descubierto

198 3 0
                                    

-Que me voy a comer – dijo canturreando y moviendo su cabeza a la vez.

-Pues entonces me voy contigo, yo no me quedo aquí sola – me aparté de la puerta y me puse detrás de él, esperando a que saliese.

-No, tú te quedas aquí – rió abriendo la puerta -. Tienen que traerte tu deliciosa comida – me guiñó el ojo antes de largarse.

Por un momento pensé que me iba a desmayar cuando vi cerrar su ojo derecho para luego volver abrirlo, que básicamente a eso se le dice guiño. Pero cualquier acto de Harry, cualquier movimiento, yo lo recibo a cámara lenta. Como en una película.

Si todos creían que yo me iba a quedar aquí, esperando la asquerosa comida del hospital basada en sopa, que prácticamente es agua, y una ensalada hecha tres días antes, estaban flipadísimos.

-Que aproveche – sonreí cuando vi que Harold le daba esa sopa a Phoebe, soplando tranquilamente la cuchara para que ella no se quemase.

-Hola querida – saludó Phoebe.

-Vengo a por el final de la historia – sonreí.

-No – dijo Phoebe antes de que Harold le diese una cucharada de sopa.

-¿No? – me extrañé. Me lo había dicho tan secamente que llegué a pensar que dije algo malo para que me hablase así.

-No te extrañes ____ - rió Harold -. Ahora nosotros queremos que tú primero nos cuentes tu historia.

-No, yo no tengo historia… - me senté a lado de Phoebe, como esa misma mañana. O verdaderamente, como hace aproximadamente una hora.

-Claro que tienes. Hasta nosotros la sabemos.

-¿Cómo? Phoebe, no te entiendo.

-Mira _____, seremos viejos. Pero muy sabios, y más con tu historia.

-¡Que yo no tengo historia Harold! – reí.

-Por favor, no me llames Harold. Hace que me sienta más viejo de lo que soy – rió -. Llámame Harry, por favor.

-No – dijo Phoebe, divertida -. No te puede llamar Harry porque sino recuerda al otro Harry – respiró de esa máquina, pero no apartó la sonrisa picarona -. Y si recuerda al otro Harry, no para de temblar y de pensar en él. Como lo ha hecho antes – volvió a respirar -. Por eso te llama Harold – me miraron, los dos sonriendo.

Me rendí. No sé como se habían dado cuenta de todo eso. Si a lo mejor han estado hablando de mí cuando yo no estaba con ellos. Si han escaneado cada uno de mis gestos mientras que con su historia me imaginaba a Harry y a mí. No sé como lo han hecho, pero lo han descubierto en sólo cinco minutos. No como Harry, que llevo toda la vida con él y no se da cuenta de nada. A veces, o muchas veces, pienso que se hace el tonto y que no quiere reconocer que yo lo quiero más que como a un amigo.

-¿Cómo lo sabéis? – suspiré.

-Es que _____ - rió Phoebe -. Se os nota a kilómetros.

-¿Se os nota? – pregunté, confundida.

-Ah, ¿que no…? - carcajeó Harold.

-¿Que no qué? – me extrañé más.

-Nada, cuéntala.

-¿Pero que no qué? – insistí.

-Nada, nada – volvió a decir Phoebe -. Cuentanos tu historia o sino no soltamos palabra.

-Pero yo no tengo historia. Nunca me ha pasado nada tan bonito como a vosotros. Sólo tengo que decir que no tengo novio… - reí por la pésima imagen que estaba dando.

-No te rías, que sepas que no estás dando un mala imagen – me miró Harold -. Tus palabras hace que te veamos más adorable – rió.

-¿Cómo sabéis lo que pienso en cada momento? ¿Sois brujos acaso? – me levanté de la cama apartándome de ellos. Eso ya me estaba empezando a dar miedo.

-No te asustes _____. Como te ha dicho mi marido, somos muy sabios.

soldado del amorWhere stories live. Discover now