➳ 13 | Sangre Fría | ➳

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¿Para qué tener piedad con aquellos que dieron por alto las súplicas de otros?.

—¡Y una mierda!—escucho el grito de Taylor en su oficina y cierro mis ojos bajando la cabeza.

Rasco mi mejilla cubierta de sangre seca mientras que sigo esperando afuera de la oficina algo impaciente, sé que la cague, claro que lo hice pero no me arrepiento de nada eso fue estupendo, más que estupendo, me siento increíble, más serena, más tranquila, como si me fuera quitado un peso de encima. Y sobre todo siento como si la pieza que faltaba en mi rompecabezas ya estuviera ahí, como si yo ya estuviera completa.

Claro que eso no quita el hecho de que Taylor va a matarme y lo más ironico es que no fue porque quisiera huir, es porque hice mi cacería mucho antes de lo que debería y si mi memoria no me falla debía de hacer mi cacería dentro de un mes. Sí, estoy en serios problemas.

Los Quinn están adentro enfrentando el problema que yo cause, se suponía que sería una cacería tranquila, y en la cual YO no participaría pero claro que fui la que termino haciendo de ese bosque una carnicería.

Tomo una respiración profunda y lo asimilo.

Ya había matado, no solo matado, había matado a tres personas y eso es lo que me sorprende, tres de golpe, así a lo brutal, a lo salvaje. Aún sigo asimilando lo rápido que paso, lo hambrienta y desesperada que me encontraba por ello; por matar a ese hijo de puta que casi me asfixia, ese fue mi detonante, el que intentará ahorcarme. Me volvió loca.

Pero claro que como soy una loca no era suficiente, no era suficiente con degollar a uno, sino que le rompí el cuello a la chica y de paso le perfore el corazón a otro. 

Mi mente recopila todos esos... momentos en los que me sentía vacía, como si algo no encajara como si algo faltaba, mi vida era tan rutinaria, simple y estructurada... perfecta, pero aunque ni yo misma quiera admitirlo siempre sentía dentro de mi ese hueco, esa grieta que se provocaba en clases de arquería, en las de piano y hasta en la cafetería de la preparatoria cuando todo se veía tan típico, tan... tradicional y aburrido, a mis ojos claro.

Mi concentración es interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose.

El primero que veo en la puerta es a Alexey y ni siquiera se molesta en mirarme, con esa mirada cabreada de siempre comienza a caminar alejándose y el siguiente en salir el Lucka, me mira con esos ojos azules llenos de repulsión los pone en blanco y se va.

Kalet sale con una sonrisa en el rostro y la burla presente en sus negros y grandes ojos. 

—Te recomiendo que te vayas a un internado de monjas en Rusia—advierte y le regalo una mirada asesina. Él solo sonríe con malicia antes alzar una de sus rubias cejas e irse por donde sus hermanos. Lo miro mientras camina y mi mirada por inercia ahora va a su nuca viendo la pieza de ajedrez que tiene tatuada. 

Un caballo...

Instintivamente mis ojos recorren su cuello, hombros, espalda y finalmente caen en su trasero.

La verdad es que lo tiene realmente lindo y diría que hasta más grande que...

—Raven—el llamado serio de Taylor hace que voltee rápido.

Me invita a pasar y lo hago en silencio, me siento enfrente del escritorio de cristal y mis manos van nerviosas a mi regazo. Ok por muy dura que yo pueda darmelas no voy a negar que me siento algo intimidada. Él se sienta en la silla de terciopelo que sigue resaltando en la blanca habitación, oigo como toma una profunda y tranquila respiración.

Cuando por fin tengo los ovarios para pronunciar una palabra él me interrumpe.  

—¿Cómo te sientes?—me cuestiona con sus grises ojos brillando.

ARMAS LETALES © [ Despiadados I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora