LXIX

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Alaric

Los días siguientes después de que mi madre muriera seguían igual, sin temer, sin llorar. Mi cuerpo no respondía a todo lo que sucedía.

Por la tarde era el entierro, fuimos a la iglesia, y ayudé a cargar el ataúd fuera; varios tíos, mi padre y yo lo llevamos hasta donde la enterrarían, lentamente fueron bajando el ataúd y fue ahí cuando pude despedirme, le dije cuánto la amaba.

-Alaric, vayámonos -Liv me llevó del brazo.

Regresamos a casa, entré y me senté en el sillón, ella me siguió y se sentó a un lado mío. Fue entonces que pude reaccionar, sentí la real pérdida, sabía que mi madre ya no regresaría, que mi gran amiga y la mejor persona que me había cuidado y amado desde que nací se había ido, sentí como si un fuerte golpe me destrozara el pecho, la tristeza se apoderó de mí y dejé que mis sentimientos se apoderaran de mí.

-Liv, mamá murió - mis lágrimas comenzaron a salir, rodaron por mis mejillas.

-Tranquilo, todo estará bien - me trató de consolar.

-No quiero seguir aquí - respondí - quiero morir.

-Tienes que ser fuerte, mi amor - me quitó las lágrimas de las mejillas.

Negué con la cabeza y ella siguió acariciando mi mejilla.

-Tienes que seguir aquí conmigo, Alaric, alguien te espera, alguien que te hará muy feliz, nos hará muy felices.

-¿Cómo? ¿de qué hablas? - Mi voz se entrecortaba.

-Me he atrasado en mis últimos dos periodos -la miré fijamente -estoy en cinta, serás padre.

Era cierto que la muerte de mi madre me había destrozado por completo, podía sentir una depresión rasguñando mi espalda, pero el ser padre me hacía ver las cosas de manera diferente pues de alguna manera me habían quitado a mi madre pero en su lugar me habían mandado a un ser el cual era parte de mí; lo amaba aún sin que hubiese nacido.

Mi vida empieza y acaba contigoWhere stories live. Discover now