobre sus talones cuando escuchó pasos detrás de él.

El alfa apenas lo miró al detenerse frente a él, y el guardia parpadeó confundido al ver la expresión impredecible y casi neutral en su rostro.

—¿Dónde estabas? Se suponía que debías estar vigilando afuera de mi habitación, no puedes dejar tu puesto.

—Había una reunión convocada para todos los miembros, por eso no había nadie alrededor de su habitación.

Jungkook hizo una pausa por unos segundos, el desconcierto reflejándose en su mirada.

—¿Una reunión para qué? —preguntó, notando la angustia en la expresión del guardia.

—Están despidiendo a algunos guardias y sirvientes.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el omega, quien ignoró el dolor en su espalda baja y el peso de su vientre, caminando con las piernas ligeramente separadas mientras el dulzor del aroma se tornaba ácido.

—Nunca he despedido a nadie sin razón. Si me deshago de guardias o de cualquier otro empleado, es porque no están cumpliendo con su trabajo o han traicionado mi confianza. No hay otra razón para ello.

—No es lo que piensa.

—¿Entonces qué? —preguntó bruscamente, y Hoseok guardó silencio de inmediato.

Oh no...

Esa terrible sensación lo condujo hasta la sala de entrenamiento, sus ojos abriéndose en demasía al ver a los guardias y otros miembros del personal reunidos en medio de un ambiente tenso, tan tenso como la neblina de la madrugada. Sin embargo, fue recibido por un choque de aromas que llevaban consigo una angustia palpable, haciéndolo jadear en una aspiración incesante.

—¡¿Qué mierda está pasando aquí?!

—Nos están despidiendo, señor —un mayordomo le comentó, y su voz parecía al borde de querer llorar—. Se niegan a darnos razones e incluso se niegan a entregarnos nuestra indemnización.

UN ESCLAVO PARA JEON | KTH&JJK [En Emisión]Kde žijí příběhy. Začni objevovat