Muffliato

8K 783 223
                                    


A mí las canciones me arman mucho el clima al imaginar algo, ya sé que está muy usada, pero es que es tan linda

▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲▲

- ¿Es muy tarde para aceptar tu invitación? – preguntó Isadora sin poder dejar de mirar a Sirius a los ojos.

- No, claro que no – respondió él sin disimular una amplia sonrisa, ya que su dicha no le otorgaba el control de su expresión.

Y entonces ella le devolvió una mueca nerviosa que se asemejaba a una sonrisa mientras movía sus temblorosas manos una contra la otra, jugueteando con sus dedos. Sirius no supo exactamente por qué ni cómo, fue como si una soga invisible lo llevara hacia ella, pues cuando tuvo noción de su ubicación, estaba de pie, a centímetros de Isadora. Examinó cada centímetro de ese rostro que consideraba el más perfecto de todos; ella también lo recorrió con la mirada, fijándose primero en sus ojos grises y por último en su boca. Él sintió el deseo irrefrenable de descubrir como sabían esos labios que iban pintados de rojo sangre. Cuando la ansiedad al fin le ganó, Sirius rodeó la cintura de ella con un brazo. Con su mano contraria acarició la mejilla de Isadora unos segundos, para luego terminar con la distancia que los atormentaba.

Ese fue un beso que ella sí correspondió, más con su alma que con sus labios; rodeo el cuello de Sirius con sus brazos atrayéndolo cada vez con más ímpetu, como si creyera asequible poder estar aún más cerca de lo que se encontraban, e inconscientemente él estrechaba la cintura de ella con más fuerza.

No querían dejarse ir, deseaban que ese momento no terminara jamás. Sólo la necesidad de respirar pudo conseguir que cesara el ansiado encuentro que sus labios, acariciándose delicada, acompasadamente y sin prisa, protagonizaban. Disponían de todo el tiempo del mundo, o al menos creer eso los convenció de concederse distancia.

- Yo que siempre pienso que no puedes verte más hermosa, y tú vives echando por suelo mis certezas. – Dijo él tomando distancia para observarla con ojos aun chispeantes de regocijo.

- Sirius... - se quejó Isadora con las mejillas de un rojo intenso.

- ¿Qué? – se defendió, encogiéndose de hombros - ¡Al fin puedo decírtelo! – le plantó un beso en la comisura de los labios con tanta parsimonia que le hizo erizar la piel – Alaric estuvo conmigo hace unos minutos – confesó.

- Oh, eso explica que no haya llegado a tiempo – observó ella con sorpresa. - ¿Qué fue lo que te dijo?

- Me habló de lo que pasó hace unos días, ya sabes – dijo sin querer repetir los detalles – eso que no quise escuchar de ti, porque pensé que no me gustaría la respuesta. Definitivamente me cae mejor ahora – comentó con gesto pensativo e Isadora no puedo evitar reírse.

Lo atrajo hacia ella tomando del brazo, necesitaba besarlo nuevamente, nunca se cansaría de hacerlo. Presionó sus labios contra los de él con más frenesí, acariciando su piel, ejerciendo más presión y los brazos de él al rodearla se mezclaron con la cortina de cabello que caía sobre espalda de ella. Se correspondían con perfecta sincronía, tanto que parecían llevar una vida ensayándolo. Fue un momento apasionado, y a la vez fugaz, interrumpido por los pasos de alguien que recién llegaba.

- ¡Cielos! – exclamó Remus con los ojos a punto de rodar de sus cuencas, pero con una sonrisa insinuante en los labios. – Lo siento, los buscaba porque...

Sirius Black: el velo de la muerte¹Where stories live. Discover now