16. Competencia de miradas asesinas

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— ¿Redecorando? —pregunto papa tomándome por sorpresa.

Me había pasado toda la tarde encerrada en su estudio cambiando el orden de los libros en su biblioteca me pareció que necesitaban un cambio. Había decidido reordenarlos por orden alfabético pero eso sería aburrido así que comencé a hacerlo por color.

— Has añadido nuevos a tu colección. Estoy un poco resentida porque no me los hayas prestado —Papa se acercó a donde yo estaba sentada en el suelo ordenando los libros por montañas. El despeino mi cabello y se sentó cerca de mí en un sillón. Se veía cansado.

— Eso es porque me gusta ser el primero en leer los libros nuevos y no lo he hecho —fruncí el ceño. Papa es como yo apenas tenemos un libro nuevo lo devoramos en cuanto lo tenemos en nuestras manos, pero antes de que preguntara a qué se debía ese extraño comportamiento dijo — No he tenido tiempo, el trabajo está consumiéndome pero en cuanto los leas serás la primera en saberlo.

Mi cara cambio a una profunda preocupación sabía que papa había estado trabajando aún más porque pronto Jane iría a la universidad y luego lo haría yo... Y luego Mary... Y luego las mellizas. Dios... Hasta ahora había caído en cuenta de lo duro que era la situación, costear cinco universidades es un lujo. Somos una familia clase media con esta economía no podemos pagar cinco matrículas de universidad, sabía que Jane había ahorrado para su universidad trabajando como niñera antes pero igual no era suficiente. Papa tiene que endeudarse para permitir que vayamos a la universidad. Caray... Tal vez debo conseguir un trabajo... y una beca.

— ¿Qué haces un viernes por la noche encerrada en el estudio? ¿Por qué no estás en la calle viviendo la vida loca, drogas, tatuajes, alcohol, sexo?

Aún agotado papa se las arreglaba para hacerme sonreír. Dios era tan afortunada de tenerlo.

— Me pareció que este lugar necesitaba un cambio extremo y quería ojear tus libros —dije señalando las montañas de libros a mi alrededor.

— Te estás escondiendo de tu madre y tus hermanas ¿me equivoco? —pregunto con una sonrisa burlona en los labios.

Levante las manos en forma de rendición.

— ¡Culpable! pero es que me están volviendo loca. —Papa rió y negó con la cabeza.

Jane había cometido el error de contarle a mama sobre el regreso de los Bingley y mama había comenzado a enloquecer más, si es que eso era posible. No hablaba de otra cosa, esta semana había sido una tortura. Lydia y Kitty afortunadamente habían hecho las pases pero ahora no dejaban de discutir con Mary respecto a su habitación compartida. Ningún lugar de esta casa era territorio seguro solo este estudio que era el único rincón cordura.

— Sal y diviértete un rato ¿Por qué no sales con Jane?

— Ella está con Chuck y no quiero tocarle el violín. No gracias. —Papa rió y asintió.

— ¿Qué hay de Charlie? No recuerdo un viernes por la noche en años en que ustedes no tuvieran algo entre manos.

Solo la mención de mi mejor amiga hizo que se me arrugara el corazón. No había hablado con Charlotte hace una semana y se sentía como si fueran años. En la escuela ni siquiera nos mirábamos, solo nos dirigimos cuatro frases en la clase de química solo porque somos compañeras de laboratorio y necesitaba que me pasara el sulfato de sodio.

Las Chicas Bennet {Editando}Where stories live. Discover now