Nombre

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Año 1.

—Buen día, Fizzarolli.

Con la mente enfocada en sus obligaciones, Asmodeus llegó a la habitación del imp y tomó asiento a su lado. Cada día era un poco más difícil en cuanto a sus emociones, pero rendirse no era una opción. Estaba recomponiendo su ser y se estaba forzando a ignorar con todas sus fuerzas cualquier signo de enfermedad o alarma. Si, para Asmodeus, tener sentimientos que rompían límites muy lejanos eran una enfermedad. No existía otra forma de pensar y tampoco existía otra manera de denominarlo.

—Buen día.

Fizz ya podía hablar un poco más que antes. Lo recibió como siempre, sin ninguna expresión sobresaliente, nada que fluyera con entusiasmo. Tomó asiento en una esquina de su cama y esperó a que Asmodeus hablara, ya que siempre llegaba temprano para que él pudiera iniciar su rutina.

Cuando Ozzie volvió a escuchar su voz, se tragó todo lo que le causaba por dentro. Estaba feliz de que hubiera progresado hasta tal instancia. Más que eso, aún quedaba extasiado al oírlo. Habían pasado meses largos en los que se aferraba al pequeño con la sola imagen de él expresándose en señas y, que esa etapa al fin hubiera sido superada por sus avances, lo hacía sentirse orgulloso de él.

—Es hora de comenzar a trabajar tu mente —le indicó al acercarse un poco más—. Caminas muy bien, pero debes hacerlo con confianza y sin pensar que yo estaré allí todo el tiempo para sostener tus caídas. Cuando estés con Mammon, yo ya no podré acompañarte.

Ozzie fue consciente de sus propias palabras al decirlas. Por desgracia, eran ciertas. Se sintió pesado al considerarlo, al ser capaz de asumir que Mammon los alejaría cuando le dieran el alta a Fizzarolli.

Por supuesto que haría eso y no dudaría por un momento en hacerlo. El imp era una propiedad para la Codicia y quería exprimirla hasta que no le quedara vida. No podría tener distracciones o momentos para volver a ver a Asmodeus. No había forma de pelear, no luego de que Fizz hubiera firmado un contrato con plena voluntad de querer someterse a eso.

Y a pesar de que sentía que separarse seria duro , Fizzarolli lo miró a los ojos sin rastro de angustia o dolor. Como si no le importara en lo más mínimo. Estaba resignado a ese destino, claro que lo estaba, él sabía a lo que tendría que someterse con Mammon por más agotador que fuera.

Sin embargo, Ozzie sabía que el contrario no era realmente consciente de lo horrible que era Mammon y por eso no le estaba dando el peso que merecía a su situación. Aún seguía creyendo que era un tipo espectacular.

Asmodeus suspiró, ya no quería darle vueltas al asunto.

—Eres tan asombroso —llevó su mano a la mejilla del pequeño y lo acarició un poco—. Cuando llegaste, no pensé que podrías recuperarte. Y ahora puedes caminar y tal vez correr.

Las caricias de Ozzie siempre eran suaves. Fizz se relajó y lo miró desde abajo con sus grandes ojos luminosos, porque le gustaba sentirlo cerca. No tenía idea de que esa clase de miradas causaban un desastre en toda la parte sensible de Asmodeus.

—En poco tiempo, empezaremos con los ejercicios de estiramiento. Tus prótesis no son normales, Mammon me dijo que te hiciera ágil y rápido para tus actos. Así que puedes estirar tus extremidades a un alcance muy largo —le sonrió tristemente al verlo disfrutar de sus caricias.

Al pecado si le dolía la posibilidad de irse sin más. Ni siquiera quería pensar en lo que le sucedería a sus sentimientos cuando eso sucediese. Era una gran incógnita.

—Se podría decir que estás en la mitad del camino. Aunque... Me siguen preocupando tus pesadillas y ataques en las noches —pensó en voz alta—. Y más que nada, todo lo que sufre tu cuerpo ante cada adaptación de nuevas prótesis. Tenemos que seguir ajustando todo en ti para que ya no tengas ningún inconveniente en el futuro —le informó para que fuera consciente de todos los pasos que daban—. Tus brazos serán reemplazados el próximo mes, una vez más. Estaré contigo, estaré muy cerca esperando los resultados.

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