la ultima

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Tres breves semanas pasaron, entre colegio, salidas y arrumacos de Harry. Sobre todo lo último, y en parte, es lo que me hacía feliz. Pues eso demostraba que quería estar a mi lado. Siempre.

Harry vino a pasar el sábado a mi casa. Poniendo la excusa a sus padres y a los míos de que “iba a jugar a la X-Box con Louis”, aunque todo el tiempo lo pasó conmigo. Como una lapa. Todo el día. Mis padres no estaban, y yo no le impedí que me besase cada dos por tres.

Fue Louis el que jugó a la X-Box pero con Zayn, que también estuvo con nosotros. Igual que Ángela. Vamos, directamente, todos. Y fue Harry el que pasó de ellos, y de los estúpidos juegos de matar a zombies, para subir a mi habitación a estar conmigo antes de la consulta. 

Me acosté en la cama cuando vi que la puerta se abrió y se cerró al segundo, y con una sonrisa se tiró a mi lado. Yo me pegué a él de espaldas, cerrando los ojos como si una siesta me fuese a echar. Y no dudaba en hacerlo. Pero su brazo rodeó mi costado, pegándome más a él y provocando que me desvelara. Me subió la camiseta hasta dejar, por completo, al descubierto mi barriga. La acarició y la acarició, así durante un largo rato. Haciendo que el sueño volviese a llegar por sus suaves cosquillas. Además de sentir su respiración, acompasada con la mía, chocar en mi cuello. Lo que hacía que se me pusieran los pelos de punta, como siempre.

-Eh, ¿interrumpo algo? – preguntó Ángela, asomando la cabeza por la puerta de la habitación con una sonrisa.

-No, tranquila, yo ya me iba abajo – Harry se despegó de mí y se marchó. Por su rapidez, no dudé en pensar que ese chico quería reírse al ver como mataba a zombies. 

Me reincorporé en la cama y bajé mi camiseta.

-Se le ve muy ilusionado con esto de ser “papá” – dijo ella, acercándose a mi cama después de cerrar la puerta. Las dos sonreímos ante su comentario. La verdad era que sí, se le veía muy ilusionado. Me cuidaba a todas horas del día, me mimaba más que antes, si es que eso era posible, y me llamaba cuando no estaba a mi lado. E incluso, en varias veces que lo arrastré al centro comercial a por una tarde de compras, me llevaba a la sección de bebés de todas las tiendas. Y no tenía mal gusto para escoger la ropa. 

-Ya, es tan mono – me mordía el labio, sonriendo tiernamente.

-Jo, yo quiero eso – hizo un puchero. 

Y en ese momento, me acordé de lo que una semana atrás me contó. Mi hermano levantaba pasiones, pero nunca llegué a imaginar que Ángela cayera a sus pies. Empezó a sentir algo por el bruto de Louis, y cada vez más fuerte. Hasta que llegó a darse cuenta de que le gustaba.

-Si le dijeras algo a mi hermano… - intenté aconsejarla.

-Qué va, quedamos como amigos, sólo eso – giró su cabeza clavando los ojos en el suelo, y por lo que podía averiguar ante ese acto, le dolía decir aquello.

-Sí, seguro… - dije, alzando una ceja y sonriendo de lado -. ¿Sabes? Escuchamos muchos ruidos esa noche que nos quedamos a dormir en tu casa. No digas que sois sólo amigos, porque eso no lo hacen los amigos.

-La verdad es que… - volvió a mirarme, con algo de chispa en sus ojos marrones -. Hemos quedado como amigos, pero con… Algo.

-¿Y qué es ese algo? – alcé las cejas seguidamente.

-A ver, pues amigos pero más que amigos – me explicó.

-¿Novios? – pregunté divertida, en cambio ella lo negó -. Mmm, ¿rollo? 

-¡Que no _____!

-Pues no entiendo – dejé de exprimir mi cabeza. En ese momento me daba igual qué llevaban aquellos dos entre manos.

soldado del amorTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang