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Camila's POV

Realmente no sabían si lo que habían encontrado era bueno o malo. Como cabe de esperar, me asusté. Me quedé en la cama todo el día, y Lauren se quedó conmigo. Estaba a mi lado, suponiendo que estudiando, no sé. Lauren sabía guardar muy bien sus sentimientos, o eso es lo que me había demostrado durante todo el tiempo que llevaba a su lado. Sabía sacar una sonrisa cuando las cosas estaban peor, y en este momento no era una excepción. Yo me estaba consumiendo porque no sabía qué me pasaba.

—¿Qué haces? —Estaba algo aturdida. Los medicamentos que me daban para el dolor eran demasiado fuertes. Quizás así también me ayudaban a no pensar tanto en los resultados de los estudios que me estaban haciendo.

—Repasar. —Murmuró en voz baja. Supuse que era de noche, Lauren se había ofrecido para quedarse conmigo aquella noche y dejar que mis padres descansasen. —¿Necesitas algo?

—A ti, aquí... —Apreté un poco los ojos escuchando cómo cerraba los libros y recogía hojas de apuntes. Entonces, me eché a un lado en la cama. Lauren se hundió a mi lado, pasando con cuidado su brazo tras mi cabeza. Nos quedamos en silencio. Podía sentir su respiración acompasada contra mi espalda, y sus manos apretaron las mías, enlazando nuestros dedos. —¿Qué pasa si me estoy muriendo?

—No te estás muriendo. —Susurró ella con voz dura, seria, apretando mis manos con fuerza. —No va a ser malo.

—Nada de lo que aparece en tu cuerpo y no saben lo que es termina bien. —Me escondí entre sus brazos, metiendo la cabeza en su pecho. Apreté los labios evitando soltar el aire que había cogido, pero acabé soltándolo lentamente. Lauren no dijo nada, pero mi cabeza estaba en su pecho. Su corazón bombeaba rápido, fuerte, golpeando contra mi oreja haciendo que revotase con el mío. Haciendo que me encogiese entre sus brazos. —Lauren... —Seguía sin decir nada. Busqué su cara con mis manos hasta encontrarla. Mis palmas sujetaron sus mejillas, y las noté mojadas; estaba llorando en silencio.

Me dolía, me dolía verla así y esta vez por mí. Aparté las lágrimas que caían por sus mejillas con el pulgar, abrazándome aún más a ella al escuchar cómo sorbía por la nariz.

—No vuelvas a decir eso. —Su voz estaba rota, débil, temblorosa. Hundió sus manos en mi pelo para acariciarme, besando mi frente con sus labios. —Todo estará bien.

* * *

Un pitido se clavaba en mis oídos, y la placa en la que estaba tumbada se movía. Según me habían dicho iban a hacerme una resonancia. Tenía miedo. Mis dedos estaban apretados al borde de la camilla, y apretaba los ojos e intentaba respirar por la nariz.

—Está bien, Camila, no te muevas mucho, ¿vale? Durará un par de minutos, nada más.

Pero a mí no me preocupaban los minutos que estuviese allí, me preocupaba lo que saliese en esa pantalla.

Los minutos se hacían eternos, y en el silencio de aquella sala comencé a pensar en Lauren. No quería que sufriese, no quería que si era algo malo aquello se sumase a la vida de mierda que tenía Lauren. No quería que ella se hundiese conmigo, no podía. Yo era su ancla, ¿y si su ancla se desintegraba? ¿Y si su ancla se rompía y la dejaba a la deriva? ¿Y si yo ya no era suficiente para sacarla de aquél pozo en el que estaba?

—Ya estamos. —La voz el doctor hizo que diera un respingo en la camilla, y él puso una mano en mi hombro. —Hey, no llores. —Me quitó una lágrima; ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando de nuevo. —Ahora te llevarán de vuelta a tu habitación y ya no te molestaremos más.

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