Primogenitura

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Mi hermano entra a mi habitación. Me pregunta qué hago. Hace algún tiempo atrás hubiera tratado de esconder lo que estaba haciendo, pero ahora no tiene sentido. Todos en la casa ya saben que me encanta dibujar. Que para mí eso es lo que debería hacer con mi vida, aunque piensen lo contrario. Cojo el papel. Doy media vuelta. Se lo enseño. Frunce el ceño y me pregunta qué se supone que es. Le digo que obvio, un dibujo. Me dice que ya, huevón, pero pregunta qué carajo se supone que estoy intentando representar, que si estoy entrando en la onda de las cosas abstractas y si voy a comenzar a hacer dibujos que nadie entienda. Lo miro.

Tal vez nunca lleguemos a entendernos del todo.

Lo miro un poco molesto para decirle que se trata de un dibujo que estoy haciendo para una sola persona y que sólo esa persona debe entenderlo. Se ríe ligeramente. Burlándose un poco me pregunta si es para mi pequeña enamorada. Le arranco el papel de las manos y le digo molesto que sí, que es para ella. Levanta las manos en señal de paz y me dice que está bien, que no me moleste. Todavía molesto le digo que si no tiene nada que decirme, que se vaya. Me dice que venía para preguntarme si no quiero ir al cine más tarde, él invita. Menos molesto le respondo que hoy es día de semana, que nuestros viejos no me van a dejar. Se ríe y dice que él se hace responsable por mí, así que vamos. Yo sigo dudando, por lo que le digo que hable con ellos, los convenza y de ahí vamos. Se va. Yo me quedo mirando mi hoja media arrugada sin saber cómo continuar con esto. Regresa y creo que no han pasado ni cinco minutos. Mi hermano me dice que coja una casaca y que nos vamos. Volteo. Le pregunto qué vamos a ver. Responde que cualquier huevada que estén dando, total, que si es para pasar el rato, da igual.

De vuelta en la casa me quedo pensando en todo lo que me dijo en el camino. No tengo que ver todo como blanco y negro, eso es de chibolo huevón. Siempre voy a tener tiempo para lo que me gusta hacer, solo tengo que saber organizarme. Me metro a la cama. No sé si me lo decía a mí o a sí mismo. Tal vez está practicando para su trabajo. Tal vez esta es su forma de ayudarme. Pero siento que todo se complica sin sentido. Apago la luz.


La inevitabilidad del arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora