Capítulo 47 - Parte I

3.8K 600 220
                                    

—No puedo caminar si tiras todo tu peso sobre mi —alcanzó a decir suspirando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—No puedo caminar si tiras todo tu peso sobre mi —alcanzó a decir suspirando.

—Estoy asegurándome que estás aquí —confesó entre abriendo sus ojos —. No vas a irte ¿cierto? —preguntó queriendo convencerse que todo aquello había ocurrido, que Stella estaba en esa misma casa, en esas mismas vacaciones y que su confesión tuvo el resultado ansiado.

No podía estar tan loco para habérselo imaginado.

Stella apartó su largo cabello de su rostro mientras los llevaba a ambos hacia la habitación. Era una tarea más que difícil si por cada paso que daba León buscaba tocar su rostro queriendo convencerse que era ella.

—Estaré aquí mañana cuando despiertes, ahí podrás darte cuenta.

León soltó una corta risa.

—¿Crees que voy a dormir solo?

Fue imposible no sentir su piel erizarse, y es que lo tenía tan cerca de su rostro, permitiendo que él jugueteara con uno de sus mechones, admirándolo, fascinado con el color rojizo.

—Creo que primero debes darte una ducha —murmuró al abrir la puerta de la inmensa habitación de esa misma casa donde toda la familia se hospedaba.

Stella jadeó azorada ante el lujo despampanante de ese lugar, y aquello bastó para que León se soltara y comenzara a desprender su camisa, dejando a la luz aquel torso bronceado, la fuerza de sus brazos contraerse por cada movimiento.

Dios... ¿Cuándo iba a acostumbrarse a todo lo que él era? Aún seguía pensando en lo que sus oídos escucharon en aquel bar. Ni planeado podría haber salido mejor, todo revestía el estilo inesperado de León, a corazón abierto.

El quejido que aquel hombre soltó al tropezar en el baño la sacó de su trance.

—Deja que te ayude.

Rápidamente se acercó para sostenerlo, no queriendo detenerse en la enorme bañera que parecía invitarla a un momento de relajación.

León comenzó a tararear entre silbidos mientras peleaba con el botón de sus vaqueros como si aquello fuese una rutina entre ambos.

¿Era momento de dejarlo solo? ¿Por qué sentía que estaba estorbando su baño?

Sacudió su cabeza alejando aquellos pensamientos intrusivos, y abrió el grifo para dejar que la bañera se llenara. Un poco de jabón y la espuma comenzó a cubrirlo todo para ese momento de descanso en el que podían caber cuatro personas.

Suponía que eso no era motivo para sorprenderse, era a lo que toda esa familia acostumbraba.

—Creo que...ya está listo —comentó cerrando el grifo al controlar la altura del agua.

—¿Sí?

Mhm —asintió dando un paso hacia atrás antes que sus manos se aferraran a esa bañera y quisiera relajarse al igual que él.

Reputación macabra © (Markov IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora