Vermillious

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Casi toda la semana que siguió, Isadora estuvo obligada a faltar a las primeras clases de la mañana por orden de Madame Pomfrey, quien le aconsejó que tomara la menor cantidad de frío posible. Sky pasaba gran parte de la mañana sentada junto a la chimenea de la sala leyendo los contenidos de las clases a las cuales faltaba. No podía negar que toda esa atención era un mimo, pues sus amigos le alcanzaban el desayuno y la cena hasta la habitación para que no tomara frio de más. Aunque no llegaba a admitirlo, inconscientemente sabía que su "asistente" favorito había Sirius, pues las bandejas que el llevaba siempre contenían las mermeladas y los vegetales que más le gustaban, y las tostadas de color más uniforme, sin mencionar que sus desayunos incluían un bombón de chocolate. Consideraba que toda la atención de más era la manera que tenía de disculparse por la tontería que él y sus otros dos amigos habían cometido. <<Tal vez es el más apenado de los tres>>, pensaba ella mientras engullía el dulce.

Afortunadamente el sábado que tocaba la visita a Hosgmeade Madame Pomfrey cedió a dejarla salir, pues estaba prácticamente repuesta.

Luego de guardar su monedero en el bolsillo interior de la túnica, concurrió a encontrarse con Alaric.

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Excepto Isadora, todos los demás integrantes del grupo fuero juntos a Hogsmeade. Luego de mirar en todas direcciones con la esperanza de que su amiga apareciera de entre el gentío, Sirius se dio por vencido y dejó de esperar. Tal vez había olvidado que al día siguiente era su cumpleaños, o tal vez estaba tan enojado con él que no le interesaba.

Confirmó sus teorías cuando la vio salir de Las Tres Escobas con Alaric. Éste le dio un beso en la mejilla y ella luego de despedirse estrechándole la mano, sonriente, llegó a dónde estaban sus amigos. Lejos de sentirse rabioso o con ganas de querer asesinar a Alaric, Sirius sentía más pena por él mismo que otra cosa; aunque si se detenía a pensarlo, no todo era tan malo, después de todo a quién Isadora habría defendido sin pestañar habría sido a él, o al menos quería creer que si tuviese ella que elegir, apostaría por su amigo.

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Luego de saludar a sus amigos, Isadora los acompañó con otra botella de cerveza con mantequilla en honor al inminente cumpleaños de Sirius. Todos parecían haber encontrado sus regalos, aunque ella se preguntaba si Sirius ya conocía el contenido de los paquetes, puesto que había estado todo el tiempo con ellos y hubiese sido muy difícil esconderse para comprarlos. Se sentía decepcionada porque por más que había revisado los locales, no había encontrado nada que quisiera regalarle, tal vez se debía a que había ido poco predispuesta, y de antemano creía que no encontraría el regalo adecuado. Luego de minutos en silencio se le ocurrió una idea que encajaría justo con lo que le había encargado a su padre en la carta de la semana anterior, y la cual llevaría a cabo cuando llegara al castillo.

James contaba los detalles de su airoso escape al castigo que deberían haber tenido por pelear con Snape, cuando advirtieron que el sol había comenzado a ocultarse y era hora de volver al castillo.

El camino desde Hogsmeade a Hogwarts resultó increíblemente frio, un viento garrafal les azotaba el cabello contra el rostro y era arduo caminar en contra a él. Las capas se abría dando paso al frio, y el grupo de amigos se agitaba y temblaba debido a la baja temperatura.

Al llegar a la sala común de Gryffindor, todos se apiñaron frente al fuego. Isadora aprovechó la escena para llevar a cabo su plan. Se colocó a una distancia cómoda junto con un papiro, pluma y tinta y comenzó a retratar la escena que se mostraba ante sus ojos: James lustraba su escoba mientras Peter lo observaba, Remus ojeaba un libro con una barra de chocolate en la mano al mismo tiempo que Lily y Sirius charlaban animadamente. Hubiese querido retratar a Alice, pero ella seguramente estaba en algún otro lugar con su novio.

- Sky, ¿Qué haces?, ven con nosotros – La invitó Remus.

- Enseguida – Respondió ésta – Sólo dame un segundo – pidió mientras terminaba de dibujar el largo cabello de Lily. Contempló el retrato unos segundos tratando de descubrir que le faltaba. Alzó su varita y conjuró un hechizo que al instante hizo que las imágenes cobraran vida al igual que las fotografías mágicas. Antes de enrollar el pergamino escribió una dedicatoria en la esquina inferior derecha, para luego atar el rollo de papel con un listón rojo. Guardó el dibujo en el baúl de su habitación y volvió a la sala común para reunirse con sus amigos.

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- ¡Feliz cumpleaños, Canuto! – exclamó James abalanzándose sobre su amigo cuando el reloj de la sala común dio las doce. Los demás lo siguieron a coro y acto seguido lo atestaron con obsequios. Las pocas personas ajenas al grupo de amigos que quedaban en la sala común también le desearon un feliz cumpleaños, pero Sirius estaba esperando otro saludo, Isadora no estaba en la sala. Dos minutos antes había subido la escalera en dirección a su habitación y aún no había vuelto. Justo cuando pensaba que le importaba poco y nada compartir la fecha con él, la pelinegra apareció a los pies de la escalera con un pergamino en la mano y un paquete en otra.

- Siento haberme demorado, estaba esperando una lechuza – Dijo con una sonrisa que Sirius imitó, mientras sentía que el calor se le subía por las orejas - ¡Feliz cumpleaños! – Le extendió el paquete y el pergamino, los cuales el muchacho abrió con particular entusiasmo. El paquete contenía una revista y una botella – La revista es sobre motocicletas, creí que te gustaría – aclaró Isadora algo sonrojada – La botella de hidromiel casera la envía mi padre, te desea un feliz cumpleaños también. Oh, y eso... Bueno, lo he hecho yo – Sirius pudo ver como las mejillas de su amiga se volvían de un color rosa oscuro. Al desenrollar el pergamino se encontró con un dibujo animado, de trazos finos y prolijos. En él pudo distinguir a todos sus amigos; se preguntó si ella consideraría descortés comentarle que la persona que más hubiese querido ver a su lado en el dibujo no se encontraba allí. Decidió que sí, tal vez tuviese oportunidad luego de pedirle otro retrato en el que ella estuviese presente. Finalmente su atención se concentró en las acotadas líneas de la esquina inferior derecha del papel, en las que Isadora le deseaba un feliz cumpleaños, seguido de la fecha y su firma. Era indiscutiblemente el mejor regalo que había recibido. Al alzar la vista reparó en que lo había estado observando por demasiado tiempo.

- Gracias, es increíble – Dijo finalmente volviéndolo a enrollar.

Casi todos los miembros de Gryffindor ya dormían plácidamente en sus camas adoseladas, sólo Isadora y Sirius seguían en la sala común. Y aunque Sirius sabía que Sky no era entendedora sobre motocicletas apreciaba que lo escuchara tan atentamente, quería quedarse al lado de la chimenea hablando con ella y echándole furtivas miradas, de ser posible, toda la noche. Decidió debía dejarla descansar al ver sus ojos brillosos y enrojecidos por el cansancio que trataba de disimular.

- Dejaré que te vayas antes que comiences a odiarme, si es que aún no lo haces. – susurró Sirius. – lo pegaré en la habitación – comentó alzando el pergamino.

- Creo que necesito unas cuantas horas de sueño – coincidió ella. - ¿Cuál es tu favorita? – señaló la revista. Sirius recorrió las páginas hasta detenerse en una y señaló una Harley Davidson negra con detalles en color miel. – Me gusta – comentó Isadora – Que descanses, Sirius. – Se despidió de él con un beso en la mejilla que logró encogerle el estómago.

Al regresar a su habitación, Sirius adhirió el dibujo a la pared de la cabecera de su cama.

- Esto es muy serio, Canuto – Sirius se sobresaltó al escuchar la voz de Remus mientras éste se enderezaba en su cama. – Has algo o explotarás. – Soltó una susurrada risita divertida.

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Sirius Black: el velo de la muerte¹Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt