La luz de tu corazón

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En la mesa del desayuno, Ozzie llegó al lugar que compartía con Fizz y colocó dos tazas de café, una para cada uno. El ostentoso recinto, la mansión de Asmodeus, era de grandes proporciones y su comedor destilaba lujos por todas partes.

—¿Cansado? La semana de shows todavía no comienza —mencionó el pecado al observar a Fizzarolli con algo de extrañeza. Ozz se sentó frente a él y comenzó a beber de su café tranquilamente.

Fizzarolli, sentado en su suave silla de terciopelo, revisaba el celular con una expresión aburrida y bastante exhausta debido a la falta de sueño. Se cruzó de brazos sobre la mesa y siguió scrolleando sobre las noticias de espectáculo del círculo de la Codicia, lugar donde trabajaba la mayoría del tiempo. Se fijaba en su imagen, en los rankings de otros espectáculos o en los circos que surgían en otros anillos que siempre terminaban fracasando a comparación de sus propios montajes de shows.

—Tengo que empezar a programar la nueva rutina, liderar a todos los nuevos talentos y hacer que sigan mi acto —le contestó a Asmodeus con una voz severa, ya que se esforzaba mucho cuando trabajaba—. No es tan difícil, pero dirigir a los artistas significa que estaré gritando de un lado a otro sin parar hasta que se ajusten al nivel.

Bebió un poco del café de su taza, suspiró larga y pesadamente y dejó el celular encendido en un lado de la mesa. Se frotó los ojos con sus puños y quiso deshacer las ojeras que siempre estaban allí y debía cubrir con maquillaje cada vez que salía al exterior. El trabajo era bien pagado y él era muy reconocido, pero eso se debía a que trabajaba muy duro la mayoría del tiempo, en especial en las épocas de giras hacia otros anillos llevando su presentación a todas partes.

—Es divertido cuando salimos con el grupo a beber, todos son excelentes —le comentó a Ozz volviendo a sujetar la taza entre sus manos—. Pero a la hora de trabajar, no me gusta perder el tiempo. Es un show de Mammon, él quiere perfección y, por eso mismo, no debo cometer ni la más mínima falla —aseguró frunciendo el ceño—. Principalmente yo, siendo su protagonista.

Asmodeus escuchaba ese mismo discurso desde hacía años por parte de Fizz. Suspiró igual de agotado, porque él cumplía el contrato al pie de la letra. Los imp no podían objetar ante los contratos con los pecados, sin embargo, era difícil ver la manera en como Fizzarolli se presionaba tanto a si mismo. Cada vez que quería hablar con Mammon para pedirle que al menos le diera descansos en medio de las giras, Fizz se oponía a qué tuvieran contacto. Y no tenía idea de porqué se rehusaba tanto a que no se involucrara con la Codicia para poder protegerlo.

—Mammon sabe que al solo mostrar tu hermoso rostro y tu indudable talento, serás el centro de atención de los medios —Asmodeus le sonrió, tratando de no arruinar el momento con sus preocupaciones—. Siempre ha sido así desde que empezaste en la industria.

—Supo construir mi popularidad desde el principio —Fizz le siguió la línea de conversación—. Y si seguimos vendiendo nuestra imagen como parte de los shows en Ozzie's, muchos más vendrán a verme y a comprar todas mis mierdas. El talento vende, pero una imagen sexy vende aún más.

El mostrar una nueva faceta nunca estuvo en los planes originales de Fizz, pero si lo hacía con Ozzie se sentía cómodo con mostrar piel. Era un hecho que los robo Fizzy's vendían no solo servicios comunes, sino también sexuales.

Mammon aprovechó la movida de marketing para que tanto Asmodeus como Fizzarolli pudieran publicitar juntos tanto juguetes y mercancía erótica, como también mostrar a Fizz bajo lencería provocativa en sus publicidades. Mammon no podía hacer nada en contra del secreto que ellos dos compartían, pero al menos, a cambio de quedarse callado, podía llevarse gran parte de las ganancias de su nueva sociedad de negocios o como ellos quisieran llamarle a lo que tenían frente al mundo.

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