por fin

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-Mamá, no te lo había dicho, pero que voy a hacer una cena con todos. ¿Te importa?

-Hija, ¿para eso me llamas? No, no me importa.

-Bueno, sólo quería informarte – dije a la defensiva. Eso sí que era “no me importa lo que hagas, hija”.

-Además, tienes suerte porque hoy cenamos con unos contratantes de España y es muy importante. Entonces, llegaremos más tarde de lo normal.

-Vale, mejor. Más tiempo – dije, sacando las patatas del horno.

-¿Y quiénes son todos?

-¿Te importa? – me sorprendí, irónicamente.

-Claro.

-Pues menos mal.

-¿Me piensas decir quienes son o qué? No tengo tiempo.

-Como siempre – dije, metiendo ahora los pasteles. 

Viendo como no respondía y la llamada seguía, decidí responderle.

-Pues Liam y Ali, Amanda y Charlie.

-Ay, qué bien.

-Además de Louis, Harry, Zayn y Ángela – fui al fregadero a lavarme las manos, dispuesta a subir a cambiarme.

-Pero… - noté como se extrañó -. ¿Ellos no se llevan mal?

-Sí, para eso es la cena. Para intentar que se hagan amigos, sé que se llavarán bien. Son todos iguales, unos críos – dijimos mi madre y yo las últimas dos palabras, creando una risa entre nosotras -. Mamá, te dejo que me voy a cambiar.

-Vale hija, y luego no salgáis que está lloviendo como nunca. Te quiero.

-Vale, y yo mamá – colgamos.

Me vestí básica, unos pantalones vaqueros y una blusa holgada transparente. En los pies unos mocasines marrones, aunque Ángela y las demás viniesen con sus tacones. Al ir de vuelta al comedor para preparar la mesa, vi a mi hermano. Peinándose más de lo normal.

-¿A quién quieres impresionar? – reí desde el marco de su puerta.

-¿Yo? A Harry.

-¿Qué dices? –reí, aunque frunciendo el ceño.

-Es broma.

-Ya… - dije, confundida, y me largué a poner la mesa. 

Lo que no hagan unos pasteles, unas pizzas y unas patatas al horno, no lo hace nadie. Son los ingredientes perfectos para una noche de adolescentes como esta, los componentes mágicos que harían florecer a una nueva amistad.

Sonó el timbre.

Las diez, puntuales como ellos mismos.

-Hola, chicas – sonreí, a la vez que le daba dos beso a cada una -. Caballero - dejé paso para que entrara.

-Señorita – cogió mi mano y la besó. Le sonreí. Liam tan agradable como siempre.

Fueron y se sentaron en el sofá esperando a los que faltaban. Mientras, Louis me ayudaba a preparar la mesa. En realidad, eran los mejores amigos que una podría tener. Nunca protestaron por hacerles venir a una cena con personas a las que quieren matar. Siempre se movían para mi felicidad, y eso nunca se lo podría agradecer.

Las diez y media, y todavía no habían venido. Empecé a cansarme cuando Liam y las chicas empezaron a decirme que no vendrían, o que simplemente, son unos impuntuales. Los pasteles estaban fuera y estarían congelados. Las pizzas y las patatas también, así que se lo tendrían que comer precocinado en el microondas, porque yo ya había hecho mucho esa tarde.

soldado del amorWhere stories live. Discover now