Aferrándose

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Le hago un gesto para que se levante. Pregunto si quiere bañarse conmigo. Se ríe. Responde en son de broma que ella pensaba que yo nunca me bañaba. La miro con una mueca que pretende reflejar lo mucho que me ha ofendido. Pero se ríe. Me dice que está bien. Se levanta. Camina hacia el baño. Se detiene. Voltea. Me pregunta si voy. Me levanto. Le respondo que sólo quería verla caminar un momento. Me gusta verla caminar. La sigo. Entra. Entro. Cierro la puerta con llave. Me pregunta que cómo vamos a saber si alguien viene. Me encojo de hombros. Abro la puerta. Le respondo que no creo que nos demoremos mucho. Cada uno se desviste a sí mismo. La veo desnuda por segunda vez en el día.
Últimamente la veo más sin ropa que con ella.
La abrazo. Sólo calor corporal. Es agradable. Es bello. Entro a la ducha. Entra a la ducha. Cierra la cortina. Digo como si estuviera pensando en voz alta cuál es fría. Pone cara de susto. Ella dice fría con una voz de susto. Se cubre los pechos. Como si tratara de defenderse. ¿Para qué hace eso? Aunque no deja de gustarme esa clase de gestos suyos. Señalo hacia las llaves. Señala la de la izquierda. Presiona más las manos sobre sus pechos. Me encanta. La abro. Ligeramente. Sale caliente. La cierro. Abro la otra. Fría. Abro más. Más frío. Me sumerjo en ella. La atraigo hacia mí. Lanza un ligero chillido. Me río. Pone cara de haberse ofendido. Me río. Me salpica agua en los ojos. La coloco a ella directamente debajo del chorro de agua. Cierra la llave. Coge el jabón. Me pide que me dé la vuelta. Me doy la vuelta. Me enjabona la espalda. Termina. Me da el jabón. Ella se da la vuelta sola. Le enjabono la espalda. Se levanta el pelo. Enjabono su cuello. Se voltea. Extiende la mano. Le doy el jabón. Me enjabona los brazos. Las piernas. El pecho. La ingle. Hasta los pies. Estira la mano. Cojo el jabón de entre sus dedos. Enjabono sus hombros. Sus pechos. Sus brazos. Su ingle. Sus piernas. Hasta sus pies.
Lo que hacemos no tiene nade de sexual. Es raro. Casi todo lo que hacemos últimamente tiene algo de sexual. No me gusta mucho este camino y no sé a dónde nos lleva.
Se da la vuelta. Abre la llave al máximo. El chorro de agua casi hace que me caiga. Se ríe. Me salpica agua en la cara mientras se saca el jabón del cuerpo. Trato de empujarla ligeramente para que se arrime. Se arrima. Me saco el jabón del cuerpo. Me salpica agua a la cara. Escupo agua de la boca. Cierro la llave. Nos miramos. Chasquea los dedos. Sale de la ducha. Moja el suelo. Coge una toalla. Pregunto que por qué no dos. Menea la cabeza en forma negativa. Responde con un tono de obviedad que porque dos toallas son para dos personas y que yo nunca he estado hoy acá. Me río de mi propia estupidez. Termina de secarse. Me da la toalla. Me dice que me apure que ya van a ser las seis. Asiento. Me recuerda que antes de esa hora yo ya me tengo que haber ido. Cojo mi ropa. Me pongo el uniforme. Ella va a su cuarto. Se pone su pijama. Sale. Me despido de ella en la puerta. La abrazo. Me voy. Cruzo el parque. Camino.
La amo.
Entro a la cocina. La saludo. Hablamos de nuestros días. Me sirvo la cena. Se va a su cuarto. Me siento. Me levanto. Abro la refrigeradora. Busco el jugo. O lo que sea que haya. Limonada. Me siento. Como. Cuando sigo sus impulsos. Cuando sigo mis impulsos. Como. Debería salir con ella un día a escribir y dibujar en la paredes. Hasta ahora no nos hemos sentado a hacer eso. Ella escribe. Yo dibujo. Uno al lado del otro. Bebo. Hace meses fue la última vez que hablamos del tema. ¿Por qué no lo hemos hecho? Como. Tengo que hacerle recordar. Tengo que recorrer el mundo con ella. Hasta encontrar nuestro lugar. Como. Quedarnos quietos viendo como el sol desaparece. Estaríamos sentados. Tal vez abrazados. Tal vez conversando de algo que no tiene mucha relevancia. Bebo. Pero en el fondo casi todo es irrelevante. Saber bañarse es algo relevante. Todo se va tornando oscuro a nuestro alrededor. Como. Cojo mi plato. Lo lavo. Las luces de la calle enmarcarían nuestras siluetas. Estáticas. Abro la refrigeradora. Busco postre. Sin moverse. Una junto a la otra. Sin saber qué hacer. Sin saber qué decir. Hay helado. Se acerca el verano. Se termina el año. Abrazados en silencio. ¿Para qué hablar? A veces sólo tengo que mirarla y me entiende. Saco un plato pequeño. Saco una cuchara pequeña. Me sirvo. Silencio. Me siento. El helado está bueno. Casi congelado. El silencio no resulta tan aterrador. Antes tenía miedo de él. Antes tenía miedo de quedarme en silencio con alguien que me gustaba. Me mancho el pantalón con helado. Mañana en el colegio voy a tener una mancha en la rodilla. Qué bien. Podemos hablar. Podemos callarnos. Podemos hacer lo que queremos. Busco algo que echarle al helado. Hay pecanas. Las uso. Preferiría maní, pero a nadie le gusta en esta casa. Me sobo la mejilla. Me dolió morder una pecana. Pero no pasa eso. Me levanto. Lavo el plato. Dejo que se seque el plato y la cuchara. Me vuelvo a sentar. Bebo. Bebo. Bebo. Bebo. Bebo. Me levanto. Lavo el vaso. Podríamos lavar platos.
Guardo la jarra. Resulta dulce contemplarlo. Quiero quedarme dormido sobre su vientre. ¿Por qué? Subo. Entro a mi cuarto. Dejo que mi mochila se caiga. La abro. Busco mi lápiz. Trazo una ventana. Abierta. Las cortinas se mueven. Se ondean. Un sofá. Dos personas sentadas en él. Se agarran de la mano. No tienen rostro. Sólo quiero resaltar las manos aferradas. Como si se estuvieran casi desgarrando entre sí. Borro. Intento de nuevo. Vuelvo a borrar. Nunca llego a plasmar las imágenes que tengo en la cabeza. Teoría. Práctica. Nunca concuerdan. Las manos se aferran como si nunca fueran a soltarse. Las sigo marcando por sobre el resto del dibujo. Me siento en el suelo. Me apoyo contra la pared. Tal vez eso es lo que sentimos ahora. No queremos soltarnos. No quiero soltarla. Muerdo mi lápiz. Debería de dormir hoy con ella. Nunca hemos dormido juntos. Tal vez sea igual que la ducha. Nada sexual. Tal vez haya perdido sentido. Me saco el lápiz de la boca. Sombreo todo el dibujo. Borro. La luz proviene de la ventana. Las luces de la calle los delimitan. Está bien. Contemplo. Me echo sobre el suelo. Debería de hacer algo con el techo. ¿Pero qué? No puedo aferrarme a él. Tal vez ella tenga una solución. Ella tendría alguna idea. Para eso estamos juntos.


La inevitabilidad del arteWhere stories live. Discover now