Primer día de clases (o como sucumbir a la monotonía)

437 52 104
                                    

Despierto. Bostezo. Rasco. Levanto. Paro. Busco. Pongo. Visto. Amarro. Recojo. Abro. Cierro. Camino. Toco. Entro. Pido. Salgo. Le digo adiós a mis progenitores. Bajo. Siento. Desayuno. Levanto. Recojo. Lavo. Abro. Cierro. Camino. Abro. Salgo. Cierro. Camino. Detengo. Espero. Trepo. Avanza. Bajo. Camino. Llego. Entro. Saludo. Converso. Siento. Converso. Le pregunto a mi mejor amigo qué fue lo que dijo el pedagogo. Escucho. Converso. Atiendo. Converso. Contesto. Paro. Contesto. Molesto. Me defiendo ante el pedagogo porque yo no hice nada. Converso. Escribo. Converso. Escribo. Presto. Recibo. Recreo. Pido que me invite un poco de su comida. Como. Bebo. Salgo. Camino. Converso. Entro. Converso. Siento. Escucho. Escribo. Dibujo. Escribo. Dibujo. Mi mejor amigo me pregunta qué huevada se supone qué es lo que acabo de dibujar. Paro. Molesto. Duermo. Despierto. Atiendo. Recreo. Salgo. Almuerzo. Converso. Camino. Juego. Aburro. Entro. Siento. Escucho. Dibujo. Recreo. Salgo. Entro. Converso. Salgo. Entro. Siento. Escucho. Duermo. Despierto. Atiendo. Salgo. Camino. Bajo. Le pregunto al entrenador cuántas vueltas tengo que dar a la pista atlética. Caliento. Corro. Estiro. Salto. Mido. Salto. Mido. Salto. Mido. Salto. Mido. Acabo de conseguir un nuevo récord personal. Estiro. Flexiono. Guardo. Subo. Camino. Salgo. Camino. Espero. Subo. Avanzo. Bajo. Camino. Casi me atropella el hijo de puta. Saco. Abro. Entro. Cierro. Camino. Destapo. Cojo. Sirvo. Siento. Como. Recojo. Lavo. Seco. Subo. Tiro. Echo. Dibujo. Recojo. Bajo. Hago. Abro. Entro. Veo. Salgo. Subo. Echo. Dibujo. Saco. Salgo. Entro. Cierro. Desvisto. Desato. Ducho. Visto. Ato. Cepillo. Bajo. Ceno. Lavo. Seco. Abro. Salgo. Siento. Enciendo. Juego. Mi progenitor me grita diciendo que tengo que irme a dormir porque mañana hay clases. Apago. Prendo. Echo. Cojo. Leo. Apago. Acuesto. Pienso.

¿Dónde se fue el día?

Estoy echado como si estuviera esperando a que el techo me comenzara a hablar. A comentar algo o simplemente a susurrarme al oído un buen chiste para que ya no me sienta tan aburrido. Quiero dormir y no puedo. Duermo en clase. Y en mi cama no. No es ningún alivio saber que he estado noches así antes. ¿Y de qué sirve saberlo? Ni que me fueran a dar un premio por contar todas las noches en las que me he quedado despierto en mi cama sabiendo que tengo algo que me carcome.

¿Qué día será en el que me siente a expresar mi respuesta?

No puede pasar de mañana. Tiene que ser mañana. Suspiro. Quiero dormir. Tengo que sentarme frente a ellos, decírselo y a la mierda. Me pica el brazo. Me pica la pierna. Hasta creo que me pica la ingle. No puedo quedarme dormido. Sé que me voy a quedar en vela hasta que se pase la noche entera o casi toda la noche.

¿Cómo se puede erradicar algo que se sabe qué lo causa, pero todavía no se le ha enfrentado?

Si pudiera me iría a deambular por ahí. Tal vez me dé sueño para cuando regrese. Tal vez me quede dormido bajo un árbol. Pero el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose probablemente despierte a alguien. Hace frío. Tampoco quiero cambiarme. En la mañana tengo que actuar como si nada hubiera pasado. Nadie se dará cuenta de que algo pasó. Entonces yo abriré la boca y saldrán todas las verdades que necesitan ser contadas. Las verdades que no se esperan. Razón de más para no salir y quedarme bajo las sábanas. Tengo hambre. Tengo que salir de mi cama. Mis sandalias. No están donde creí que iban a estar. Necesito encontrar mis sandalias.

Una tostada. Yogurt. Otra tostada y escucho a alguien jugando con la computadora arriba. Son las dos de la mañana. Debe ser mi hermano metiéndose una enviciada más. Busco más yogurt y mantequilla para mí. Menos ruido arriba por parte de mi hermano. Tal vez se dio cuenta de que yo también estoy despierto. Dos y cinco. Cuando salga el sol, cuando pueda apagar la luz artificial, tendré que volver a echarme en mi cama y tener plena consciencia, de la que muy pocas veces se llega a tener, al sentir el roce de la luz natural que me habla, en un susurro, diciéndome que sí, pasó otra noche insufrible, pasó otra noche, pasó otro día, pasó otra semana, otro mes, otro año y es momento de tomar las riendas, es momento de dejar que esas ansias sean libres, que yo sea libre.

Pero sigo sentado con mi taza y mi plato vacíos sin haberme enterado de tanto cambio. Ya no hay ruidos arriba. Cuatro de la mañana. Me he quedado dormido en la mesa. Se acabó el yogurt. No hay ni una rebanada de pan. Ya no hay mantequilla.

Mis compañeros se esfumaron. Creo que están jugando a las escondidas.





La inevitabilidad del arteWhere stories live. Discover now