no puedo olvidarme de ti

206 5 0
                                    

Saltaron sobre ellos mismos. Se asustaron o aparentemente parecían asustados después de mi pregunta. Todos se miraban de reojo menos Liam, que soltó una carcajada.

-Venga – hizo una seña con las manos, para después cruzar los brazos -. Contadle lo que me habéis contado a mí. Decidle lo que hizo por quedarse con vosotros y no irse conmigo. ¡Vamos! – cambió su posición para meterse las manos en los bolsillos del vaquero.

-¿Pero qué hice? – me puse histérica. ¿Qué cosa tan mala hice para que Liam estuviese así? ¿Beber? ¿Fumar? ¿Drogarme? ¿Follar? Eso es impropio de mí, eso no puede ser. Claramente no.

-Te defasaste ____... – habló Ángela, para darle paso a Harry. 

Ella fue y se sentó en el sofá con Zayn, pareciendo que no querían saber nada más o quizás, que no querían recordar esa historia. De qué hice y de por qué ahora estoy aquí. Louis me miró apenado, para volver a salir de la habitación. Y por lo que podía observar a través de la cortina, se sentaba en los asientos del pasillo para otra vez pasar sus manos por su pelo. ¿Qué coño pasó para que me mire así?

-____ - Harry se sentó a mi lado, acariciándome el brazo. Yo le sonreí. Pensar que lo de Charlie fue un sueño y oír esa voz me hace sacar esa sonrisa de boba. La que siempre intento ocultar -, bebiste, fumaste, te drogaron y…

-¡¿Y?!

-Imagínatelo – río Liam, impertinentemente. Odio cuando se pone así. 

-No me río Liam. No me creo eso.

-Pues es verdad. Sino, ¿el lavado de estómago para qué?

-¡Yo no bebo, ni fumo, ni me drogo ni follo con personas que no conozco! – me ataqué, hasta ese punto en que las lágrimas caían sobre mis mejillas por lo enfadada que estaba conmigo misma. ¿Qué hice? O mejor, ¿por qué lo hice? Yo no soy así. Tío, ¡que me drogaron! Y lo peor, que ni sé con quién ni en dónde lo hice. ¿Qué se me pasó por la cabeza? Ellos me miraban, como si supiesen por lo que estaba pasando. Y no lo saben -. ¡Fuera! ¡Fuera todos de aquí! – vi como ellos no se movían - ¡Vamos a ver! ¡¡FUERA!!

Ahí todos sí salieron, un poco intimidados por la rabia que se había apoderado de mí. Todas esas gilipolleces que se me pasaron por la cabeza antes de que me dijesen lo que había hecho, resultan ser verdad. Resulta ser verdad que ahora trate a mi cuerpo como Harry, Lou, Zayn y Ángela tratan al suyo.

-Harry, tú no – hablé con el tono cansado de gritar, sollozando y mirándole a los ojos.

Él, que era el que estaba saliendo justo en ese momento antes que Liam, chocó contra él para poder pasar. Pero ese choque no fue por pasar por el mismo marco de la puerta ni por estar muy pegados. Fue porque Liam quiso, después de amenazarle con una mirada.

-Siéntate – sollocé cuando se acercaba.

-¿Qué pasa? – hizo un amago de sonrisa y se sentó en la cama.

-¿Qué pasa? ¡¿Que qué pasa?! – volvió a atacarme los nervios, fui y le cogí de la camiseta. Como cuando él se la cogió al pobre Niall en el colegio -. ¡¿Por qué no me detuviste?! ¡¿Por qué no me cuidaste como le dijiste a Liam?! – le ataqué a preguntas -. Claro, como me vas a proteger de los drogadictos de tus amigos cuando tú te vas a besuquearte con esas… – me mordí la lengua. Recordé las marcas de su cuello que tenía ayer, cuando vino a por mí al baño y me abrazó.

-¡¿Que no te cuidé?! ¡Dime quién estuvo toda la noche contigo mientras vomitabas y no parabas de llorar! ¡Dímelo! – se soltó de mi agarre, y se levantó de la cama.

-Yo sólo vomité por la mañana – volví a tumbarme, dándole la espalda.

-No.

-Sí – me senté y lo miré, entrecerrando los ojos.

-¿Me acordaré yo? – dijo, irónico -. ¿Acaso sabes por qué me quedé contigo durmiendo? – tenía razón. Yo no me acordaba de nada, y menos de por qué Harry dormía conmigo y yo estaba en ropa interior. ¿Será que fue él? No, imposible. Él durmió con su ropa. Me callé, no podía decir nada si no sabía ni en lo que pensaba esa noche.

Harry volvió a sentarse a mi lado. Me miró a los ojos, y una sonrisa inesperada salió por mi boca. Él bajó su cabeza y volvió a mirarme, cuando la sonrisa ya había desaparecido.

-Me dijiste: “No, no te vayas. Quédate conmigo, por favor. Tengo frío. No sé lo que me pasa. Por favor, no te separes de mí”. Y yo me quedé contigo. Te despertabas cada dos por tres para vomitar, y no parabas de abrazarte a mí llorando y sollozando cosas que no entendía. Y eso toda la noche. ¿Así que me puedes decir que no te cuidé? – se levantó, dirigiéndose a la puerta.

-Yo decía en la fiesta – intenté replicarle.

-¡En la fiesta no me dejabas acercarme a ti! ¡Te ibas con el que te hizo todo eso! – gritó -. “Harry, déjame” “Harry, no eres Louis” “Harry, piérdete” – imitó un agudo tono de voz -. Y después de eso, yo te llevé a tu cama cuando te quedaste casi desnuda en la hamaca del jardín y dormí toda la noche contigo. Ahora vuélveme a repetir que nunca te cuidé, porque no me quise separar de ti.

-¿Y si no te separeste de mí, esas marcas del cuello? - ¡Olé los celos! ¡____ contrólate!

-¿Qué marcas del cuello? – preguntó, histérico. O nervioso.

-Las que tenías ayer – bajé mi mirada, observando que ya casi ni se apreciaban.

-¿Es que no puedo olvidarme de ti?

Ora.

soldado del amorWhere stories live. Discover now