Al pie del muro

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Mi hermana se sienta a mi lado mientras yo termino de cenar. Me dice que sabe qué fue lo que me dijeron. No le respondo. Sigo comiendo. Trata de confortarme diciendo que si pudiera me ayudaría con ese tema. La miro. En mi mirada quiero decirle que la verdad de las cosas es que no puede. Me habla despacio, como cuando yo era un pequeño, diciéndome que si tanto quiero dibujar, nunca debo dejar de hacerlo, que puedo estudiar primero lo que ellos digan y luego pagarme yo mismo lo que deseo, que un montón de gente ha hecho eso. Asiento con la cabeza. Me mira a los ojos cuando dice que a ella le gustan todos los dibujos que tengo en las paredes de mi cuarto. Le agradezco en un susurro tenue. Me abraza. Me besa en la frente y me suelta. Me pide que no me ponga triste, que esto no es el fin del mundo, que todavía soy joven y la vida da muchas vueltas, que a lo mejor nuestros progenitores terminan cambiando de opinión o que yo debería hacer un plan para convencerlos, que ella me podría ayudar. La miro. En mi mirada quiero decirle que tanto ella como yo sabemos que eso no va a pasar. Pero sonrío levemente. Le digo en otro susurro tenue que ojalá así sea, que lo voy a intentar.







La inevitabilidad del arteWhere stories live. Discover now