➳ 48 | Rusia. Pt 2 | ➳

11.9K 720 334
                                    

Nuestro pasado nos precede 


—Rhavenya...

La voz es hermosa, fuerte, y sigue sonando muy familiar, quizás demasiado familiar. Como si la hubiera sentido antes, oído antes. Es ruda, cristalizada, hermosa, fuerte y... Familiar.

—Rhavenya...

Me llama, me está llamando. Tan fuerte, pasiva, serena, como si me necesitara. Yo camino, hacia donde esa voz me llama, hacia la oscuridad, porque su serenidad me hace sentir distinta, se siente suave, tranquilo...

En paz.

En casa.

—Rhavenya...

No veo nada, no siento nada, nada salvo el llamado de esa voz...De la hermosa voz que me llama. Yo camino, comenzando a ir hacia donde la siento venir. Hacia donde el llamado suave, hermoso como la luz del día, brillante y duro como el orgullo me llama, como puedo sentir ese...

Ese amor...

Esa voz femenina me llama. Una y otra vez, acaricia mis orejas como si de la seda se tratara, seduciéndome. Haciéndome empezar a correr hacia donde la percibo, donde algo en mi pecho comienza a jalarme hacia ella, una sensación en el pecho me atrae a esa dirección.

—Kaleshtrya....

Kaleshtrya...

En mi campo de visión aparece un objeto, un... mineral, en el suelo, en las paredes de mis pensamientos. Arrojándose en mi cabeza de forma estrepitosa, implacable. Un tipo de roca, de mineral, de cristal... De color tornasol, sin ser un color en específico, pero varios al mismo tiempo.

Plateado, azul, blanco, verde, morado, rosado pastel platinado....

Me acerco a él.

De inmediato, una energía increíble me empieza a invadir. Una energía increíble, hermosa, fuerte, imbatible, desgarradora, poderosa, hermosa. Me acerco a tocarlo, cuidadosamente, y de forma cautelosa.

Las yemas de mis dedos apenas lo tocan se sientes poderosas, como si absorbieran algún tipo de poder. Mi cuerpo se apodera de lo que sea que este mineral tenga, tocándolo y puedo sentir mi respiración acelerarse cuando lo observo, mis ojos se sienten maravillados, bendecidos, como si estuviera en presencia de un Dios.

De la nada, el material se rompe en pedazos, miles de trozos frente a mí.

Pero no me hace daño. Mejor dicho, se arremolina a mi alrededor, creando espirales hermosas de fragmentos de color tornasol y polvo brillante del mismo color. Y uno de sus trozos queda frente a mis ojos. Haciéndome ver mi reflejo, mis ojos negros como la noche, haciéndome ver mi oscuridad, mi poder...

Parpadeo varias veces y lentamente para después de unas cuantas, ver otros ojos, unos grises iguales a los míos, con pestañas más largas, ojos más hermosos, un cabello castaño corto, yo frunzo el ceño, pero el reflejo no lo hace.

Más bien, sonríe, sus mejillas se hinchan, y en una voz más madura, sensual, hermosa, masculina, distinta a la que me llama, me dice:

—Un placer verte otra vez, Devastación.


Yo me levanto de golpe, con la frente empapada, al igual que mis brazos y mis manos, con la respiración tan acelerada que puedo sentir mi boca completamente seca y jadeante. Llevo una mano a mi pecho en mi clavícula, en el centro de mi clavícula, sintiendo el vacío de esa atracción que me llamaba.

ARMAS LETALES © [ Despiadados I ]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora