11.

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¿Por qué sigo encontrándomelo? ¿Una broma enfermiza del universo? Universo, escúchame, no es nada gracioso.

Voltee a mirarlo y él se encontraba en pijama y se veía tranquilo como pocas veces lo había visto. El se veía diferente, había algo en su aura que se veía distinto.

— Lo lamentó no era mi intención asustarte —dijo él y se escuchaba realmente apenado.

Mi corazón se iba calmando poco a poco.

— ¿Qué hay de ti? Pensé que te habías dormido hace tiempo.

— Lo intenté, pero creo que las pastillas no están haciendo efecto —dijo él para después quedarse callado súbitamente como si ya hubiera rebelado mucha información.

Me sentí tentada de preguntarle si sus problemas para dormir eran muy recurrentes, pero sabía que lo más probable es que no quisiera compartir esas cosas con una extraña como yo.

Nos quedamos en silencio por un tiempo. Yo solo observaba el mar y lo tranquilo que era todo, el cielo lleno de estrellas y el viento moviendo las olas. Podría vivir en este lugar para siempre me hacía sentir gran tranquilidad.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo Darcy después de un largo rato de silencio.

— Acabas de hacerla —respondí solo fastidiándolo. Mire a Darcy de reojo y noté que el también miraba al mar concentrado. — Pero adelante, dispara.

De nuevo vino un largo silencio antes de que Darcy se decidiera a preguntarme algo.

— ¿Terminaste de medir mi carácter? —la pregunta me tomó completamente fuera de base, pero intente disimular mi asombro con una pequeña risa.

Jane no debía haber hecho ese comentario.

— Tal vez ¿por qué? —respondí vagamente encogiéndome de hombros.

— Me causa curiosidad conocer el resultado ¿Me lo dirás? —pregunto él y yo voltee a verlo solo para encontrar que él ya me estaba estudiando.

— ¿Crees que la vanidad y el orgullo son defectos? —le respondí con una pregunta.

El frunció el ceño.

— La vanidad es un defecto, pero no considero que el orgullo sea uno siempre que éste se encuentre justificado —respondió él.

Comencé a disimular mi sonrisa. Por supuesto que el orgulloso de Darcy no iba a considerar su más grande defecto como uno, eso lo bajaría de su pedestal de superioridad.

— Entonces creo que ahí tienes tu respuesta. No tienes defecto alguno y lo reconoces con absoluta sinceridad.

— No me refería a eso —repuso él. — Tengo defectos como todos. Mi temperamento, por ejemplo. Creo que mi mayor defecto es que no perdono rápido, cuando alguien pierde mi estima, la pierde para siempre. Mis sentimientos hacia alguien pocas veces cambian, aunque yo quisiera que cambiaran. A veces resulta imposible.

Analicé el rostro serio de Darcy y él lo decía muy en serio.

— Caray ese sí que es un defecto... —dije analizando la situación. Tal vez yo le desagradaba Darcy , tal vez esta era su forma de decirme que eso no cambiaría y que sus sentimientos no iban a cambiar. — Así que tu mayor defecto es tu propensión a odiar a la gente —dije un poco desafiante.

— Y al parecer el tuyo es obstinarte a no entender a los demás —respondió él y se fue sin decir nada más.

Fruncí el ceño ¿Yo obstinada? Lo decía una persona que desde que llego a Hertford se había dedicado a subestimar al pueblo y a todas las personas que vivimos ahí simplemente porque no somos igual de snob que él. Todo eso sin si quiera conocernos. Creo que el obstinado es otro.

Las Chicas Bennet {Editando}Where stories live. Discover now