Volver a contemplar el muro

84 18 18
                                    

Vuelta. Segunda. Tercera. Cuarta. Me levanto. Madrugada. Voy al baño. Orino. Tres horas sin poder dormir. Tal vez más. No sé. No hay ruidos en la casa. Todos están durmiendo. Abro las cortinas. Oscuridad. Luna. No hay. Silencio. Hace frío. Silencio. No hay quién grite, ni reprima, ni diga nada. No hay prohibiciones. Silencio. Hora azul. No puedo dormir. Suena a lo lejos un carro que pasa. Suena una sirena. Alguien se debe de estar muriendo. Alguien tal vez se vaya preso. Alguien sólo quiere encender su sirena. Me levanto. Salgo. Me siento. En la escalera. Miro por la ventana. Luces. Calle. Camión de la basura. Recogedores de basura. Sólo a esta hora. Desaparece. El camión. Contemplar el árbol de la esquina. Tratar de reconocer algún árbol a los que me he trepado de niño. Ver cómo todo cambia a esta hora. Reconozco al más importante. Parece que estuviera en otro lugar, como si hubiera sido en otro momento en el que me senté en aquellas ramas. Un sucio árbol. Un sucio parque. Apoyo la cabeza en la pared. Me acurruco.
¿Cuándo fue la primera vez que hice esto? ¿Cuándo decidí pasarme la noche entera mirando por una ventana? En el fondo sigo siendo un niño asustado. ¿Asustado de qué? No lo sabía en esa época. Ahora sí lo sé. Tengo miedo de vivir con un vacío enorme por el resto de mi vida. Un vacío creado por una ansiedad que me come por dentro. Una suerte de bestia que necesita crear para alimentarse y si no crea, me va a comer vivo. Miro de nuevo el cielo. ¿Cuándo decidí pasarme la noche entera mirando por una ventana?
En ese tiempo me iba a dormir, muy, muy temprano. No era para estar despierto de madrugada, no era para mirar por la ventana y ver árboles oscuros, no era para tratar de imaginarme un tiempo, ni lugar distintos. Era para poder estar despierto cuando nadie más lo está. Estar solo. Sin nadie que crea saber lo que es mejor para uno de lo que uno mismo lo sabe. ¿Sé qué es lo mejor para mí? Ahora sí. Si no, no sentiría esto ahora.
Libertad.
Con la ventana muy abierta para poder ver el cielo. Cierro los ojos. Intento dormir. Si me encuentran dormido acá. ¿Qué me dirán? No puedo dormir. Abro los ojos. Puedo ver. ¿Qué hacía antes en estos momentos? Jugar, jugar y jugar. Escondido en mi cuarto. Sin hacer mucho ruido; no después de las veces en las que me han golpeado.
Mierda.
¿Por qué me quedo pensando en esto? Casi todos los que conozco no se hacen bolas por esta clase de cosas. No conozco a nadie que se haga bolas por esta clase de cosas. Siguen con su vida sin que la gripe los persiga. Tal vez se sientan igual que yo. Tal vez pasen por lo mismo. Tal vez tampoco se atreven a contárselo a alguien. Tal vez todos tratamos de engañarnos. Me cojo el hombro derecho. Me reclino más.
Quiero dormir.
Callado, jugaba y nadie me perturbaba. Por lo menos hasta que el sol salía por completo. Es parte de un proceso. Sentirse así es parte de un proceso. Tiene que ser eso. En algún momento dejaré de quedarme sentado en la escalera por las madrugadas. Dormiré. Despertaré. Después de eso, de vuelta al colegio, de vuelta al bullicio, de vuelta a la existencia, de vuelta a ser alguien, de vuelta a ser vomitado al mundo. Silencio. Luces. Calle. Árbol. El amor por el silencio. Suspiro.
Quiero dormir.
Espero que el cansancio termine por vencerme. Amo el silencio. Otras personas se incomodan cuando me quedo callado. Tienen que aprender a disfrutarlo. Una estrella. Dos estrellas. Tres estrellas. No veo más. Nunca hay más. El silencio durante las madrugadas fue lo único que consideré mío hasta que eso también lo perdí. Tal vez ya no lo necesitaba. ¿Por qué de nuevo ahora? No, fue el año pasado que comencé nuevamente esto. Debería de haber terminado ya. ¿Dónde está ese niño? ¿Qué fue de él? ¿En qué momento me perdí? ¿Cuándo dejé de ser así? Antes sólo disfrutaba. ¿Por qué ahora no puedo mirar hacia fuera como hacía antes sin tener que pensar en algo tarde o temprano? ¿Por qué siempre tengo que acabar recordando lo que hacía o quién fui sabiendo que ya deje de hacerlo o ya no soy así?
Mierda.
En algún momento por algo o alguien desapareció la inocencia. La mandaron al carajo. Tal vez no me sienta cómodo al reparar en todos los años que han pasado y no recuerdo nada importante, nada significativo que haya hecho. No, ella es importante, ella significa algo. Mis dibujos, mis creaciones también lo son. Es esta hora que me hace sentir así. Podría compartir este instante con ella. No, este no. Otro distinto. Uno en el que no me sienta perdido. Uno en el que no me encierre. Podría contarle todo esto. ¿Entendería?
Espero que sí.
Es un vínculo que con ella no tengo. Es esa relación especial que existe entre los primeros instantes del día y yo. Es estar sentado en la escalera apoyado en la pared y sentir cómo es que he estado en este mismo lugar a distintas edades. Es eso. Pero este cielo siempre me refleja el vacío que tengo. No, no tengo un vacío.
¿Qué es lo que tengo?
Tal vez sea el saber que no puedo decidir qué hacer con mi vida. Que en verdad eso nunca dependió de mí. Aun así ser ingenuo. Y pensar que podría elegir. La realidad es muy dura. ¿Por qué esta sociedad es así? ¿Qué tengo que sea realmente mío?
Tengo que crear el vínculo con ella. Tal vez me da miedo. Saber que puedo haber desperdiciado tiempo. Pero estoy con ella ahora. Eso no es tiempo desperdiciado. No lo será nunca. No dejo de sentir que me estoy aferrando a un pasado. Creyendo que cualquier momento en el que fui más inocente es mejor. Eso ya no tiene nada que ver con ella. Eso es un problema que no sé cómo resolver.
Creer que el ser inconsciente, ser ignorante, darse cuenta sólo de ínfimas cosas es la mejor forma de vivir que hay. Creo que mientras más sepa o conozca peor me siento. Incluso el amor desaparece. Siempre desaparece. No, este amor sigue. Queda.
A esta hora es cuando dudo de si realmente quiero a alguien o no. Pero estoy pensando en ella. Si no me viene a la mente su imagen, no me importa, es una relación idiota que está condenada a morir; si su imagen aparece, me importa. Sólo su imagen ha aparecido en este instante.
Me siento desnudo. Es la hora de verse desnudo. Es la hora en la que no puedo escapar de mí. Es la hora en la que mis ansias me carcomen. Choco contra todas mis contradicciones y defectos. Me siento abrumado. Es todo una estupidez. Y es tan estúpido que no sé cómo salir de este conflicto. En verdad sí sé, pero al parecer no depende de mí esa situación.
Si se lo cuento. No, esto es algo mío. Solamente mío. Nadie debe de poder ingresar. Si se lo muestro a alguien me quedo con nada. No quiero que nadie se lleve esto. Me sentiría muy frágil. Sigue siendo estúpido. Soy estúpido. He pasado por esta noche antes. Sigue siendo que solo aquí en mi escalera siento mi desnudez tan real... tan palpable.
Tengo que mostrárselo. Tengo que encontrar un momento en el qué mostrárselo. Si al final no me entiende, no importa. Un niño asustado no puede librarse solo de sus miedos. Me pregunto si alguna vez volveré a ser feliz. No, no era feliz antes. Antes no sabía que era la felicidad, ni la tristeza. Soy feliz ahora. Sólo con ella. Estoy poniendo todas mis esperanzas en ella. Como si fuera mi salvadora. Esto debería de solucionarlo solo.
Ya perdí las esperanzas en lo que será de mi vida.
Me levanto. Estiro. Voy a mi cuarto. Me meto a la cama. Me levanto. Me olvidé de cerrar las cortinas. Veo un tenue resplandor rojizo a lo lejos. Tengo que hablar con ella. Si me ayuda o no, ya no importa. Hago esto por mí. Sólo necesito que alguien me escuche. Cierro las cortinas. Me echo. Me tapo con las sábanas. Cierro los ojos.
Por alguna extraña razón no tenía sueño.


La inevitabilidad del arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora