» 18

115K 7.5K 3.4K
                                    


Puedes seguirme en twitter: @milanolivar 😁🤍


Lauren's POV

Llamaron a la puerta justo en el momento en el que nos besábamos, y entonces nos separamos. Camila se reía, pero a mí me hacía menos gracia, así que simplemente me quedé con los codos en las rodillas, mirando la puerta.

—Adelante. —Respondió ella, frunciendo un poco el ceño.

—Hemos pedido pizza, ¿queréis bajar? —Dijo Alejandro asomándose por la puerta.

—¡Sí! —Camila se puso de pie rápidamente, caminando hacia la puerta con una facilidad pasmosa, y yo salí justo detrás de ella.

—Espero que te guste la cuatro quesos, Lauren. —Comentó Alejandro, mientras yo ayudaba a bajar las escaleras a Camila, que se agarraba a mi brazo.

—He comido algo antes de venir, no tengo mucha hambre. —Mentí, porque el simple olor de la pizza que provenía desde la mesa del salón hacía que mi estómago rugiese de hambre.

—Bueno, entonces, quédate a pasar un rato con nosotros.

Acepté, porque no quería volver a casa, porque en aquella familia todos me trataban bien, en aquella familia yo era alguien. Era simplemente la novia de su hija, pero como si yo también lo fuese. En mi casa, era sólo alguien que vivía en la última habitación que da al vecindario. La única que no tiene vistas al bosque, y quizás, aquello era una metáfora.

—Toma, Lauren, cómete un trozo. —Ofreció Sinu.

Me comí sólo medio, pero la mujer se quedó contenta aunque tardase siglos en tragarlo, casi me resistía a morder el trozo, bebía agua para así alargarlo un poco más.

Entre ellos reían, contaban anécdotas familiares que me hacían sonreír y añorar eso que yo nunca tuve. Camila contó que la llevé al museo, y que gracias a mí podía imaginarse un poco mejor cómo era el arte. Eso valía la pena.

—¿Quieres quedarte a dormir? —Alejandro puso su mano en mi hombro, y levanté la mirada hacia él.

—No, me duele un poco la espalda y el sofá...

—No, puedes dormir con Camila. —Me dio un suave golpe en la mejilla y luego me revolvió el pelo. No veía ninguna amenaza en mí, y eso estaba bien, porque además de que no lo era, jamás se me ocurriría hacer nada con Camila al lado de sus padres.

Quizás ellos no sabían que su hija se quitaba el pantalón del pijama cuando dormía, o cuando dormía conmigo. Quizás tampoco sabía que tenerla cerca era un peligro, pero no para mí. Yo sólo quería besarla lento y que me abrazase, nada más. Ni siquiera se me pasaba por la cabeza hacer algo en ese momento, sólo necesitaba a Camila cerca.

—¿Ya? —Pregunté en voz baja cuando terminó de quitarse el pantalón, acurrucándose entre las mantas. Camila asintió, y yo apagué la luz. Al instante, sentí su cuerpo chocar con el mío, pasando su brazo por encima de mi cintura.

—¿Bien? —Aquella pregunta me descolocó un poco, no sabía a qué se refería. Pero estaba con ella, durmiendo en una habitación con calefacción al contrario que en mi casa donde a mí no me dejaban ponerla con la excusa de que gastaba mucho, en una cama realmente cómoda y con la chica que quería.

—Bien. —Respondí, acercando mi rostro al suyo para poder besarla de aquella forma tan tierna, tan lenta, tan mía que tenía de hacerlo.

Una de sus manos se coló bajo mi camiseta, y comenzó a acariciar la piel de la parte baja de mi espalda lentamente, con pequeños movimientos circulares, poniéndome los vellos de punta, y haciendo que suspirase en sus labios.

coldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora