XXIX

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Liv

Era real. Él era real, sus sentimientos por mi eran totalmente reales, podría estar con él y pensar tal vez me quería, pero esta vez noté que si me quería, pues con él me sentía protegida, me sentía mejor,él me hacía sentir mejor, me anteponía antes que a él, se había vuelto mi todo y yo el de él.

-¿Quieres pasar? - No quería estar sola, y ¿quién mejor que él?

- Si Liv, quiero estar a tu lado siempre.

Dejó que caminara un poco dentro de la casa, abrí la puerta principal y la empujé, antes de terminar de voltear, él me levantó entre sus brazos y me cargó hasta dentro de mi casa.

Se detuvo en la sala para bajarme; tomó mis manos y se arrodilló frente a mi.

-Olivia...Quiero decir, Liv ¿Quieres ser mi novia? - Me sonrió.

Obviamente quería serlo, pero... Era muy difícil para mi aceptar a alguien al que podía lastimar; mi conciencia me decía que dijese que no, pero como siempre mi estúpido corazón opinaba lo contrario.

-Alaric... si... - mi voz era muy baja pero él logró escucharme -

Se levantó y se paró frente de mi, tomó mi cintura, acercó su mano a mi mejilla moviendo mi cabello tras mi oreja, se inclinó lentamente hacia mi, se giró y besó mi mejilla.

-Quédate, por favor.

-Contigo, en donde sea -él siempre tan romántico.

Toda la tarde se quedó conmigo, vimos algunos vídeos en Internet, quiso que viésemos películas y hasta me preparó la comida.

Este día no había empezado del todo bien, habíamos llegado a la escuela, no habíamos entrado, nos fuimos todo el día y conocí a sus padres. Desde un principio noté la desaprobación de ellos al verme por primera vez, mínimo su padre lo trataba de disimular, pero su madre, Zara, hasta su nombre me disgustaba, me miraba de una forma molesta. En fin, el que Alaric se me declara y en la forma en que lo hizo, me alegró, más que cambiar mi día, lo volvió perfecto.

Al día siguiente nos tocaba instituto, aunque ambos lo sabíamos ninguno de los dos se dispuso a deshacer ese momento único que habíamos formado. Alaric se había acostado junto a mi, estábamos en mi habitación aún veíamos vídeos, cuando noté que comenzaba a quedarse dormido, me moví lentamente evitando despertarlo tratando de acurrucarme entre sus brazos, voltee para verlo de frente y le di un pequeño piquito en los labios. No se movió.

Me desperté soñolienta, estaba sola en mi habitación, pensé que Alaric se había ido en la madrugada, fue entonces cuando escuché el estéreo un poco alto y la puerta comenzó a abrirse. Alaric me había preparado el desayuno.

-Buenos días pequeña -consigo traía una pequeña mesita con un plato y guafles junto a un vaso de leche y una nota.

-Hola, ¿Qué hora es? -solté un bostezo.

-Aún es temprano, no te preocupes. - Me lanzó una sonrisa.

Puso la mesita sobre las cobijas, lo primero que leí fue la nota que me había escrito.

<< Pequeña te adoro >>

-Liv, desayuna mientras me ducho ¿vale?

-Okay. Y gracias por esto - le solté una sonrisa que ni yo creí que fuese capaz de mostrar.

Alaric salió de mi habitación, subió un poco más el volumen de la música, no me molestaba el hecho de que se quedara y que fuese tan perfecto conmigo, el verdadero problema sería que yo no me sentía capaz de ser siempre así con el.

Al terminar de desayunar, fui a dejar los platos al fregadero, Alaric iba saliendo de la ducha; traía la toalla enredada a la cintura, se paró a unos cuantos metros de mi, lo miré de arriba a abajo y de regreso.

-Liv... deja de mirarme así -Alaric se burló de mi soltando una carcajada

-¡Eres un tonto! - Reí un poco para disimular que estaba avergonzada.

-¿En serio? Entonces ¿por qué te pones tan rojita?- No paraba de reír, y se comenzó a acercar a mi.

-Yo, al igual que él no podía controlar mi risa- ¡Ay! Ya déjame - cubrí mis ojos con mis manos para evitar verlo.

En cuestión de segundos sentí sus dedos en mi cintura, trataba de hacerme cosquillas, lo peor fue que le funcionaba perfectamente, tome sus manos y las alejé.

-Alaric... - mi voz sonó sumamente extraña, no parecía yo, aunque quizá era por la risa que trataba de controlar.

Nos miramos por un largo momento, se inclinó lentamente hacia mi, con sus manos alrededor de mi torso, y besó mi cuello, fue totalmente inesperado, por lo menos para mi; se incorporó y pensé que ahí quedaría la cosa, pero una vez más me sorprendió besando mis labios, experimenté una sensación extraña, y no puedo decir que fue desagrado.

Mi vida empieza y acaba contigoWhere stories live. Discover now