El rey de la Lujuria

486 40 54
                                    

Entre las sábanas de su enorme cama, Asmodeus lo mantuvo debajo de su cuerpo, rodeó su cadera con sus dedos y le encajó un suave beso en los labios. Fizzarolli cerró sus ojos por inercia, se dejó llevar y encomendó su cuerpo a la protección de Ozzie.

Su anatomía joven de imp no era tan fuerte como la de los súcubos, los cuales fueron creados para el deseo y la lujuria. Además, su cuerpo no era muy resistente luego de su recuperación. Estaba sano, sus prótesis podían estirarse bien y era ágil y atlético, no desconfiaba de eso, pero nada se comparaba con el hecho de acostarse con la mismísima Lujuria.

Entrelazaron sus lenguas, disfrutó de la amabilidad del beso y de la suavidad con la que lo trataba Asmodeus. Desde que comenzaron a vivir juntos, desde que llegó a su hogar, Ozzie jamás lo hizo sentir incómodo ni le insistió para tener relaciones. Respetaba mucho su espacio. Los límites ni siquiera eran hablados, sino demostrados con gestos y miradas. Sin embargo, Fizzarolli sabía que lo necesitaba tanto como él. Era un hombre con necesidades como las de cualquiera. Y habían pasado años desde la última vez que tuvo sexo.

Ozzie mordió el labio inferior de Fizz, lo hizo jadear acalorado. Estrujó sus caderas y bajó una de sus enormes manos para jalar uno de sus pezones por debajo de su pijama. Fizzarolli gimió afectado ante sus provocaciones... ¿Cuánto tiempo podría resistir esos ataques a su resistencia? Ozzie lo besaba nuevamente, envolvía su lengua con la suya y causaba un desastre de sensaciones y excitación mientras seguía retorciendo sus pezones duros una y otra vez. Fizz gemía débil y propenso ante el placer. Profundizó el beso, sus manos temblaron mientras enterraba sus uñas en el plumaje de su torso.

Se separó abruptamente y se aferró a las sábanas a sus costados cuando Ozzie le estrujó las nalgas y enterró sus dedos en la parte de atrás de su cintura, podía hacerlo con tranquilidad con solo una mano. Era tan fuerte, firme y dominante a la hora de tocarlo. Fizz mantenía sus ojos cerrados, gimiendo a más no poder y totalmente sonrojado al instante en que Ozzie bajó su rostro hacia su pecho, desgarró su ropa con su pico y comenzó a lamer con su larga lengua húmeda la extensión de su pecho, chupando sus pequeños pezones hasta bajar a su pelvis.

Fizz se desarmaba en gemidos repletos de desesperación, era placer, era tanto placer que no podía manejarlo. Era tan diferente a todas las veces que lo había hecho antes, ese deseo era tan inmenso y monumental que no podía pensar con claridad ni descansar ni por un segundo. Solo podía gemir y retorcerse en medio de temblores. El calor era tan fuerte, al igual que el deseo de ser penetrado y embestido hasta el fondo hasta desmayarse.

Gritó cuando Ozzie le desprendió la ropa interior, sumergió sus labios sobre su pequeño miembro erecto y comenzó a comerle la verga como un total experto. Fizzarolli levantó las caderas y se abrió de piernas por instinto, dejó caer su cuello hacia atrás y comenzó a sudar. ¿Qué era esa fiebre de lujuria que lo azotaba con tanta fuerza? ¿Siempre fue así de sensible en sus puntos débiles? Fizzarolli estaba descubriendo zonas sensibles que ni siquiera conocía, se sentía pleno y cómodo experimentando su sexualidad junto con Ozzie. Eran lugares muy sensitivos que nunca fueron explorados, sensaciones que eran tan intensas que le estaban dejando la mente en blanco.

Iba a venirse... Fizz se ahogó en gemidos agudos y sintió sus caderas comenzar a contraerse. No podía mantener el control... ¿Qué era sensación? Lo asustaba... El placer le volaba la cabeza, se estaba mareando y sus ojos comenzaban a nublarse por las lágrimas. Nunca tuvo un orgasmo tan fuerte, nunca fue lamido y succionado de esa forma, esa larga lengua caliente serpenteaba su miembro de un lado a otro y los labios de Asmodeus lo chupaban sin parar.

Fizzarolli gimió cómo último aliento, siendo incapaz de contenerse debido a la incesante estimulación de sus sensibles puntos débiles. Se vino en la boca de Asmodeus, quien succionó sin cesar sus fluidos incluso después de venirse. El pequeño abrió sus ojos a más no poder y dejó que sus pupilas de desorbitaran. Demasiado placer... Demasiado. No podía manejar ese placer.

You are loving | RebirthWhere stories live. Discover now