Capítulo 50.

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—Aún no lo asimilo, es irreal. —Dijo entre sollozos, pero feliz la ojiverde mientras se refregaba sus ojos con las manos. Su mirada pasó a caer en un pequeño estanque de agua que había en el parque cerca del enorme árbol en donde iba después del instituto algunas veces. Algo dentro del estanque estaba brillando gracias a la luz de la luna que estaba justo encima.—Eso...

—¿Eh? —Éste fijó su mirada al mismo lugar con ella, notando también aquel pequeño brillo. Si no se equivocaba, sería lo que estaba pensando.

Ambos se acercaron a aquel estanque y al mismo tiempo metieron sus manos al agua, quedando sorprendidos al hacer la misma acción al mismo tiempo. Se quedaron mirando uno al otro por unos segundos hasta que ambos tocaron algo en el fondo y jalaron de el. Cada uno sacó una cadena de plata con un dije de la mitad de un corazón, quedando sorprendidos por dos cosas: primero, los collares después de 5 años estaban ahì e intactos y segundo, se dieron cuenta que habían dejado aquel accesorio en donde mismo lo dejó el otro.

—Ésto... Tú... —Comenzó a hablar el pelirrojo sin saber claramente qué decir.

—Es increible que después de tanto tiempo... Siga aca... —Comentó con una pequeña sonrisa en sus labios, mirando con detalle la cadena y el colgante. — Y por casualidad lo abandonamos en el mismo lugar...

—Y después de 5 años, éste amor vuelve a renacer... Y ésta vez para quedarse. —Ambos se miraron de una manera tierna, chocando suavemente sus frentes. — Su...

—Castiel... Ven, vamos. —Ella se incorporó y lo tomó de su mano, entrelazando sus dedos con los de él.

Para el músico se le era desconocido el destino de su caminata, pero eso no le importó mucho, ¿Qué importaba el lugar al qué irían? Mientras fuera juntos, a él no le importaba el lugar.

Caminaron tranquilamente en silenció por unos cuantos minutos hasta llegar a una gran casa, sorprendido al ver que Sucrette si ha tenido una muy buena vida, quizá una mejor de la que pudo haber tenido con él.

Ingresaron a la vivienda y Castiel se quedó parado mirando cada rincón de la casa, era amplio y muy acojedor todo, aparte de que era todo muy moderno. Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir contacto nuevamente en su mano por la ajena.

—Te quedarás conmigo hoy, ¿Verdad? —El pelirrojo no evitó sonreír ante su petición, más que encantado por volver a pasar una noche con su amada.

La sonrisa de él fue suficiente para saber que éste le afirmó su pregunta, asi que se dedicó nuevamente a caminar planta arriba con él agarrado de la mano. Llegaron hasta un cuarto más o menos neutro, no había nada en las paredes y pareciera que esa habitación no hubiera sido habitada por nadie, aunque a decir verdad, se encontraba en un muy buen estado.

Al cerrar la puerta tras de ellos, Sucrette se adelanto y dando unos pasos a la cama, fue quitándose su sweater. Castiel tragó en seco, ansioso por lo que ocurriría a continuación.

—Quiero sentir nuevamente que soy tu mujer... Que soy tuya y de nadie más. —Decía mientras se quitaba ahora su bluza quedándo con su sostén de color rojo a la vista. El pelirrojo estaba sorprendido por aquel atrevimiento por su parte, cosa que le gustaba y también se sorprendió al notar que su cuerpo había cambiado, sus dotes habían tomado un tamaño más grande, su cintura era más pequeña y la cadera estaba ligeramente más ancha. — Castiel, por favor...

—No debes pedirmelo dos veces. —Le contestó con una sonrisa en sus labios.

Sin más demora se quitó su playera quedando con su anatomía desnuda, desenrolló la camisa que tenía alrededor de su cintura y ambas prendas las dejó tiradas en el suelo. Se acercó a la de ojos verdes que yacía recostada en la cama, mirándole de una manera provocativa mientras mordía su labio inferior, sorprendida de lo trabajado que estaba el cuerpo de aquel hombre del cual estuvo y aún está enamorada. Éste se fue acercando cada vez más hasta quedar casi sobre ella, con sus manos recorrió toda la cintura ajena, palpando ciertas áreas con sus dedos provocándole a ella algo de cosquillas. En cambio ella con las suyas tomó el rostro ajeno y lo acercó al suyo, uniéndose en un simple beso en un principio, pero a medida que pasaban los segundos, éste fue tomando un sentido más apasionado, mostrando todo el amor y las ganas que se tenían en ese momento.

El Placer de Amar. ~ ~ CastielxSucrette [Corazón de Melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora