Capítulo XXXVI

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Llevo dos días sin salir de mi casa, dos días sin ver a Maximiliam, dos días sin ver a nadie. Tengo mi teléfono apagado, sé que llamó y dejó mensajes, pero no deseo leerlos, no sé muy bien como me siento en estos momentos.

Ayer por la noche traté de despejarme un poco, así que busqué la información académica de la universidad de Toronto, logré inscribir mis clases y dentro de un mes volveré a la universidad y podré terminar mi carrera.

Eso me ayuda un poco a distraer mi tristeza, admito que estos días sin verle me han dolido bastante, pero recuerdo los motivos por los que me fui y se me pasa. Necesito estar alejada de él, es por mi bien, en algún momento tendremos que enfrentarnos, pero por ahora... limpiaré.

Me pongo manos a la obra, ahora que estoy de vacaciones es el mejor momento para hacer limpieza general en la casa, paso al rededor de dos horas limpiando ñas habitaciones, el baño y la cocina, tenía una montaña de polvo, parecía como si estuviera viviendo en una casa subterránea por la cantidad de tierra que tenía acumulada.

Mientras termino de amarrar las bolsas de basura escucho que llaman a la puerta, me congelo en el lugar, ¿Y si es él?, dejo las bolsas a un lado y me coloco cerca de la puerta, aun no estoy lista para verlo, pego mi oreja a la puerta tratando de escuchar algo.

–Fiorella, soy yo, abre por favor– dice la voz de Jennifer, ya se había tardado, conociendo el íntimo lazo de amistad entre ella y Maximiliam, es lógico que quiera venir a resolver las cosas.

–No creo que sea buen momento ahora Jennifer– le digo sin abrir la puerta, escucho como suelta un suspiro cansado.

–Vamos, necesito hablar contigo– dice suplicante, sigo firme en mi posición, así que no abro la puerta.

–Lo mejor será que te vayas, te aprecio Jenny, pero no es buena idea que...– parece que llegue al limite de su paciencia porque da un golpe fuerte a la puerta haciéndome sobresaltar.

–Mira jovencita, si no abres la maldita puerta en los próximos treinta segundos, yo misma la voy a tumbar y sabes que soy perfectamente capaz– asustada por Jennifer y por la estructura de mi puerta, deprisa la abro y dejo pasar a una muy molesta Jenny– Estaba teniendo los días más felices de mi vida al lado de mi hombre– cuenta mientras se coloca en el centro de mi pequeña sala– Cuando ayer no solo me doy cuenta de que el idiota de Maximiliam interrumpió mis días con Diff, sino que también el recontra idiota casi provoca un maldito enfrentamiento con los Polacos– grita moviendo los brazos.

–¿A qué te refieres?– pregunto cuando parece tomar un poco de aire para calmarse.

–Ayer tenía unos negocios con los Polacos, así que Diff como su mano derecha estaba presente y si no hubiera sida por él y por Sergei, Maximiliam le hubiese metido tres tiros a Maurycy– dice entrando en un nuevo ataque de ira.

–¿Maurycy?– es lo único que digo.

–Es uno de los clientes más frecuentes en el tráfico de armas– dice sentándose en el sillón– Mira, no sé que haya sucedido entre ustedes, pero tuvo que ser fuerte si Maximiliam no puede controlarse y querer matar a cualquiera que se le atraviese– ahora que lo pienso, siempre cuando estoy a punto de quedarme dormida en sus brazos, escucho como susurra lo agradecido que está de haber encontrado su paz, yo soy su paz, creí que lo estaba imaginado, pero por lo visto no.

Me siento frente a Jennifer y le cuento todo, le cuento desde mis planes para la noche del cumpleaños de Ana, lo emocionada y nerviosa que me sentía por dar el siguiente paso con él y la parte donde Maximiliam me rechaza y decido irme de su penthouse.

–Después de regresar a mi casa no lo he visto, he estado ignorando sus llamadas y mensajes– finalizo con mi pequeño resumen de los hechos.

–Haber si entendí– dice Jennifer– ¿Te pusiste en lencería frente a Maximiliam y el te rechazo?– pregunta incrédula, asiento lentamente– Eso es una mierda, es imposible que eso sucediera, pero que diablos pasaba por la mente de ese imbecil.

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