No estoy roto

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El estudio estaba inundado de todo tipo de demonios y servidumbre. La sesión fotográfica del año iba a ejecutarse de una vez, luego de tantos contratiempos por ambas partes. Tanto hellhounds cómo súcubos acomodaban la escenografía, dirigían la puesta en escena y organizaban los cambios de vestuarios. Verosika y Fizzarolli cubrían rubros del espectáculo similares, pero diferentes al fin y al cabo.

Tenían en común que su señor supremo era Mammon y por eso una colaboración entre ambas figuras causaría una sensación e impacto grande en el público del infierno. Artistas reconocidos del pecado de la Codicia unidos en un mismo estudio lograrían vender una sensual imagen, tanto en productos y ropa glamorosa cómo también en lo visual.

Fizzarolli llegó al estudio luego de bajar de la limusina y alejar a los paparazzi que estaban cubriendo la entrada. Se retrasó en el horario, pero honestamente no estaba siendo responsable ese día.

Colaborar con otras estrellas siempre era motivo de escándalos amarillistas, era un dolor de cabeza. Era genial que fuera Verosika y todo eso y era consciente de que era muy beneficioso y que Mammon estaba realizando buenos movimientos con sus dos piezas de ajedrez más poderosas, sin embargo no borraba el hecho de que no le gustaba trabajar con otros porque sabía que solo se estaban colgando de su imagen.

Fizz caminó a través del estudio mientras entregaba su tapado de piel a sus asistentes. Cubría sus ojos con grandes lentes negros recubiertos con cristales violetas, estaba un poco cansado luego de coger como un animal toda la noche con Ozzie y no podía dejar que las personas se dieran cuenta. Era otro de los motivos de su retraso. Tragó como diez analgésicos y llegó allí casi como nuevo, no había nada que un poco de polvo y corrector de ojeras no solucionara.

Se detuvo cuando reconoció a Verosika a metros de él, frente a grandes espejos y siendo maquillada y peinada por todo el personal de Mammon. La mujer lo sorprendió, era radiante. Figura elegante, cabello largo, rosado y sedoso y un trasero y pechos de actriz de película porno. Era muy llamativa, incluso sus grandes ojos de pupilas rosas podían hacer que cualquiera cayera a sus pies debido a su belleza.

El bufón le desvió la mirada con un rostro aburrido. Llegó a su lugar, su cuarto abierto cubierto de espejos gigantes, luces cegadoras donde las mesas estaban cubiertas de paletas de maquillaje y ropas de las marcas más costosas. Los maquilladores y estilistas comenzaron a trabajar en Fizz luego de que él tomó asiento. Generalmente siempre se trataba de lo mismo, cubrir arañazos, mordidas y chupones en su piel blanca. También recubrir las zonas rojizas de su piel sana, no quemada.

Se observaba fijamente frente al espejo, siempre en silencio y esperando a que terminaran el trabajo. En algún punto de su vida, no era capaz de poder contemplarse de esa manera, tolerar su figura, su apariencia o sus quemaduras tan obscenas a la vista.

En ese presente, a Fizzarolli no solo le había dejado de importar, sino que tenía la confianza suficiente para comprender que nadie lo veía como el monstruo que había creído ser. Era lo contrario, Fizzarolli era deseado y amado a pesar de sus heridas y sus prótesis.

Los estilistas profesionales quitaron su gorro, comenzaron a retocar con maquillaje sus cuernos rotos. Incluso así, Fizzarolli no dejaba de mirarse de una forma indiferente. Sabía que era objetivamente sexy, porque todo el infierno quería una probada de él. Fuera como producto, como un cuerpo o como entretenimiento, él era amado.

La sesión de ese día, precisamente, sería para promocionar marcas de ropa muy costosas y sexo. Verosika era un súcubo y era un estereotipo, él iba a amoldarse a la temática aprovechando la volteada de popularidad de sus Fizzy's para adultos y se vendería a si mismo de esa forma.

Una vez arreglado, alineado con glitter y ropa muy ligera que dejaba mucho a la imaginación y con un gorro de colores rojizos y oscuros que combinaban con su ropa, Fizz se miró al espejo y torció una mueca de nerviosismo al ver sus ojos. Se cubrió con sus gafas oscuras, tendría que rogar que photoshopearan su falta de horas de sueño y su cansancio general porque no sería fácil encontrar un ángulo que cubriera semejante evidencia.

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