Verosika side B

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21 años.

Blitz tomó la cintura de la preciosa súcubo entre sus grandes manos, fue despiadado y veloz, no le tuvo miedo al exceso del alcohol entre sus cuerpos o a la adrenalina que era el fruto de cada día para ambos. La recostó sobre el colchón roto y sucio, la besó en los labios con lujuria y salvajismo. Verosika envolvió sus piernas desnudas alrededor de la cintura de Blitz y sonrió en medio del beso, mordió sus labios y gimió excitada ante aquellas manos que no dejaban de frotar su cintura.

Y cuando Blitz se separó del beso, ambos se miraron a los ojos por largos segundos bajo la luz tenue y amarillenta de ese departamento barato y sucio. La chica sonrió poco a poco con bastante confianza en si misma, le tomó el rostro al imp con sus dos manos y volvió a besarlo con ímpetu, entusiasmo y ganas de devorar toda su lujuria.

Blitz mordió suavemente esos labios que tanto lo enloquecían, bajó una mano para desenfundar su miembro y correr la ropa interior de Verosika. Entonces, las embestidas comenzaron a suceder con una rudeza y un ritmo muy definido. La chica abrazó los hombros de su hombre, entrelazó su lengua con la de él y gimió excitada ante cada preciso golpeteó que le hacía disfrutar su unión como nunca. La forma descuidada y fuerte en la que Blitz siempre la tomaba la hacía sentir en el cielo.

Si, luego de entrar al descuidado y viejo departamento que Blitz estaba alquilando y luego de haber venido en la noche larga de juerga del sábado junto a una joven Verosika, ambos terminaron en ese colchón cogiendo como si su vida dependiera de ello.

Ese departamento era un desastre, lleno de botellas rotas o vacías, paredes rasgadas y dibujadas, basura y comida chatarra. Pero a ninguno de los dos parecía importarles a la hora del sexo, porque perdían el control y se perdían en el cuerpo del contrario cada vez que se tocaban, se mordían y se besaban.

A la mañana siguiente, Verosika secaba su cabello mojado con una toalla luego de salir de la ducha. Tomó asiento al costado de Blitz, quien miraba su celular y fumaba un cigarro de marihuana sin prestarle mucha atención. Ambos en silencio, disfrutando de una compañía que parecía ausente, pero no lo era. Llegaron a comprenderse lo suficiente como para entender que necesitaban algo de silencio luego de tener tanta intimidad.

Un par de años juntos les hizo entenderse y respetar ciertos puntos. Sabían que eran jóvenes y su relación era algo extraña, más bien, fuera de lo común por sus prácticas con otros y entre ellos. Sin embargo, estaban entrelazados y unidos por un amor que no podían describir, un tipo de amor que no era para cualquiera.

La súcubo revisó su celular, empezó a reproducir un poco de música y a tararear. Y sonriendo con cierta paz, recostó su cabeza al costado del hombro de Blitz y cerró sus ojos para que pudiera escucharla. Quería deleitarlo con su voz, derretirlo y seguir manteniendo su corazón a su lado. Las emociones de Blitz a veces eran un misterio, podía palparlas y luego sentir que se alejaba, para luego volver y rogar cariño. Era difícil, pero no imposible de dominar. Si había algo de lo que estaba segura, era de que su voz lo enamoraba.

Blitz detuvo un mensaje que escribía. Se quitó el cigarro de los labios y se lo ofreció, haciendo que ella lo tomara sin problemas y comenzara a fumar luego de largos minutos de cantar. Inhaló y exhaló, el humo recubrió todo el departamento y el aroma era fácil reconocer. De todas maneras, cuando Blitz volvió a tomar el cigarro, la miró de lado y con solo una mirada rápida, le indicó que quería seguir escuchando esa voz que lo hipnotizaba como si fuera el canto más hermoso que alguna vez hubiera oído.

Verosika comenzó a reírse, para luego entonar la letra de una canción en tonos bajos y lentos. Y mientras Blitz la escuchaba, apagó el cigarro, la abrazó de lado y se recostó junto a ella.

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