despedida

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-Amor – me acarició el pelo -, ya sé que es domingo. Y aunque sean las doce, papá y yo nos vamos a la empresa a ordenar unos informes y a…

-Sí, mamá – balbuceé con la cara aplastada contra la almohada.

-Entonces no os importa, ¿no?

-No mami.

-Pues nos vamos. Para la hora de cenar estamos aquí – me dio un beso en la cabeza y salió de la habitación, a oscuras todavía.

Justamente, en el momento en el que escuché la puerta cerrarse, caí en la cuenta. Harry, Harry y Harry. Menos mal que estábamos en la oscuridad y que solamente alumbraba mi habitación la luz del pasillo cuando mi madre me avisó, si hubiera llegado a ver a Harry a mi lado, y encima desnudo, se hubiera quedado en estado de shock.

Fui a darme la vuelta para abrazarlo, al fin y al cabo, mis padres se fueron y yo quería dormir toda la mañana, y más pegada a él. Pero mis brazos no tocaron un torso duro y musculoso, sino el blando colchón de agua. Me sobresalté sentándome en la cama, mirando a través de la oscuridad a ver si lo encontraba. Bajé la cabeza, buscando por debajo de la cama. Pero ahí no se había escondido. Salté de la misma y me dirigí directamente a subir la persiana, para que el lumbroso sol de las doce del mediodía iluminase mi gran habitación. Miré en el interior del baño y de mi armario, pero ningún rastro de pelos rizados caídos. De éste cogí una bata fina para taparme, además de la camiseta blanca básica de Harry que cubría mi cuerpo. Antes de salir de mi habitación, sin esperanzas de encontrarlo en mi casa, volví a mirar en el baño. Pero ninguna señal de él.

-¿Puedo pasar? – entré en su habitación.

-¿Por qué preguntas? Digo, si total, antes de que te conteste ya la has atravesado entera – apartó Louis la mirada de su televisión de plasma, colgada de la pared.

-Me has asustado señorito – me dirigí al puf morado, donde estaba Harry. Me puse de rodillas detrás de él y lo abracé por la espalda, provocando que él parase el juego y algún que otro quejido de Louis.

-¿Se puede saber por qué, mi princesa? – giró su cabeza, para darme un beso.

-Te esperaba en mi cama. Desnudo y mirando como dormía, para que cuando yo abriese los ojos con una sonrisa, tú me dijeras: “qué guapa estás por la mañana, mi amor” – puse un tono de voz grave en la última frase, haciendo que los dos rieran. Pues Louis no tenía otra cosa que hacer que escuchar nuestra conversación.

-Tú ves muchas comedias románticas – rió sobre mis labios -. Además, he dormido con tu hermano. Imagínate que tus padres entran en tu habitación - se levantó del sofá, sin camiseta. Sólo con sus vaqueros.

-_____, se te saltan los ojos – me dijo Louis.

Omití el comentario de mi hermano, y volví mi vista hacia sus preciosos ojos.

-¿Te quedas a comer? – me emocioné, saltando sobre mí misma.

-Me tengo que ir – nos miró a los dos.

-Venga tío, vamos a terminar la partida – reprochó Louis como un niño pequeño.

-¿Qué partidas? – miré a Lou -. Quédate a comer, y luego después… - le sonreí.

-Que me tengo que ir…

-¡No Harry! – exclamamos los dos.

-Mamá y papá me van a matar cuando entren a mi habitación y no vean a nadie, bonitos – dijo buscando una camiseta en los cajones de Louis.

-¿Y no le puedes decir que has dormido en mi casa como muchas más veces? – preguntó Louis, irónico.

-Louis, joder – le lanzó una mirada.

soldado del amorWhere stories live. Discover now