Engorgio

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Mentirle a Alice respecto a lo que había hecho la noche anterior, mientras que Lily y ella sabían lo que realmente había pasado, le generaba una culpa que le retorcía el estómago,

- Yo también lo lamento, pero es un secreto de Remus, no mío – explicó Lily apenada. – Por eso tampoco pude decírtelo, ¡Es increíble que tú también seas animaga! – exclamó.

- ¡Lily!, ¡Va a oírte alguien! – La regañó ella. El descanso había terminado y los alumnos abandonaban los patios y jardines para volver a las clases. – Tengo una hora libre, iré a la biblioteca, suerte en tu clase de pociones. – despidió a Lily con un abrazo.

Había transcurrido más de una hora en la cual Isadora no había despegado su vista del ejemplar de D.C.A.O, cuando sintió unos perezosos pasos que provenían de entre los pasillos.

- ¡Sev! – susurró mientras agitaba un brazo.

- Ah, hola Isadora – Saludó con un hilo de voz apenas audible - ¿Cómo estás?

- Trato de sacar provecho de las horas en las que irremediablemente debo estar sola.

- Cierto, casi olvidé que ahora eres amiga de Potter y Black, no entiendo como tú y Lily los soportan.

- Cuando los conoces llegan a ser agradables... - afirmó ella. Severus hizo una mueca de desagrado. – Lo siento, sé que no han sido agradables contigo.

- Olvídalo – Snape esbozó una poco convincente sonrisa.

Habrían olvidado la hora de la cena si Madame Pince no hubiese avisado que ya debían irse. Al entrar en el gran comedor las mesas estaban repletas, se despidió de Snape y corrió a la mesa de Gryffindor.

- Hola, Isa – Saludó Alice. – ¡Apresúrate que ya van a servir el postre! – aconsejó; la muchacha asintió.

- No me digas que te gusta Quejicus – bromeó James.

- No, y no le digas así – se quejó la muchacha – él no les ha hecho nada para que lo molesten – los reprendió, Lily asentía enérgicamente, aprobando cada palabra. Por el rabillo del ojo percibió a Sirius reír impertinentemente de lo que ella había dicho. Decidió que no tenía ánimo de seguir discutiendo ese asunto y, luego de acomodarse en su asiento, tomo unas cuantas verduras de las fuentes de plata.

Las semanas se sucedieron una más monótona que la otra. Sky casi no podía ver a sus amigos en las tardes debido a las pilas de tarea que los profesores habían encargado, tanto en cuarto como quinto año; y en las noches estaban todos tan agotados que apenas intercambiaban un par de palabras antes de irse a la cama.

Severus lograba romper con la latosa rutina de estudios, ya que compartían largas horas en la biblioteca charlando sobre novedosos embrujos y curiosidades que no se enseñaban en clases.

Aun siendo otoño, el frio invernal comenzaba a azotar el castillo, los días eran cada vez más grises y ventosos, los jardines Hogwarts se hallaban rebosantes de alumnos ataviados con gruesas túnicas negras; y bufandas, gorros y sweaters con los colores de sus respetivas casas. Remus entró en la sala común donde sus amigos permanecían amontonados cerca del fuego charlando acaloradamente de espaldas a la entrada.

- Muchachos – interrumpió Remus – Hoy debemos irnos temprano, bueno, sólo si quieren... – agregó con pena.

- Ya déjate de aflicciones, sabes que siempre iremos contigo – determinó James.

- Deberíamos avisarle a Sky, ¿No? – sugirió Peter.

- Seguramente quiera traer a Quejicus con ella. – soltó Sirius.

- ¿Tu mal humor se debe a Snape... o a que ella ya no pasa tanto tiempo con nosotros?, creo que tienes celos, colega. – Remus procuraba ocultar las ganas de reírse de su amigo.

- Lunático tiene razón, estás enojado porque está más con él que contigo, no sabía que consideraras a Quejicus como un rival... - se mofó james.

- Así que estás pensando abandonar el bando de los solteros, Canuto...

- Ni en mil años, Lunático – dijo Sirius, quién ya había perdido la capacidad de mantenerse indiferente. – No soy de ese tipo.

- Compañero, cambiaste de bando al segundo que viste su hermoso "pelaje de nubarrones grises" – James imitó una voz exageradamente melosa, que pretendía ser la del muchacho y los demás se desternillaron de risa.

- Canuto en una relación seria, ¿Quién lo diría?, tu reputación te precede amigo. – declaró Remus, ignorando lo dicho por Sirius.

- ¿Él?, ¿En una relación seria? – preguntó una voz femenina – Sería como pedirle peras a un olmo. – Opinó Sky

- Lo haría si quisiera – Se defendió Sirius, ofendido de haber sido subestimado. – Hablando de chicas, podría invitar a Arielle Reed al baile de navidad, ustedes deberían adelantarse, para no quedar luego con las más feas – Se puso de pie con su característico gesto altivo y orgulloso, conforme con la manera en la que se había recuperado de las bromas. Isadora sintió una puntada en las costillas y abandonó su expresión airosa por un gesto ofendido.

A la mañana siguiente Peter, Sirius y James fueron los primero el volver al castillo. Remus observó a Isadora e intentando ser discreto preguntó:

- ¿Sucedió algo con Sirius?, no hay que ser muy observador para darse cuenta que no se hablan mucho últimamente. – Isadora escrutó el rostro de su amigo unos segundos.

- Quieres saber si me gusta Sirius – No se lo estaba preguntando. Remus se encogió de hombros – Suele ser agradable, me gusta, no lo negaré, pero cuando se comporta como un auténtico idiota, como ayer, me dan ganas de echarle una gran pila de maleficios. – Lupin soltó una sonora carcajada.

- Siente celos de Quej... de Severus. Creo que porque estos días casi no te hemos visto y has estado todo tiempo en compañía de él.

- Eso es ridículo, Rems – opinó la pelinegra. – Tú y los demás deberían estar molestos también.

- La diferencia es que no soy yo a quien le gustas – concluyó el muchacho – No estoy diciendo que seas fea – se excusó con nerviosismo – Tú me entiendes. – Isadora quiso reprimir, sin éxito, una risita, en un intento de permanecer con expresión ofendida.

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Por lo general los capítulos tendrán nombres de conjuros o pociones, no por nada en especial :D 

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora