→ 1

399K 12.2K 23.5K
                                    

Esto no es un fic que vaya a continuar... Sólo lo tenía escrito, y tenía ganas de que lo viéseis, de hecho no tiene portada y el nombre es provisional. Lo seguiré más adelante, esto es sólo el primer capítulo, que espero que os guste.


Puedes seguirme en twitter: @milanolivar


Lauren's POV


Mi madre siempre me dijo que nunca llegaría a nada con 'esas pintas' y con 'esa música', ni tampoco con 'esos libros'. Mi padre, en cambio, venía conmigo para escuchar 'esa música' que mi madre tanto despreciaba. Aunque bueno, me daba un poco igual lo que pensase mi madre, Clara. Nacida de padres cubanos, al igual que mi padre, siempre que se enfadaba comenzaba a regañarme en español, mi padre, Mike, en aquellas situaciones siempre huía de ella hacia el garaje, donde tenía su moto y su guitarra.

No sabía muy bien qué tipo de cosas le gustaban a mi madre, quizás leer revistas del corazón, ir a la playa o hacerle mil peinados a mi hermana, pero al igual que mi padre, huía a mi habitación.

Mi hermano Chris era el capitán del equipo del fútbol del instituto, típico, ¿eh? Muchas veces la conversación en la mesa se basaba en: "¿Y Packer? ¿Va a jugar en el próximo partido?" "La última jugada que cogió desprevenido al quarterback del otro equipo fue increíble." O también otras perlas como: "¿Qué le hago si se me echan todas las tías encima?" Y mi respuesta siempre era: "Vaya, con razón me gustan las tías."

Taylor era mi hermana, la más pequeña de los tres. Era animadora del instituto, típico también, ¿verdad? Lo que me extrañaba es que con el frío que hacía todo el año en Vancouver, no se le hubiese congelado el...

En fin, y luego estaba yo. Juzgando a toda mi familia desde el otro lado de la mesa, mentes superficiales y banales y luego, estaba la mía. Yo me consideraba lista, pero nada más lejos de la realidad, la verdad es que yo era la oveja negra de la familia, y no porque vistiese siempre de negro, sino porque no encajaba para nada entre ellos. Ni con mis padres, ni con mis hermanos, ni con mis tíos, ni con mis primos. Lo único que me sacaba de aquella rutina diaria, era el instituto. Aunque en realidad no hacía nada allí, pero al menos el camino hasta él en el autobús me hacía inspirarme.

Vancouver era una ciudad preciosa, y aún más si estaba nevando, lo que solía ser todos los días. Me gustaba el invierno, y eso, eso era lo que realmente le extrañaba a mi familia. "¡Pero si somos cubanos!", me decían, "¿cómo te va a gustar el invierno?". Bueno, señora a la que no he visto en dieciocho años que me dice "cuando te vi eras un bebé" no para de tirarme de las mejillas y además sólo viene en navidad, me gusta el frío.

Pero esto, es sólo una introducción a mi vida, que es lo menos relevante en esta historia. Lo que de verdad importa, soy yo. Perdonad que sea un poco egocéntrica, pero esa familia banal y superflua me pone de los nervios.

Como decía, el camino al instituto era genial.

-Lauren, ¿has cogido tu desayuno? -Cogí un simple zumo y lo metí en la mochila, de color negro y gris en el bolsillo más pequeño.

-Qué pesada eres, sí mamá. -Metí también mi cuaderno, un bolígrafo y me colgué la maleta a la espalda.

-¿¡Pesada!? ¡No lo has metido! Te conozco. ¡Te conozco, porque te he parido! Mike, mírala, otra vez sin desayunar. -Mi padre se quedó mirándome muy serio.

-Tienes que desayunar, Lauren. -Me dijo él, y yo asentí.

-Sí, sí, cuando llegue me compro un bocadillo de la máquina.

coldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora