Capítulo 15.

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Tras un largo y agitado día, la castaña se recostó en la cama boca abajo, escondiendo su rostro en la almohada, para seguidamente echarse a llorar.

Llegaba del funeral del can de su novio, novio que ahora se encontraba en la cárcel. Se sentía terrible, no sabía qué hacer, ha pasado solo dos días de esa vez, ayer fue el velorio y hoy el funeral de su querida mascota. Jamás se había sentido más sola y vacía que ahora.

Sus padres llamaban a la puerta de su habitación, pero ella contestaba con un "Déjenme sola.", ellos insistían, pero ella no abría la puerta. Al final se terminaron dando por vencido y se fueron a hacer sus cosas, en cambio ella, se quedó en su lugar sin mover ni un solo músculo. Varias veces en este día ella decidió "aliviar" su dolor emocional con dolor físico, pero luego pensaba en sus amigos, padres, en Castiel, no podía hacerles eso, no se lo merecían. Le prometió a Castiel que lo esperaría estos dos años y es justamente lo que haría.

De vez en cuando la rabia la invadía y quería ir a donde se encontraba Viktor, pero no sabía nada de él, no tenía ni idea de su paradero.

Los policías.

Ellos deben de saber, pensó.

Se levantó sin pensarlo dos veces y se fue de la casa sin responder las preguntas de sus padres de dónde iría, no tenía tiempo para eso.

Decidió tomar un taxi, hace tiempo no lo hacía, se había acostumbrado tanto ir en motocicleta a todos lados con Cas que ir en un taxi se le hacía raro.

Llegó a la estación de policías y buscó a los que llevaron a Castiel tras las rejas. Encontró a uno tomándose un café y comiendo una dona tras un escritorio y computadora, ella se acercó enfadada, ver al hombre que aprisionó a su amado la enfurecía.

—Vengo por el caso Viktor y el "Ataque" de Castiel y su perro hacia él. —Aclaró de inmediato, el policía la miró de pies a cabeza y se asombró un poco al verla, tal vez la reconoció, porque era é, el que la puso contra la pared para no meterse entre Demonio y el hombre que le disparó. — Quiero saber dónde se encuentra Viktor.

—Se encuentra en el hospital. —Respondió sin titubeos, mirándola con la misma seriedad que ella.

—Dígame cuál, el piso y habitación.

Este le reclamó de por qué las órdenes, pero ella se cansó y comenzó a gritarle, no le importaba faltarle el respeto, ella se lo faltó en casa de Castiel, no volvería a ser débil nunca más. Finalmente él cedió y le dio la información para que se fuera de una vez por todas,

Ella llegó a dicho hospital, fue hasta el piso donde se encontraba y caminó hasta la puerta, dudó un momento si entrar o no. Entreabrió esta y lo vio, ahí recostado en la camilla durmiendo como si nada mientras que ella estaba desesperada por respuestas.

Entró luego de pensarlo y fue hasta su camilla, y se coló al lado de esta observándolo. Por un momento pensó desconectar el cable de sus signos vitales, cortar el tubito que le aplicaba el suero y el oxigeno, pero no, no lo hizo, ¿Por qué? Porque eso no arreglaría nada, solo empeoraría las cosas.

Lo observó un momento, tenía su brazo con teso, una pierna con vendas y la cara con un gran parche, pero se notaba por extremo que tenía puntos bajo aquel parche. Él se lo merecía, agradecía ese trabajo que hizo demonio, pero por culpa de eso ya no estaba en estos momentos

Se volteó hacia la pared para no mirarlo más y dio un puñetazo sobre esta, haciendo daño a sus nudillos. Se quedó estática, porque es lo que normalmente haría Castiel, se estaba pareciendo a él y no sabía si era bueno o malo. Poco a pocos sus ojos comenzaron a humedecerse, se sentía fatal. Las lágrimas no tardaron en caer, y tampoco los sollozos en aparecer, se sentía vacía, tenía un gran hueco en su pecho el cual no había sentido hace ya años, era horrible tener esa sensación nuevamente.

—¿Sucrette? —La llamaron y no hacía falta adivinar de quién era esa voz masculina para saber a quién pertenecía. Ella volteó aún entre lágrimas y vio a tal hombre que la miraba sin más, no estaba sorprendido, pero tampoco se encontraba inexpresivo, estaba normal. — ¿Qué haces aquí? —Preguntó, como si no supiera lo que hizo, eso la hizo enfadar aún más.

—¿Qué hago aquí? —Respondió con otra pregunta. — ¿Todavía tienes agallas para preguntar lo obvio? —Una ladina sonrisa se ladeó en sus labios.

—Sabía que tarde o temprano lo harías. A decir verdad te estaba esperando. —Su tono de voz era tranquilo.

—¿Por qué lo denunciaste? ¡Él ahora está tras las rejas y es toda tu culpa! —Le gritó entre lágrimas.

—Él me hizo esto. —Se refería al daño de su cuerpo y rostro. — Yo no he hecho nada malo. —Respondió entre risas.

—¿Nada? ¿Traste de violarme y me golpeaste! ¿¡Eso es "Nada" para ti!?

—¿Yo? No recuerdo haber hecho eso. —Respondió de la misma manera, tratando de hacerse el inocente. — No tienes pruebas, cariño

—Y es lo que más me enfada. —Dijo entre dientes, sus lágrimas volvieron a recorrer sus mejillas, se sentía inútil al no saber qué hacer en momentos como estos.

—Y ahora que el pelirrojo no está aquí, tenemos mucho de qué hablar. Aunque claro, después de que salga de aquí. —Ella lo miró con una forzada sonrisa.

—Claro, ¿Qué más quieres? ¿Qué hagamos el amor, nos casemos y tengamos hijos? —Preguntó sarcásticamente.

—No lo había pensado así, pero tal vez.

—¡JAMÁS! —Gritó. — ¿¡Qué mierda te hice yo para merecer esto!? ¿¡Por qué quieres que sea infeliz!?

—Quiero que seas feliz, pero conmigo.

—Tú sabes y de sobra que jamás estaré contigo. Y métete eso bien en la cabeza, yo no te quiero y ni te querré nunca, y si lo hice alguna vez, no sabes lo mucho que me arrepiento, pero gracias a todo esto descubrí como eres realmente, ¡Solo piensas en ti mismo! ¡Eres un egoísta! —Luego de unos segundos, él se echó a reír.

—¿Y qué más da? Castiel no está aquí contigo, y yo sí. Hallaré una manera de ganarte ya sea por las buenas o por las malas. Serás mía, de una u otra forma. —Aclaró seguro de si mismo.

—Eres un idiota... —Contestó entre sollozos. —Dime...Dime qué te hice yo para merecer esto... Tú puedes conseguir cualquier persona, cualquier chica sin ningún esfuerzo, siempre ha sido así. ¿Por qué a mí?

—Eso jamás lo entenderías, no vale nada explicártelo.

—Estás enfermo...

—No me importa lo que me digas, nadie te va a creer, no hay pruebas de nada. —Se rió él. Ella sabía perfectamente que estaba en lo correcto, lo que no podía hacer nada al respecto, solo esperar y luego irse lejos con Castiel.

—No pienso perder más tiempo aquí contigo. —Dijo a secas, volteándose para caminar hacia la puerta, pero él la llamó justo para cuando tocó el pomo de la puerta.

—Espera. —Ella se detuvo, pero no volteó a verlo. —Te aclaro desde ahora... Que el que lo denunció no fui yo. —Y nuevamente carcajadas se escuchaban de parte de él.

—¿Qué? —Se volteó sin saber a lo que se refería. No lo entendía. Se acercó un par de pasos, estaba inquieta. — Si no fuiste tú, ¿Quién fue?

—Fue...—Lo interrumpió una persona que entró a la habitación. Volteó a mirar y ella no podía creer que esa persona estuviera frente a sus ojos.

—Fui yo. —Y una sonrisa hipócrita se formó en sus labios. Los ojos de la castaña se abrieron a la par al escucharle.

—Laeti...

El Placer de Amar. ~ ~ CastielxSucrette [Corazón de Melón]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ