Confundus

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Sus ojos ardían como si tuviese arena dentro de los párpados, leyó los últimos dos párrafos del capítulo siete de Historia de la Magia antes de desparramarse en el sillón de la sala común de Gryffindor. James, Peter, Remus y Sirius aún no habían regresado. Aunque admitía que eran de meterse en problemas, su inquietud y sus nervios pudieron más, tomó su capa y salió por el agujero del cuadro de la dama gorda, sus pasos producían eco al chocar contra los escalones de piedra. Era medianoche y los pasillos resultaban incómodamente silenciosos, no había profesores o alumnos merodeando por ellos. No había rastro alguno de los chicos.

Al descender por la escalera de piedra del castillo tomó conciencia de lo que implicaría que un profesor o que Filch la encontrara. Conjuró un débil encantamiento desilusionador, todavía requería práctica, aunque era suficiente para pasar desapercibida.

Al toparse con los primeros árboles que daban la bienvenida al bosque prohibido cerró los ojos con fuerza, imaginó un caballo con pelaje de tormenta, segundos más tarde el ruido de los cascos era ahogado por la tierra.

Todo se percibía de una forma extraña, sentía a los demás animales, como si pudiera comunicarse con ellos, sintió la mirada de un perro negro que vagaba entre los sicomoros con paso sigiloso, desconfiando del majestuoso caballo en el cuál Isadora se había transformado. El animal la observó sin mover un solo músculo. Un aullido rompió la conexión entre sus ojos e Isadora galopó hasta la entrada al bosque nuevamente, con el corazón acelerado, tratando de recuperar su forma humana. Al toparse con el sauce boxeador notó que caminaba con sus dos piernas humanas nuevamente.

Entró en el castillo jadeando, evaluando la posibilidad de que Dumbledore estuviese despierto para avisar de sus compañeros extraviados. Escuchó un par de pies apresurados, delatados por la luz de una pequeña lámpara que se desplazaba cerca del piso de piedra. Una mano tironeó de tu brazo escondiéndola detrás de una armadura. Ahogó un grito al encontrarse con un par de ojos grises y unos labios precedidos por un dedo índice que imploraba silencio.


Sirius Black: el velo de la muerte¹Where stories live. Discover now