La ciudad

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1 año. 3 meses.

Se estaba durmiendo en su propio asiento. Asmodeus tuvo unas semanas muy difíciles y estaba organizando su tiempo de una manera desastrosa. Su organización iba en juego con el resto de sus problemas emocionales, ya que todo se había vuelto caótico ese último año. Buscaba tiempo y formas para poder seguir asistiendo a la clínica, pero sus excusas se estaban volviendo pobres.

Sus viajes de negocios le quitaban tiempo, al igual que sus periodos de trabajo en las fábricas de Lujuria. Acomodó y rechazó trabajo a su conveniencia, movió su mundo para estar junto a Fizzarolli. Cerró sus ojos frunciendo el ceño, molesto consigo mismo. Estaba siendo muy irracional e irresponsable. Sin embargo, todo lo que hacía, era porque aún estaba muy asustado de poder perderlo. Su última cirugía fue monstruosa y le dejó más secuelas mentales a él que a Fizz, podría apostarlo.

Nunca tuvo tanto miedo de perder a alguien. No lo recordaba. Y pensó que asesinar a todos los súcubos responsables de la incompetencia en el quirófano sería suficiente para satisfacer su sed de sangre y venganza. Pero no lo fue. Su espíritu no estaba tranquilo. Y eso lo llevaba a su situación actual de mandar su vida diaria al diablo al igual que sus responsabilidades. La única forma de sentirse tranquilo era estar presente allí, con Fizz.

Se estaba volviendo tan parcialmente insano que no se dio cuenta. Tenía que enderezar su vida para no dejarse consumir por esos sentimientos. Lo hacían estúpido, lo hacían sentir muy frágil, lo hacían tomar malas decisiones. Estaba mal, pero no sabía cómo dejar de sentir. ¿Acaso era posible hacerlo?

—Ozzie. Mira, puedo usar un poco más mis brazos. Puedo hacer esto.

Fizzarolli estaba en su cama, trató de llamar la atención del pecado quien se estaba quedando dormido en su asiento. El imp sonrió un poco y estiró uno de sus brazos hacia su cuerpo, enredó su extensión contra su brazo y lo agitó. Sonrió al despertarlo, ya que Ozzie abrió sus ojos en estado de alerta al sentirlo.

—¡Hey! ¡Estaba intentando dormir un poco! —le reclamó el pecado al volver en si y recuperar la compostura frente al cachorro.

—Lo sé. Pero quería molestarte —se rio el pequeño imp, no pudo evitar ser travieso y jugar con sus brazos.

Tomó asiento en la cama y lo miró con curiosidad. Últimamente Asmodeus se veía más cansado de lo habitual. Ladeó su rostro confundido hacia él, porque no sabía que los pecados podían sentir un grado alto de sueño o cansancio. Eran muy poderosos, incluso pensaba que no eran capaces de ser heridos de ninguna manera.

El imp movió su larga cola de un lado a otro, se sintió culpable al reconocer que debía estar haciendo grandes sacrificios para permanecer siempre allí. Él nunca volvió a faltar a su palabra y siempre estaba a su lado, nunca se iba. No sabía cómo agradecer esa clase de lealtad hacia un ser tan insignificante como él.

—Fizz... —Asmodeus le habló y lo sacó de las nubes— ¿Por qué firmaste un contrato con Mammon?

Fizzarolli lo miró a los ojos con una expresión algo fría. Lo tomó un poco por sorpresa. Pero, al parecer, Ozzie había estado pensando en preguntarle aquello por bastante tiempo.

—Porque él me ofreció una gran oportunidad —respondió naturalmente—. Y quiere ayudarme a ser mejor, nunca lo hubiera logrado si no me hubiera traído a este lugar.

Asmodeus escuchó fuerte y claro su respuesta. Desde que Fizz empezó a hablar de forma fluida, comenzó a captarlo de una forma diferente. No era un cachorro ingenuo e inocente, era un adulto inteligente y bastante frío y objetivo la mayoría del tiempo. Pero también, notaba que estaba dañado de una manera inexplicable en cuanto a su psiquis. Fizzarolli no tenía sentido común, era retorcido en algunas de sus respuestas y algo le decía que no era así antes de su terrible incidente. Le daba tristeza pensar que semejante acontecimiento hizo que gran parte de su antigua personalidad pudiera perderse, pero no podía esperar menos luego de su trauma.

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