Pros y contras

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—Ay no...

Blitz retrocedió con un rostro atónito ante el desastre que acababa de cometer. Las sirenas de policía llegaron muy pronto a la escena, algunos policías empezaron a rodar el perímetro. Entonces, el imp tragó saliva con nervios y empezó a correr al sentido contrario del cadáver que tenía la cabeza reventada.

No estaba nervioso por matar a alguien con ese viejo y oxidado revólver que uno de sus compañeros le vendió a muy bajo precio. Estaba nervioso y asustado por estar escapando de la policía, ya que no quería volver a pisar la cárcel nunca más.

Luego de asesinar a un pecador porque se pusieron a discutir a los gritos y este le reclamaba que se estaba llevando su auto (era cierto), le disparó al tipo. En pocos minutos, se encontraba corriendo por conservar su libertad. Era la primera vez que mataba a un tipo. No era la gran cosa realmente, tampoco se asustó por hacerlo.

Eso si, le preocupó la excitante emoción al concretarlo. Blitz siempre fue un aficionado de la violencia y las acciones que involucraran sangre y muerte, pero nunca había llegado tan lejos, ni siquiera en sus peores momentos. Y le daba igual porque ese tipo era un pecador, pero no pensó que matar se sentía así de bien.

Tal vez podría hacerse mercenario o algo asi. Su puntería fue buena, directo a la cabeza y en el medio de su frente.

Fue una situación precipitada y sus pensamientos fluían desesperados y frenéticos mientras estaba en medio de esa persecusión. Se ocultó detrás de unos botes de basura, observó rabioso a los hombres que pasaban por la calle corriendo con sus uniformes y gruñó enojado consigo mismo por ser tan estúpido y meterse en esa mierda jodida.

Entonces, Blitz concluyó que no existían empleos honestos. Todos eran empleos y ya, lo importante era el dinero. Sin embargo, necesitaba algún tipo de trabajo más conveniente, elegir alguno que no lo llevara a la cárcel otra vez.

Tenía una especie de idea. A nadie le importaban mucho los pecadores porque se morían en los exterminios fácilmente. Los pecadores de todas formas tenían dinero y podían servir para algo. Tal vez si podía matar humanos de alguna forma sin ser atrapado...

Si mataba pecadores en el infierno, la policía le pondría muchas multas y esas cosas eran costosas. Ah, y era ilegal matar de todas formas.

No obstante, tal vez si mataba humanos reales, humanos del mundo de los vivos, y nunca era descubierto en eso, existía una posibilidad de encontrar un negocio que daría buena pasta.

Escuchó muchas pláticas de pecadores rencorosos en los bares donde se drogaba con Verosika. Ellos estaban resentidos con tipos que seguían vivos. Algunos querían que murieran para volver a verlos en el infierno y romperles la cara. Hasta uno dijo que pagaría por volver a ver a su camarada humano para partirle las piernas. Y eso sonaba cool en la teoría.

Pero para eso, había que ir al mundo de los vivos. ¿Cómo podía hacer eso sin contactos o sin ser un bastardo de la realeza con beneficios? Pedir que fuera legar era demasiado difícil.

—¡AH! ¡CARAJO, ESPEREN! ¡ESTABA PLANEANDO UNA IDEA MILLONARIA EN MI CABEZA!

La policía lo descubrió bastante inmerso en sus pensamientos. Lo tiraron al piso entre dos, le sacaron el arma y lo esposaron en medio de todas las maldiciones que largaba.

Blitz fue atrapado una segunda vez. Iban a condenarlo otro seis meses y así fue. Era bastante poco porque los residentes nacidos en el infierno consideraban a los pecadores menos valiosos que las ratas. Sin embargo, antes de volver a salir, se llevó una advertencia un poco más severa por asesinar a un pecador. Si volvía a hacerlo, la condena podría ser de años.

Blitz no tenía tanto tiempo libre para desperdiciar años en la cárcel. Aún tenía que llegar a la meta de rectificar su vida y la cárcel solo era una piedra en sus zapatos. Al menos, esa segunda vez entendió que ya no debía volver a robar o matar. Y si hacía algo ilegal, al menos debía asegurarse de ganar una buena pasta y no ser descubierto en el proceso. La etapa de ladrón y de asesino circunstancial en el infierno cerró para Blitz, era hora de encontrar algo diferente.

Lo bueno de esa ocasión fue que se llevó a un amigo, el chico se llamaba Moxxie y le caía bien. Salieron de la cárcel juntos, prometiendo colaborar en un negocio. El negocio perfecto. Ambos no tenían nada que perder, no Blitz al menos.

Moxxie no quería hablar mucho sobre su historia, familia o pasado. Lo respetó, le ofreció vivienda y comida en su asqueroso departamento de soltero. Francamente, Blitz necesitaba un amigo o alguien para dejar de hablarle solo a carteles de Fizzarolli como un lunático. Y Moxxie no era malo, era muy inteligente, algo aburrido pero al mismo tiempo tenía un "no sé qué" que lo hacía interesante al expresar sus ideas.

—Mira, creo que existe esta manera genial de ganar dinero —Blitz le habló como un mafioso a Moxxie, ambos en medio de la sala de su departamento. Agarró un papel en la mitad de su mesa y dibujó un círculo alrededor de la cúspide de su plan—. Solo tengo que saber cómo ir al mundo de los vivos de forma gratuita. Y ya me dijiste que eres un experto en armamento. Podemos lograr una mierda muy buena juntos. Hay que matar humanos.

Moxxie no se veía espantado. Miraba a Blitz con bastante interés, como si su idea no fuera una locura y se lo estuviera tomando en serio. El dinero era tentador, ambos eran sujetos que no tenían nada y que debían empezar a invertir su tiempo y sus ideas en algun plan que diera resultado. Los dos estaban rondando los treinta años, no tenían tantas opciones y sabían que si podían ganarse la vida en cualquier trabajo mercenario que dejara muchas ganancias, correr grandes peligros valdría la pena.

—Si. Pero para iniciar una situación de negocios, necesitamos una oficina y una gran logística —mencionó Moxxie mientras se frotaba el mentón y se quedaba pensando en todo lo que implicaba iniciar un buen negocio.

—¿Oficina? —preguntó Blitz agrandado sus ojos. Agitó su cola con emoción y cierto tipo de entusiasmo. Toda su vida tuvo un sueño en particular, el cual se fue deformando poco a poco. El punto era que trabajar en una oficina con empleados y contratar gente era el sueño que siempre anheló y sus ojos se llenaban de brillos al contemplar ese plan.

—Me gusta la idea porque es diferente a todo lo que he escuchado hasta ahora en toda mi vida. Es decir, es muy peligroso y difícil. Pero no creo que sea imposible —le dijo Moxxie con tranquilidad—. El negocio será el primero y el único en su especie. Con tan solo una víctima, podremos ganar mucho. Y debemos cobrar muy caro por todo el riesgo que podría implicar ir al mundo de los vivos.

—Me gusta esa visión ambiciosa —Blitz se sentó a su lado, ya que estaba conectando con ese hombre inteligente y sus ideas, definitivamente estaban en la misma frecuencia y sería un miembro elemental en su equipo—. Porque quiero dinero para completar mi plan de vida.

—¿Plan de vida? —el contrario le preguntó extrañado aquello. No sabía casi nada de Blitz, pero confiaba en su criterio y su energía, la cual le dio esperanza en la cárcel cuando estaban solos en una celda.

—Si, estoy enderezando mi vida luego de pasar por cosas muy jodidas. Y tener un gran trabajo es uno de mis primeros pasos —le mencionó casualmente con una sonrisa confiada—. Ahora solo necesito pensar en alguna forma de ir al mundo de los vivos.

—Bueno. Además de eso, en una oficina necesitamos también más personal —le aconsejó Moxxie, ya que también estaba en ese plan de querer mejorar su vida por sus propios motivos personales—. Un recepcionista y tal vez un asesino más.

El rostro de Blitz se iluminó aún más. ¿Él, a cargo de empleados y siendo la mente maestra detrás de los asesinatos? ¿Acaso ese era un sueño hermoso? La ilusión y entusiasmo se plasmaron en su rostro. No recordaba haber sentido esperanza o algo similar en sus últimos años, era la primera vez que sentía que algo podía salir bien si le ponía empeño al plan.

—Me gusta eso, quiero ser el jefe —soñó despierto. Se sentó en su sofá rotó y empezó a divagar un poco—. Me gusta como se oye también. Jefe Blitz. Señor Blitz.

Cuando Moxxie lo escuchó hablar, como si estuviera teniendo una fantasía al considerarse el jefe de algo, comenzó a creer que Blitz no era la mente brillante que había creído en un principio. Suspiró, de todas formas se aferró al plan y se arrojó a esa posibilidad. Como pensó antes, no tenía nada que perder.

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