Una llamada

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Ozzie esperaba desde el otro lado de la puerta de la habitación, ya que Fizzarolli por fin estaba teniendo una comunicación real con Mammon. El pecado de la Codicia no podía venir en persona porque, según él, su agenda era muy ocupada. Sin embargo, tenía que hablar con Fizzarolli con urgencia.

En ese instante y dentro de esa habitación, el imp y el pecado estaban hablando en privado gracias a que Asmodeus le entregó su celular.

Habían pasado al menos cuarenta minutos de charla. Asmodeus no se concentró en tratar de escuchar, muy en el fondo de su corazón no quería hacerlo. Fizzarolli estaba tan emocionado de poder hablar con Mammon luego de casi un año y medio de no tener comunicación directa con él, no quería oírlo expresar su amor hacia ese grandísimo imbécil.

Ozzie apretó los dientes y se mantuvo cruzado de brazos con un humor de los mil demonios. A ese desgraciado hijo de puta se le ocurría venir de la nada, hacer una llamada y ganarse todo el amor e ilusión de Fizzarolli en un segundo y al hacerle escuchar su voz a miles de kilómetros de distancia. La llamada se estaba haciendo tan larga. Los resultados dejarían desconsolado a Ozzie, ya que Mammon podría estar endulzando el oído del pequeño y encariñándolo aún más para que fuera más leal a él, era la opción más viable, la que más le enojaba porque seguiría mostrando una máscara y no su verdadera personalidad.

No pudo seguir teorizando, la puerta se abrió por el mismo Fizzarolli, quien había cortado la llamada y ni siquiera llevaba el celular en sus manos. Asmodeus se desconcentró y volvió su atención al imp, caminó hacia la puerta y entró. Observó de reojo a Fizz, quien estaba a un lado de la entrada y le había dejado espacio para que pudiera ingresar.

—¿Y cómo te fue en tu llamada con tu gran héroe y el mejor artista del mundo? —preguntó Asmodeus con claro sarcasmo y un mal humor terrible, se volvió a cruzar de brazos y volteó al momento de que Fizz cerró la puerta.

No obstante, su rostro pasó del enojo al desconcierto. Fizz bajó la cabeza y largó lágrimas sin emitir sonido. Se veía absolutamente abatido, como si su corazón se hubiera roto en mil pedazos.

—¿Fizz? —fue instantáneo, Asmodeus se acercó a él con mucha preocupación y se arrodilló ante el cachorro.

Estaba por seguir preguntando, pero Fizzarolli se le lanzó encima y su fuerza fue tanta que causó que Ozzie cayera sentado al piso por el empujón. El imp lloró contra su pecho con tanta angustia y desesperación, no podía hablar o explicar que había sucedido. Sin embargo, Asmodeus podía intuirlo. Abrazó ese pequeño cuerpo, lo atrajo a su pecho y lo contuvo como más lo necesitaba.

Fizzarolli, al fin, había descubierto la verdadera naturaleza de Mammon y su siniestra y venenosa avaricia.

—Extraño a Blitzo... —susurró entre sollozos en el pecho del pecado, porque ya no podía contener todos los sentimientos y recuerdos que lo atormentaban al mismo tiempo.

—¿Quién... es Blitzo? —se atrevió a preguntar Asmodeus con mucha preocupación ante su llanto fuerte y su manera de aferrarse a su cuerpo.

—Era mi mejor amigo —el imp jadeó un poco, trató de recomponerse un poco para hablar—. Él me diría que todo estará bien, me calmaría y estaría conmigo siempre. Al menos el Blitzo que yo conocía era así... —se refugió en el pecho del contrario y se sostuvo fuerte de su plumaje con sus dedos de metal—. De verdad lo extraño... Pero jamás volverá.

—¿Por qué? —preguntó Asmodeus al escuchar atentamente la manera en la que Fizz comenzó a contar un poco más sobre él por primera vez— ¿Él es la persona que has estado esperando? —le susurró en su costado mientras trataba de calmarlo masajeando su espalda.

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