Capitulo 2.

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Jackson sin decir una palabra me acompañó hasta mi casa. Seguidamente, sin siquiera pronunciar un "adiós" se fue a la suya. Me molesta el hecho de que por una tontería de este tamaño se moleste así.

- Hola - dije al abrir la puerta de casa. Vi a mi madre ensayando en el piano, pero al verme, dejó de tocar y me hizo una señal para que me fuera a sentar con ella.

- ¿Qué tal todo? - me preguntó con una sonrisa Ari, mi madre, a la vez que pasaba su brazo por encima de mis hombros.

- Jackson está enfadado conmigo - le dije en un suspiro.

- ¿De nuevo los celos? - me preguntó apretando sus labios y asentí - Es su forma de ser, cariño. No le des importancia. Ellos son así.

- Ya lo sé mama, pero no tienen derecho para comportarse así. Seguro que cuando tú eras más joven y vivías en la casa del tío Tyler no te trataban así - le respondí y ella me miró con una ceja alzada.

- Tus tíos son unos sobreprotectores de cuidado - rió - no lo son tanto como tu hermano y tus primos, pero si lo eran. ¡Y unos exagerados! - exclamó riendo.

- ¿Lo pasabas bien, mamá? - le pregunte y ella calmo su risa para terminar asintiendo.

- Lo pasaba muy bien, hija - respondió.

- Ese es el problema, que yo no lo paso bien. No me gusta que me traten así, necesito privacidad y libertad - pedí, pero ella en este tema no puede hacer nada.

- Cariño, yo no puedo cambiar como son ellos. Los tres salieron a sus padres - se encogió de hombros.

- También está Harry - ella rió - ¿Qué es tan gracioso? - pregunte un poco molesta.

- Tu hermano le pegó a Harry lo de ser así de sobreprotector. Cariño, él es un buen chico y para él eres como su hermana, déjales ser tal y como son.

- ¿Y si a mí me molesta que sean así? - le pregunte y ella suspiro.

- No puedes hacer nada, me temo - finalizó mi madre - Y ahora, antes de que lleguen tu padre y tu hermano, voy a preparar la cena.

Asentí y me fui a mi habitación. Peine un poco mi cabello y me metí en la ducha de mi cuarto de baño. Últimamente está haciendo mucho frío, a sí que antes de meterme, puse en un estante, el pijama más gordito que encontré.

No sé qué hacer con los chicos. Me vuelven loca. Tienen mi vida patas arriba y las dos personas que mejor me pueden aconsejar sobre ellos, me dicen que les deje ser tal y como son, que es por mi bien.

Algún día podré plantarles cara, cuando encuentre la suficiente valentía para lograrlo, y eso, va a ser muy difícil.

Termine de ducharme y me seque el cuerpo, seguido de ponerme el pijama. Y, dios santo, que bien se está aquí dentro. Me puse las zapatillas y enrollé mi pelo en una toalla para que se secara.

Luego, organice un poco mi habitación y fui a la planta baja, allí estaban mis padres, Nick y Ari.

- Hola papá - le di un abrazo y me senté su regazo, ya que estaba sentado en el sofá.

- Hola cielo, esa costumbre que tienes de sentarse en el regazo de la gente, la sacaste de tu madre ¿lo sabías? - me dijo riendo e imite su acción.

- No es ninguna costumbre - reí - es simplemente que hace frío, y pues tú estás más calentito que el sofá, ¿no? Además, me aburro.

- ¿Te aburres? - me preguntó y asentí - Ahora verás - sonrió malicioso. Me envolvió fuertemente entre sus brazos, se levanto del sofá conmigo encima y empezó a darme vueltas en el aire.

¿Podré con tanta sobreprotección?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora