Capítulo XLIII

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—Estás demasiado inquieto, trata de relajarte.

¡Pero no podía! Jungkook estaba a punto de ofuscarse si no se acurrucaba en el grueso abrigo impregnado del aroma de Taehyung, la presión a un costado de su vientre siendo el plus para dar una bocanada de aire y llevar la mano a la zona.

—¿Podemos —dijo en voz baja, con la mirada del jefe Min sobre él— estacionarnos un momento?

—¿Te sientes mal? —el alfa preguntó preocupado y el omega apretó los labios, sin devolverle la mirada—. Wooseok, detén el auto.

El vehículo quedó varado a un lado de la carretera, el aire restringiéndose en su interior y el chofer bajó las ventanillas hasta la mitad, lo suficiente para que Jungkook respirara cuando empezó a jadear.

—¿Sientes dolor? ¿Es el cachorro? —Min preguntó, girándose hacia el omega quien sacudió la cabeza, apretando un poquito los ojos mientras la sensación en su estómago era terrible—. Jungkook-ah...

—Siento ansiedad —respondió con dificultad, el lugar en donde palpaba recibiendo un movimiento suave—. Estoy empezando a dudar si el jefe Kim nos ayudará.

—No dudes —el alfa le refutó, echando un vistazo a su cabello sujeto en una media coleta—. Si ven que dudas, se aprovecharán de tu situación. Duda si quieres, pero no lo dejes a la vista.

—Hyodae es muy astuto, tío Dakho.

—Lo sé, pero tú lo eres más —le recalcó, con el omega mirándole apenas—. Usa todos los recursos necesarios para que ceda. Sabes cómo hacerlo. Lo sabes, ¿no?

Había recursos que antes usaba a la perfección, pero ahora no es el omega que antes solía ser. Hablar con Kim Hyodae es adentrarse a la boca del lobo; y Jungkook estaba listo para hacerlo si de salvar a Jooha se trataba.

Miró a su izquierda. Solo había árboles detrás de la ventanilla y uno que otro arbusto, nada fuera de lo común cuando las mansiones de cada organización se encontraban a las afueras de la ciudad, en donde el bosque les servía como camuflaje.

Estaban de camino a Seúl, realizarían una parada en la mansión Jeon para verificar sus condiciones, sobre todo cuando no han recibido ningún comunicado de Hoseok y de Seokjin.

—Se está moviendo —Jungkook murmuró y el jefe Min supo que se refería al cachorro cuando el omega miraba fijamente su vientre—. Aquí, y se está estirando hasta aquí.

—¿Me permites tocar? —le pidió y el otro asintió, dejándose ante la palma del alfa en su redonda barriga, justo en la zona en donde el cachorro se movía y golpeaba contra su palma. Oh—. Qué maravilla. Me hace recordar cuando Yeonhee estaba embarazada, sólo comía frutas cítricas.

—A mí me da acidez.

—Cada organismo es diferente —el mayor dibujó una sonrisa chiquita en sus labios—. ¿Mejor?

No pudo brindar una respuesta verbal, pero sí gestual.

Jungkook asintió, para después el alfa gesticular una seña con su mano derecha, misma que el chofer captó tras echar un vistazo por el espejo retrovisor.

Sus ojos recorrieron de izquierda a derecha, la sangre helándose al visualizar a la distancia gran parte de la infraestructura destruida, el ambiente aún envuelto en humo y polvo.

La servidumbre se esforzaba en limpiar lo que podía, lo más seguro es que Namjoon se encontrara en su interior bajo las órdenes de Seokjin, pues conociéndolo no movería ni un solo dedo.

Parecía como si el presente se hubiese paralizado cuando vieron el auto ingresar por las rejas, con guardias esperándolos en la entrada principal de la mansión misma y, cuando la puerta al lado del jefe Min se abrió, la silueta de Hoseok junto a Seokjin se visualizó en medio de la entrada, el brazo del guardia con una férula mientras presentaba manchas oscuras en las mejillas y el cabello desaliñado.

UN ESCLAVO PARA JEON | KTH&JJK [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora