En nombre del amor

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Con cuidado, Fizzarolli llegó a paso lento al prado de la clínica, un patio recubierto de pastizal oscuro que era dirigido por la brisa de la estación. La naturaleza estaba húmeda por las recientes lluvias, el clima era templado y el cielo era azul oscuro.

Apenas dio algunos pasos inseguros sobre la hierba impregnada en rocío, Fizz escuchó ladridos. El imp se sobresaltó, se detuvo en medio del pasto y observó la manera en como la flora se sacudía. Sus pequeños quifs, los cuales eran unos ocho o nueve perritos, corrieron a su alrededor y comenzaron a aullar y ladrar con ternura al reconocer la presencia de Fizzarolli. Él se arrodilló sobre el césped, sonrió enternecido al sentirlos y estiró sus brazos para poder acariciar a cada uno de ellos.

Su sonrisa comenzó a borrarse poco a poco, porque su mente no estaba tranquila a pesar de que sus mascotas lo estaban reconfortando. Fizzarolli estaba allí para encontrar a Asmodeus, para hablar sobre su propia decisión y para poder explicarle las razones por las cuales lo hacía.

Fueron unas horas determinantes y difíciles, pero al fin tenía una respuesta. Fuera de todo sentimentalismo, no tenía tiempo que perder ante su elección. Lo pensó con racionalidad, Ozzie decía la verdad cuando hablaba de su mente fría ante acciones importantes. Quería mucho a Ozzie, temblaba cuando lo abrazaba y lo llenaba de cariño, lo extrañaba a más no poder cuando no estaba, pero...

Lo mejor para ambos, era alejarse de él.

Fizz se estremeció ante su propio pensamiento doloroso. Decidió bajo el manto de lo que debía hacer, tenía que tomar esa clase de elección por el bien de Ozzie porque quería protegerlo. Cualquier cosa que agrandase su vínculo solo lo perjudicaría y Asmodeus no merecía nada malo, no luego de todo lo que hizo por Fizz.

La forma de agradecerle todo lo que hizo desde el principio de su rehabilitación, era pagándole con gratitud y con ese acto de protección. Asmodeus no tenía futuro junto a Fizzarolli, su acercamiento era sinónimo de desgracia, de luchas incesantes con la realeza y probablemente con el peor pecado, Mammon.

Estaba pensando con la cabeza en frío. Aún así, Fizz se cubrió sus ojos entre sus manos y apretó los dientes con mucha fuerza. Ese era su deber, el deber de proteger a Ozzie, su amable corazón, su sensible manera de cuidarlo. Si era lo correcto, ¿por qué se sentía tan mal? ¿por qué se sentía como si estuviera tomando una mala decisión? ¿como si fuera un error irreparable?

Entonces, Asmodeus se presentó delante de él. Fizzarolli escuchó sus pasos, se puso de pie rápidamente, quitó sus manos de su propio rostro y abrió sus ojos totalmente atónito. Sus orbes se llenaron de brillos y de lágrimas.

El pecado se arrodilló ante el pequeño cuerpo de Fizz, le extendió un gigante ramo de rosas rojas y lo miró a los ojos con una seguridad de hierro. Sus plumas se sacudieron junto con la brisa fresca, al igual que el pastizal y la naturaleza.

—Te amo.

Fizzarolli se estremeció de tal manera que no pudo formar ninguna oración coherente en su cabeza como para lograr articular palabras. Se le quedó mirando en shock, ni siquiera podía imaginar que eso era real. Un pecado capital, inclinándose ante un ser de poco valor como él, entregando su alma y corazón y arriesgándolo todo, absolutamente todo. Sus rodillas temblaron, no podía asimilarlo. Aún así, observó los ojos de Asmodeus y los percibió más brillantes que nunca. Todo su mundo dio un vuelco, todas sus decisiones y creencias trastabillaron.

Fizzarolli fue invadido por esa clase de amor, que era real y podía ser profundamente estimado por él.

Asmodeus entrecerró sus ojos y le sonrió con una tristeza irremediable al ser consciente de la decisión que Fizzarolli había tomado, lo sabía porque lo conocía bien. De todas maneras, él también tomó su decisión, y fue la de confesarle sus más sinceros sentimientos. Si lo iba a perder, si iban a alejarse, ya no tenía nada que ocultar.

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