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Lauren's POV

La primera noche fue bastante mala, no pude dormir y es que echaba de menos a Camila. ¿Cuándo volvería a verla? No lo sabía, suponía que esta semana y ya me estaba muriendo de ganas por que llegase ese día. Normani me dijo que me lo plantease así; si iba a estar un mes, eso significaban cuatro semanas, así que me dijo que pensara en los cuatro jueves de cada semana que era cuando se hacían las visitas, —no sabía a qué hora, pero eran los jueves— por lo que fuese tachando cada jueves. Me pareció una buena idea. Aún era lunes, y a las cinco de la mañana pude coger el sueño.

—Eh, despierta dormilona. —Normani me revolvió el pelo y yo me encogí en la cama asustada, mirándola algo aturdida. —Ehh... Tranquila, sólo te despertaba; son las ocho, es la hora del desayuno.

Me levanté sin sueño, la verdad es que me sorprendió, pero mi mente estaba dando vueltas todo el tiempo. Me enfundé los pantalones grises y la camiseta blanca, como Normani, aunque al ser por la mañana hacía un poco de frío, así que me puse aquella sudadera gris. Era calentita, tenía un poco de pelo por dentro.

Caminé detrás de Normani mirando las paredes blancas y grises con grandes ventanales que daban a la calle. Desde aquél vigésimo piso todo daba mucho más miedo, todo se veía más pequeño, y la vida parecía más fácil.

—Mira, este es el comedor. —Señaló a nuestro lado. Era una sala llena de sillas y mesas de muchos colores, los colores llamaban mucho mi atención. Verdes chillones, amarillo, rosas, naranjas, rojos, morados, todos mezclados. Cada mesa era de un color, y las sillas eran blancas. Los platos y cubiertos también eran de colores, podías elegir el tuyo al pasar.

—¿Qué color te gusta más? —Miré hacia abajo y señalé el verde pistacho, cogiendo el plato y los tenedores de plástico.

Había cuatro cocineras, que atendían a los pacientes con una gran sonrisa. Sonreían, yo creía que un hospital psiquiátrico era donde torturaban a la gente con electroshocks, pero no.

—Mira, esa es Muriel. Si le pides que te eche un poco más de lo que sea, lo hará. —Nos acercamos a la barra donde servían la comida, y la cocinera tenía la cabeza agachada cogiendo un zumo de naranja envasado para ponerlo en mi bandeja. Se me quedó mirando con el ceño algo fruncido.

—¿Por qué no te conozco? —Me quedé en silencio, no sabía qué responder en aquellas ocasiones. Parecía estúpida.

—Esta es... Lauren, eso. Lauren. Es nueva, llegó ayer. —La cocinera abrió los ojos y sonrió, poniendo finalmente el zumo en mi bandeja.

—Bienvenida cariño. Espero que tu visita termine pronto. —Eso me gustó. Era sincero, no le gustaba ver a nadie mal. Tampoco lo llamó internamiento, lo llamó 'visita', porque nosotros sólo estábamos de paso para poder arreglar nuestra vida.

Tras servirnos nos sentamos en la mesa amarilla, me gustaba el contraste del amarillo y el verde de mi plato, así que me quedé mirándolo unos segundos. A veces cuando estaba con Camila miraba por la ventana y me quedaba a veces embobada, parecía que estaba ida pero en realidad miraba el contraste de colores que podía tener el cielo en uno de mis dibujos.

—¿Te gusta? —Me preguntó señalando mi bandeja, y asentí mirando las dos tostadas con jamón, revuelto de huevo y el zumo de naranja. Nunca comía tanto. —No hablas mucho, ¿verdad?

—N—No... Y—Yo... M—Me cuesta a—aún. —Normani me miró y volvió a comer, pero yo aún no había probado bocado. —O—Oye... Podemos... ¿Dibujar?

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