Alejarse

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1 año. 5 meses.

Asmodeus había reducido la cantidad de horas y días de visita. No dio explicaciones, intentaba no darlas e intentaba no crear excusas mentirosas. Cuando no estaba, se marchaba para encajar sus horarios libres con encuentros casuales con cualquier clase de demonio. También se encargó de su trabajo, el cual fue descuidado por muchos meses por su atención hacia el imp.

Estaba arreglando su vida de algún tipo de forma. Necesitaba hacerlo.

Sin embargo...

—No está funcionando.

Ozzie suspiró luego de susurrar aquello en su asiento en un rincón de la habitación de Fizzarolli. Apenas había llegado. Abandonarlo para siempre no era una opción, desaparecer de la nada tampoco. Sabía que el contacto cero era necesario y urgente, pero era incapaz de hacerle eso al pequeño. No luego de prometer que estaría allí para él. Además, no solo sería desgarrador para Fizz, sino para él mismo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Fizzarolli en ese instante. El imp caminó hacia él con una mirada cabizbaja y temerosa. Jaló su ropa y tragó su orgullo. Era muy extraño estar preguntando algo tan patético, pero no podía seguir comiéndose esas dudas todos los días. Estaban empezando a afectarlo.

—¿Hice... hice algo malo?

Asmodeus se sorprendió ante su pregunta. Iba a cuestionarlo, pero el pequeño formó una mueca incómoda y le desvió la mirada con una preocupación inconfundible.

—Estás... diferente. Estás distante... —le dijo Fizz al notar que el gran pecado había decidido dejar de venir seguido—. De verdad lamento no haber confiado en tí desde el principio —bajó su voz y transmitió la ansiedad que lo estaba carcomiendo—. No quiero que estés enojado conmigo. Lo siento...

Fue en ese momento que Asmodeus notó esa clase de expresión en Fizzarolli. No dejaba de sorprenderlo, siempre veía nuevas facetas en él, pero aquella era una que nunca hubiera querido provocar.

Ozzie sintió dolor al reconocer el sentido de su pregunta. Se había alejado para intentar olvidarse de él, estaba siendo indiferente y trataba de pasar muy pocas horas en ese lugar, lo justo y necesario. A Fizzarolli nunca parecía importarle, porque solía ocultar sus sentimientos bajó una máscara de hielo. Pero si le estaba preguntando eso en ese momento, era porque lo estaba afectando y ya no podía ser indiferente ante lo que sucedía.

Asmodeus sintió su corazón llenarse de amargura. Estaba llenando de inseguridad a Fizzarolli otra vez, lo estaba llenando de miedos y lo estaba enfrentando a dudas terribles que tenían que ver con el abandono de sus seres queridos.

Lo más importante, lo estaba lastimando al alejarse de él. Lo estaba haciendo hacerse preguntas, incluso lo hizo pensar que había hecho algo malo para recibir semejante castigo y distancia. No... No quería perder su confianza. Había tardado tanto en ganársela, era tan valioso para él tenerla. No quería herirlo, no lo merecía. Y su mirada triste le rogaba solo una cosa: que no se fuera.

—No, no, claro que no. No has hecho nada malo. Ven aquí —Asmodeus cedió por completo, no podía negarse a tenerlo. Lo alzó y lo acurrucó contra sus piernas y su pecho—. Eres muy lindo y muy pequeño, como una ranita... Es tan injusto —terminó susurrando para no ser escuchado claridad.

Era injusto que fuera tan precioso y cálido. No podía alejarse de él, era magnético e inexplicable. Entonces, Asmodeus comenzó a pensar que quizá no podía curarse. Y que no quería curarse.

Cuando estaba con Fizzarolli, sentía que podría comerse al mundo y que cualquier sacrificio valdría la pena. Vivir su eternidad evadiendo sus sentimientos y tratando de negarlos no era una vida plena en si. ¿Por qué tenía que ser juzgado por amar a alguien independientemente de su raza? ¿La realeza no sería una completa mierda si era desterrado o reemplazado por eso?

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