La familia que uno escoge

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Mi mejor amiga me mira seria, me dice huevón, que si ya sé qué es lo que quiero, que si como le acabo de decir, siento que me voy a morir si me lo prohíben, que por qué voy a hacer otra cosa. Le respondo que es porque no me van a dejar hacer lo que quiero y que este es un compromiso que tengo que cumplir. Ella se exalta y me replica que hay un montón de gente que le ha dicho a sus padres que iba a estudiar una cosa y ha acabado estudiando otra, como el cocinero ese que supuestamente iba a ser abogado y regresó de afuera hecho chef, casado y con hijo. Suspiro y le digo que a mí no me van a mandar afuera, no hay plata para eso, y que ahora no sé ni siquiera si quiero estudiar arte, que sólo quiero pintar, dibujar, crear. Ella gruñe, se exalta más y me dice que huevón, que es mayor razón para que no haga eso de agachar la cabeza como un cojudo. Tímido le respondo que tampoco me van a dejar pintar de frente. Me coge de los hombros, me mira y me dice que es mi mejor amiga y que me está diciendo que me deje de huevadas, que no tengo que pedirle permiso a nadie para hacer lo que quiero. Yo la suelto, le digo que soy su mejor amigo y que no es tan fácil y que aparte, no es la primera persona que me dice lo que me está diciendo. Ella sonríe triunfante y me pregunta si mi enamorada también me lo ha dicho. Le digo que sí, que es obvio, que debería de luchar por lo que quiero hacer, que es cómo voy a vivir, que es cómo voy a morir. Vuelve a cogerme de los hombros y me pregunta que entonces, por qué no lo hago. Tímido le contesto que es porque tengo miedo. Me abraza y me dice que hay gente que siempre me va a apoyar, que no voy a estar solo en esto. Sin soltarme de su abrazo le digo que no se trata de estar solo o no, que se trata de cómo voy a sobrevivir, que de dónde voy a sacar plata para poder mantenerme y poder estudiar a la vez o poder pintar, que todas las cosas que se usan para pintar y dibujar suelen ser caras y las obras se venden a bajo precio, peor si nadie sabe quién eres, todo es contactos, que cómo voy a poder vivir. Ella responde que viviendo, pues, huevón, viviendo, que pase lo que pase no debo dejarme someter, que de lo contrario voy a acabar amargado, gris y todo estúpido como la gente de la cual siempre nos hemos burlado; me pregunta si acaso quiero ser uno de ellos, si quiero ser alguien más que existe por qué sí. Le respondo que obvio que no, pero que. Ella me interrumpe para decirme que ya pues, que mire, que mi flaca, que es la primera con la que he estado que no le cae mal, yo le susurro gracias, y ella me dicen que tengo que intentarlo, porque me conocen y saben que hacer esto es mi vida y que me lo dice ella porque dibujar también es su vida, porque si no voy con ella a la facultad de arte se va a sentir sola, que esto lo hemos planeado desde hace tiempo, que tengo que ir con ella, que tenemos que estar juntos ahí porque soy el hermano que nunca ha tenido. Después de que dice eso, nos quedamos así, abrazados, un buen rato. Le susurro al oído si es que me apoyaría así tuviera que vivir en la calle, bajo un puente, tuviera que prostituirme o lo que fuera con tal de poder pintar. Se separa de mí y me mira a los ojos. Me dice que es obvio, que somos hermanos y que los hermanos tienen que cuidarse entre sí.






La inevitabilidad del arteWhere stories live. Discover now