Capitulo XIII

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Jennifer

Siempre he creído que la familia no siempre es la de sangre, un ejemplo claro de que aveces nuestra propia sangre puede ser una mierda es la mía. Mis padres eran unos importantes traficantes de diamantes irlandeses y digo eran porque no se que sea de su paradero en la actualidad.

Ellos deseaban un heredero, un hombre que se encargaría de continuar con su negocio y expandirlo lo más lejos que fuera posible, pero Oh! Sorpresa su primogénito no fue un varón, fui yo.

Imagino que fue un gran sacrificio de su parte tener que criarme hasta los quince años porque cuando llegué a esta edad ambos decidieron sin tomar en cuenta mis deseos, enviarme a la Fosa.

Se preguntaran ¿Qué es la Fosa? Es un lugar olvidado de Dios donde la mayoría de grupos criminales y red de narcotrafico o mafias recluta a los mejores hombres y mujeres capaces de matar, espiar, infiltrar y realizar cualquier acción horrible que se imagine.

Llegar a ese lugar con tan solo quince años fue la gota que colmo el vaso de cariño que le guardaba a mis padres, esos seres infernales no merecen ser llamados así.

Los primeros meses en ese lugar fueron devastadores, nos colocaban en medio de un bosque para que nos cazaramos entre nosotros, el que sobrevivía tenía derecho a dormir y comer un día más, nos enseñaban todo tipo de uso de armas desde rifles hasta cuchillos.

Sentía que con cada día que pasaba en la Fosa, mi cerebro iba olvidando lo que eran los sentimientos de empatia, afecto o preocupación por alguien que no sea yo misma. Un día pensé ¿Si mis propios padres no me quieren, que puedo esperar del resto del mundo? ¿Compasión?

Si algo me quedó claro con todo el entrenamiento que estaba teniendo era que no existe tal cosa como la Compasión en este oscuro lado del mundo.

Sería tan fácil acabar con todos estos  sentimientos de pena y soledad, si me voy nadie me extrañaría, nunca tuve amigos y los seres que me engendraron me dejaron en un lugar donde prácticamente lucho día a día para sobrevivir, entonces ¿Por qué no acabo con todo?

Nunca olvidaré ese día, estaba tan decidida a irme del infierno al que se le llama vida, cuando un chico de mi misma edad con cabello blanco como los pétalos de una flor silvestre de esas que crecen en los campos de Irlanda frustró mis planes.

Maximiliam Telnaster, el maldito bastardo que logró hacerme sentir que pertenecía a algo, el que logró crecer en mí los sentimientos que antes creía muertos y el único que me demostró lo que es el cariño. Desde que lo conocí en la Fosa a los quince años en esa noche tan marchita de mi vida tiene mi completa lealtad y cuenta conmigo para lo que desee.

Estuvimos en la Fosa hasta cumplir los veinte años, me contó su historia y descubrí que no era la única que cargaba con una familia jodida, al parecer Maxi cargaba con un peso peor.

Ambos compartimos una vida oscura, juré con mi vida que siempre tendria mi amistad y que jamás recibiría de mi parte alguna traición, ni él, ni Diff.

Este es otro hombre que se ha ganado un lugar en mi putre corazón, no puedo llamarlo amor romántico porque no sé como se vea o sea tal cosa, pero de lo que si estoy segura es que verlo hace mis días más claros y alejan la neblina sepulcrica que me cubre desde que me levanto.

Maxi y yo lo conocimos en la Fosa, pero fue cuando teníamos dieciocho. Henry Smith, un gran hombre, con un cuerpo que es más músculo que cualquier otra cosa, pero con un corazón de azúcar que no se le iguala nadie, bueno a excepción de la obsesión de Maximiliam.

Diff, a como prefiere que lo llamen, no cargaba con una historia familiar  jodida como la nuestra, pero si cargaba con sus propios demonios que hasta el día de hoy ni Maximiliam ni yo conocemos.

Maxi al cumplir los veinte fue llevado por su padre de regreso a su casa, tenía miedo de que nunca nos volveríamos a ver, pero él me seguro de que mandaría a alguien a sacarme a mí y a Diff para que no fuéramos alejados.

Y cumplió su palabra, Diff y yo fuimos sacados de la Fosa unos dos meses después de la partida de Maximiliam, él hombre que nos sacó  y nos dio las indicaciones que venían de Maximiliam a ambos no es nadie más que a quien tengo al frente: Sergei Byrne, el más grande mafioso que Irlanda a tenido la gracia de contemplar, temido y odiado por casi todos y querido solo por...bueno creo que por nadie, es un hombre bastante intimidante, tanto que nunca se ha casado y mucho menos tenido hijos.

Algunos dicen que ninguna mujer es capaz de involucrarse con él, ese es el nivel de temor que infunde en las personas, pero cualquiera que lo mirara ahora no creería esas palabras.

Después de que Lucrecia le haya pedido a Fiorella hacerle un postre a este sujeto hecho de manzanas, no que tenga con esa fruta, nosotras estamos a la espera de la respuesta a su primer bocado del pastel.

Conozco a Fiorella desde ya cuatro meses, cuando digo conozco me refiero a todo, cierta persona nos pidió a Diff y a mí investigarla. No hay mucho por contar: Fiorella Leblanc, veintidós años de edad, huérfana desde los seis y fue criada por su abuela desde esa edad, la misma murió hace ya meses, por tal razones Fiorella tuvo que dejar sus estudios de administración y logró encontrar este trabajo de chef en la mansión de los jardines blancos.

A parte de lo técnico que tuve que investigar, de mi propia opinión puedo decir que es una chica dulce, algo tonta, cariñosa, se preocupa por los demás y lo más interesante, sabe cocinar D.E.L.I.C.I.O.S.O. Así que no me sorprende la reacción de Sergei.

–¡Esto es lo más exquisito que he probado en mi vida!–exclama con una gran sonrisa que hace que su cara ya arrugada se contraiga más. Fiorella y Lucrecia dejan escapar un suspiro de alivio–Déjame felicitarte bella señorita como te mereces–el loco de Sergei se pone de pie y rodea la mesa para poder llegar hasta donde está Fiorella, la mencionada no parece comprender las acciones del viejo pero yo si lo sé y por qué lo sé es que me tenso al ver quien acaba de entrar al salón.

–Eres de verdad una maravilla–Sergei toma de ambas mejillas a Fiorella y acerca su boca a su mejilla izquierda pero esta nunca llega.

–Quita tus repugnantes manos de ella–dice con vos tenebrosa nuestro nuevo invitado, tomo una gran bocanada de aire y maldigo internamente, bueno, las cosas se pusieron interesantes.

Gracias por leer.
Besos en el poto.

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