LXVIII

1K 39 0
                                    

Alaric

- Hola, pequeña - besé la frente de Liv.

-Hola, buenos días - me abrazó por el pecho.

-Te amo, ¿lo sabías? - Dije un poco bromista.

-Sí, yo también y mucho más que tú - me mordió un oído - iré a ver si hay algo que comer, ¿quieres algo?

-Sí, un poco de jugo por favor.

Liv se levantó y se colocó la sábana como una especie de vestido, de pronto sonó mi móvil, era mi papá, se escucha muy alterado.

-¿Alaric?

-Calma, papá, ¿qué pasa? - Traté de tranquilizarlo.

-Es tu madre, estamos en el hospital, tuvo una recaída y quisiera que vinieras.

-Vale, papá, ahora salgo, trataré de llegar lo más pronto posible.

Corté la llamada, me levanté y busqué mis cosas para cambiarme, llamé a Liv y le conté todo. Ella, al igual que yo, se arregló y salimos apresuradamente.

-Tranquilo, todo va a estar bien - ella trataba de calmarme.

-Espero que sí - las palabras se formaron solas.

Por una extraña razón empecé a sentirme muy mal, sentí mucha tristeza. Pensaba que el mundo se terminaba. Al llegar, entramos al hospital y mi padre estaba en la recepción esperándome.

- ¿Dónde está? - pregunté.

-Está ahí dentro - mi padre señaló una habitación.

Caminé hasta ella, miré por la ventana para ver como estaba mi madre. Giré la manija y entre silencioso para que no se despertara.

-¿Alaric? - Mi madre me miró.

-Sí - me senté junto a ella y la tomé de la mano - ¿Cómo te sientes?

- Estaré bien - apenas y podía abrir los ojos.

Afuera podía ver cómo mi padre y Liv platicaban con el doctor, se veían muy angustiados.

-¿Liv ha venido contigo? - a mi madre se le cortaba lentamente la voz.

-Sí, está afuera con papá.

De una forma u otra, todo lo que decía mi madre era una despedida, sólo que yo aún no estaba listo para decir adiós.

-Alaric...- sus fuerzas iban disminuyendo - eres mi preciado regalo. Te amo desde que estuviste por primera vez en mis brazos y así fue aumentando el cariño hacia ti. Eres una gran persona. Eres nuestro fijo reflejo, mío y de tu padre - hablaba más lento - cuida a Liv, es muy especial para ti y confío en que siempre te amará como yo lo hago, cuida de tu padre porque cuando me vaya no habrá con quién esté y no quiero que se sienta solo. Recuerda que yo te amo.

No dijo nada más, se fue desvaneciendo a mi lado, era como si se quedara dormida, unos minutos después el monitor cardíaco hizo un sonido molesto y no paraba de sonar, sabía que mamá había muerto.

No me moví ni hice nada, ni siquiera lloré, apreté más su mano. Tras de mí entraron los doctores y las enfermeras, me alejaron de mi madre a unos cuantos metros.

-¡Hey, dame el desfribilador! - el doctor estiró su mano - ¡rápido, carajo!

El doctor frotó las placas del desfribilador y las colocó sobre el pecho de mi madre.

-¡Despejen! - Mi madre brincaba sobre su camilla - suban la carga.

-¡Listo!

-¡Despejen! - Liv me llevó fuera y me sentó junto a ella.

Liv me abrazó, me miró y me apretó las manos.

A lo lejos escuché la voz del doctor.

-¿Hora de la muerte?

-5:38 p.m.

Unas horas después estábamos regresando a casa de mis padres, trate de dormir en el camino pero no pude, todos me habían preguntado qué me había dicho y yo no podía contestar nada, estaba totalmente bloqueado, me sentía como un estúpido.

Reaccionaba como si todo estuviera bien, como si no hubiese pasado nada, me preguntaban cómo me sentía y simplemente respondía que no sentía nada.

-Alaric - Liv me miró desconcertada - ¿Estás bien, mi amor?

-Sí... -respondí y giré de nuevo. Sólo quedé viendo el pasar de los autos junto al nuestro.

Mi vida empieza y acaba contigoWhere stories live. Discover now