Imperio

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- Lamento que no hayas tenido suficiente tiempo para despedirte – dijo Sirius mientras él, Isadora y sus amigos entraban en su casa. Ella sólo sonrió de lado con poco entusiasmo. En ese momento no era lo que más le molestaba no haber podido despedirse, pues no lo consideraba una despedida en realidad, ya que sus padres no estaban allí. Su verdadero adiós fue la última carta de su madre o tal vez la última vez que los vio antes de volver a Hogwarts. Se sentía molesta consigo misma, incluso algo inútil por no haber podido conjurar siquiera un patronus, se veía vulnerable y le molestaba aceptar que necesitaba la protección de los demás e incluso le parecía ridículo pensar de esa forma, no había nada de malo en tomar la ayuda de los amigos.

Sirius vivía en las afueras de Londres en una zona reservada y discreta, intentando que su residencia no fuese encontrada tan fácilmente. Era una casa relativamente grande para una persona sola, pero muy acogedora y con predominancia de colores cálidos en muebles y paredes.

- Sabes que siempre estaré para ti, ¿Verdad? – insistió algo preocupado en cuanto se alejaron de la habitación en la que se encontraban los demás. – No creas que no sé lo que sucede, no te tortures con lo de hoy, a veces los recuerdos felices son difíciles de encontrar – Besó su frente con dulzura – Volvamos con los demás así comes algo y descansas – agregó.

- Oye – lo detuvo tirando de su mano – Te quiero – declaró ella desviando su vista de los espléndidos ojos grises del muchacho hacia el suelo.

- Y yo a ti, cariño – respondió Sirius con una repentina y radiante sonrisa.

A pesar de todo lo que estaba sucediendo, aquella fue una bella cena con amigos. En poco rato Sirius y James habían conseguido devolver un poco de alegría al grupo con sus típicas bromas; Remus y Lily por su parte habían preparado platillos exquisitos.

Los primeros en marcharse fueron Alice, Frank y Alaric; James y Sirius se encontraba en la cochera, el primero fascinado por la motocicleta que Sirius había adquirido hacías meses, pues con unos ligeros retoques había logrado hacer que volara.

- ¡Es excelente! – exclamó James – Hay que probarla.

- Se estrellarán con esa cosa – opinó Lily, buscando complicidad en Remus e Isadora.

- ¿Qué es la vida sin un poco de riesgo? – preguntó Sirius- ¿Tú que dices, cariño?

- Qué tendría que estar loca para subirme en eso primera.

- ¿Primera? – inquirió James.

- Si ustedes sobreviven tal vez lo intente – dijo Isadora encogiéndose de hombros. Remus negó con la cabeza riendo y Lily rodó los ojos.

- ¡Eso es!, ¿y tú Peter?

- Yo creo que paso esta vez, Sirius – respondió el muchacho mirando la motocicleta con cara de susto.

Entrada la noche los invitados consideraron prudente volver a sus casas. Se detuvieron en la entrada y los cuatro desaparecieron al mismo tiempo dejando a Sirius e Isadora solos.

- Protego Totalum, Fianto Duri, Salvio Hexia, Repello Inimicum... - Comenzó a recitar ella con voz cansada y Sirius la imitó.

- Mañana debemos presentarnos en una reunión de la Orden, pero sólo si quieres ir – informó él mientras utilizaba la varita para cerrar la puerta, Isadora asintió – Hablaremos de eso mañana, necesitas descansar un poco – afirmó con una sonrisa.

Desempacaron mediante magia las pertenencias que aún estaban en la maleta y luego Isadora sacó a Orion de la jaula para que saliera a cazar, ya que el animal se encontraba por demás fastidiado, pues había estado casi todo el día encerrado.

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora