XXXVII

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Liv

Desperté, ya tarde, estaba sola. Alaric se había ido, no me despertó, tal vez estaba en la cocina desayunando.

-¡Alaric! - Grité y nadie respondió.

Me dejó, pero igual y había ido a su casa a traer algo o sólo necesitaba tomar un poco de aire.

Estaba pensando en él, en lo que había pasado la noche anterior... En todo. Despejé mi mente, me levanté para ir a la cocina, entré, tomé una manzana, le di unas cuántas mordidas y la dejé en el comedor. Tomé un baño, salí y me cambié. Durante todo ese tiempo él no apareció. Todo estaba como antes, como si él estuviera aquí aunque su ausencia ya empezaba a comerme viva.

Tomé el móvil, mi bolso y las llaves del auto. Entré en el auto y lo llamé antes de irme a la cafetería, pero no respondió. Así que arranqué y al llegar, él tampoco estaba ahí, eso ya me estaba preocupando.

-Hugo, ¿no has visto a Alaric? -Pregunté recién llegué.

-No, no lo he visto - se desconcertó - pensé que estaba contigo.

-Yo también. De todas formas gracias -me dirigí a la cocina.

Pensé que no se tardaría en llegar, tal vez se había quedado dormido si es que fue a su casa. Así pasé pensando toda la mañana, pero ya me había vuelto dependiente de él, mi conciencia me mataba por dentro.

-Liv - Escuché a Hugo acercarse - ¿Aún no sabes nada de Alaric?

-¡No, nada! - Fui grosera al contestar

-Vale vale, ¿sabes qué? tranquilízate y puedes irte para descansar, trata de comunicarte con él.

-Gracias, pero debo terminar aquí y tal vez al terminar pueda irme.

Hugo se fue, cuando abrió la puerta pude notar como Kate había escuchado todo lo que estábamos diciendo, la miré con furia, la había empezado a odiar.

Terminé de hacer algunos postres en la cafetería, regresé a casa, pase por la de Alaric, pensaba en detenerme a ver si se encontraba ahí, pero me arrepentí y continúe. A simple vista parecía que no había nadie dentro, parecía que estaba totalmente vacía.

Intenté comunicarme de nuevo con él, pero igual que la vez anterior no me contestó, ya se había vuelto hartante. Había empezado a imaginar cosas que tal vez no tenían sentido. ¿Qué tal si lo habían raptado? o quizá se haya ido, podría haber sido yo una más de muchas que pudo haber tenido, o podría ser que sólo me usará como a un trofeo que podía ganar y después dejar.

¡Vale madre! no se puede quedar así, tomé las llaves del auto, y arranqué para ir a su casa. Llegué, estacioné el auto en la acera de enfrente, bajé, crucé la calle y me paré frente a la puerta, la golpee lo más fuerte que pude. Nadie respondió.

-¡Carajo! Alaric responde -volví a golpear la puerta hasta que me dolieron los nudillos.

Renuncié a todo esto, regresé lo más rápido que pude a mi casa. Me tiré sobre mi cama, lloré por un largo rato, parece ser que me había quedado dormida, hasta que me despertó el sonido de la alarma para ir a él instituto.

Me levanté, bañé, desayuné y me alisté para salir de nuevo a ese infierno pero esta vez estaba totalmente sola, no quería ir, pero debía enfrentar todo por mi cuenta.

Llegué como de costumbre, sólo que esta vez no había nadie en el salón, nadie estaba ahí. Escuché como cerraron las puertas del salón, inmediatamente giré para ver quien era; Natalia y Elena estaban aquí de nuevo.

-Ya no hay nadie que pueda ayudarte - Elena caminaba hacia mí.

Callé rotundamente, bajé la mirada y esperé a que pasara todo, como siempre, ni siquiera intenté defenderme.

-¿Cuándo será el día que me hagas caso? ¿Cuándo te largaras de aquí? -Tomó mi cabello y lo jaló hacia abajo.

-No lo haré -dije temerosa.

-¡Ah! no lo harás, ¿eh?

Soltó mi cabello y empezó a abofetearme, me aventó contra un pupitre haciéndome caer, estando así comenzó a patearme.

-¿No me vas a ayudar? - Elena miró a Natalia.

Miré a Natalia, apenas si podía mover mi cabeza, ella lo notó y al instante separó su mirada de la mía. Era obvio que la conciencia comenzaba a comerla por dentro.

De pronto, escuché como alguien golpeaba la puerta y mucho murmullos fuera. Elena me levantó, pidió a Natalia que sostuviera mis brazos.

-No dejes que se suelte -Natalia asintió y Elena tomó unas tijeras que traía en su bolso -Creo que si con esto no aprendes, tendré que matarte -hizo zumbar mis oídos.

En ese momento, escuché el portazo, no pude ver quién era, sólo escuché que le gritaba a Elena.

-¡Déjala! -Era la voz de Amy; Natalia me soltó al instante.

-¿Quién te crees tú para detenerme? -Elena la empujó.

-Soy su amiga y no voy a dejar que unas putas como tú y tú le hagan algo -Señaló a ambas e hizo que Elena se enfadada aún más.

Amy empujó a Elena y le quitó las tijeras para después arrojarlas al suelo. Me tomó del brazo, me ayudó a pararme y a salir del salón. Me llevó fuera del instituto, donde se encontraba el estacionamiento.

-¿Estás bien? -Levantó mi cara y limpió un poco la sangre que había salido por mi boca.

No pude ni siquiera contestar. Sólo trataba de mirarla directamente a los ojos.

-Ya no va a pasar nada ¿vale?, tranquila. -Me dijo muy despacio.

-¡Ahora se irán sobre ti! -dije desesperada

-No te preocupes que de ellas me encargo yo -se oía muy segura de si misma.

Callé de nuevo, bajé la mirada, y sollocé un poco. Tomé fuerzas, me arme de valentía y aunque no era necesario se lo dije.

-Gracias Amy, pero ya tengo mi venganza planeada.

Mi vida empieza y acaba contigoWhere stories live. Discover now