XCVIII

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Alaric

Ximena traía cargando a Masha, me la entregó y la arrullé lentamente con mis brazos. Caminaba de lado a lado intentando que se durmiera.

-Muy lindo, ¡eh! Jajaja - Liv se había despertado.

-Ven, amor, vamos a ver a mamá - le sonreí a Liv.

Me senté junto a Liv y le dí a Masha para que la cargará. Miraba a Liv, su rostro se pintaba de felicidad, era realmente feliz.

-Es igual a ti - le dije a Liv.

-Jajaja, sí, eso creo.

-Voy a llamar a Lluvia y a Amy - le dije.

-¿Para qué? - Preguntó.

-Quiero estar seguro de que estés bien mientras me voy.

-¿A donde irás? - dijo.

-Tengo que ducharme y cambiarme - comenté - sino comenzaré a apestar - Masha rió.

-Tiene razón, ¿verdad amor? - Liv jugueteaba con Masha, mientras hacía una voz como si fuera niña pequeña.

Llamé a Amy y luego a Lluvia. Cuando llegaron, salí apresuradamente, subí al auto y regresé a casa. Entré al baño y tomé una ducha, dejé encendida la cafetera para poder hacerme un café al salir de vuelta al hospital.

Me retrasé un rato, debía pensar todo lo que debía hacer; en las últimas horas, Liv había mejorado más de lo que tenía en mente, y lo más importante es que había posibilidad que se recuperará totalmente en unos cuantos días aproximadamente.

Pedí un taxi, no quise manejar, así que aproveché el viaje para hablar con Hugo y ver los trámites para que Masha se registrara y estuviera asegurada, además de que quería que estuviera en mi testamento, así como en el de Liv.

Mi vida empieza y acaba contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora