Cada segundo cuenta

173 26 109
                                    

Blitz empezó a reflexionar cuando salió de la cárcel por primera vez. Era verdad que sus tres metas principales eran bastante ambiciosas teniendo en cuenta de que era un pobre infeliz que no tenía nada. Sin embargo, su convicción seguía fuerte. Tenía los objetivos, era hora de elaborar estrategias para conseguirlos.

Mientras robaba un auto con sus antiguos camaradas que lo dejaron abandonado y huyeron la última vez, se preguntó cual era el concepto de empleo honesto. Probablemente desarmar autos no lo era.

Hasta encontrar ese concepto en su subconsciente y pensar en algo, necesitaba comer. Si, necesitaba algo de dinero para sobrevivir porque el alquiler y todas sus cosas básicas no se pagarían solas. Él volvió a alquilar el cuchitril que tenía antes de vivir con Verosika y se había instalado con bastante emoción. Ahora que había mandado al demonio su relación, debía empezar a vivir como un soltero otra vez. Empezar desde cero, abrazar la soledad y encontrarse a si mismo y en su nuevo rumbo.

Cada noche, iba a la azotea a ver la estúpida gigantografía de Fizzarolli allí. No era Fizzarolli, pero podía hablarle a pesar de que ya no estaba drogado o alcoholizado. Sabía que se veía estúpido y delirante y sobre todo, muy patético. Pero no tenía amigos de verdad, los amigos de fiesta no eran amigos. Y podía ser sincero con un cartel porque no lo juzgaría o se burlaría cruelmente de sus sentimientos.

En ese punto de las cosas, el cartel de Fizzarolli era más receptivo y empático que Verosika.

Al dar el gran paso de dejar de consumir, comenzó a tomárselo en serio. Fue demasiado fuerte y duro, esos meses en la cárcel fueron un asco. Lo único bueno fue lo de fortalecer sus convicciones.

Estaba decidido a eso, iba a enderezar su vida porque tenía esa mierda grabada en la cabeza y nadie lo alejaría de su más grande plan. Al menos, Verosika entendió el mensaje y no volvió a contactarlo. Ya había terminado con su relación, estaba limpio de drogas y ahora tenía todo el mundo por delante.

Mientras bebía un gran envase de café helado en la azotea de su departamento, miraba el cartel de Fizzarolli que fue nuevamente cambiado. Sus publicidades luego de su debut se volvieron más llamativas, sus ropajes más sensuales y sus posiciones más hermosas y provocativas. Sabía que era un bufón de la realeza, pero también parecía un modelo sexy de revista que vendía su preciosa figura ante el público y lucía perfecto en cada sesión nueva.

Suspiró y enredó su cola un poco. Estaba algo decaído al ver tanta perfección... Fizzarolli ya no estaba solo en las fotos. A veces, el pecado de la Lujuria, Asmodeus, lo acompañaba para promocionar lencería o juguetes sexuales. El corazón de Blitz estaba lleno de agujeros, pero verlo con ese hombre solo le pulverizaba los pocos pedazos que aún conservaba intactos.

—¿Cómo hiciste todo eso? Oh... Aún no escucho tu voz. Me da algo de miedo —le habló al cartel como si hablara con Fizzarolli. No esperaba respuestas. Al menos el ambiente que creaba en su azotea era un lugar seguro a fin de cuentas—. Dijeron que la perdiste la última vez que intenté verte. Pero al parecer, la recuperaste.

Blitz estaba acostumbrado a la voz suave y tierna de Fizz. La manera en como le hablaba la hacía aún más linda. Cuando supo que su voz fue dañada por el incendio, sintió que le clavaban otro puñal en el pecho, sumado al resto de puñaladas que sintió en aquellos años.

Le asustaba que fuera muy diferente, que ya no existiera ni un poco de lo que fue Fizzarolli alguna vez. Su apariencia era reveladora y lucía desvergonzado y muy seguro, como si jamás hubiera existido aquel chico sensible que lloraba con facilidad y se aferraba a él en las noches para poder dormir.

¿De verdad el Fizzarolli que conoció ya no existía? ¿Ya no había nada de esa esencia pura e inocente en su interior?

—Te recompusiste y te hiciste fuerte. Probablemente te llenaste de odio hacia mi y ese fue tu motor de impulso —soltó Blitz con resignación y amargura—. Como yo fui tu motor de impulso, no me avergüenza admitir que tú eres mi motor de impulso y mi motivación. Debía dejar a Verosika porque estábamos en una mala situación.

You are loving | RebirthWhere stories live. Discover now